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Arte y Cultura

La Patagonia retratada en la pantalla grande: Simón Franco

 


Captura de video. Simón Franco nació en Neuquén en 1979 y estudió Dirección Cinematográfica en la Universidad del Cine, en Buenos Aires.

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    «7° Festival Nacional de Cortometrajes "Corto Rodado" -Simón Franco 2013-». (02:24)

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  • Durante el Festival de Cine de Mar del Plata, el director neuquino Simón Franco presentó su primer largometraje, Tiempos menos modernos, la historia de Payaguala, un viejo tehuelche patagónico que por primera vez en su vida se “enfrenta” a un aparato de televisión.

    Simón Franco nació en Neuquén en 1979 y estudió Dirección Cinematográfica en la Universidad del Cine, en Buenos Aires. Después de escribir, producir y dirigir cortometrajes como Tiempos Modernos (2004) o El Gran Estado (2005), estrenó su primera película en el 26° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, donde Tiempos Menos Modernos fue seleccionada para la Competencia Latinoamericana.

    La película posiciona al espectador en 1998. Transcurre en un campo en la Patagonia Andina, en una cabaña rústica donde un tehuelche veterano llamado Payaguala dedica sus días a criar ovejas, hacer algún asado, tocar su música para turistas y poco más. Hasta que recibe un televisor con antena satelital que le ha enviado inesperadamente el Ministerio de Desarrollo Social, y el aparato altera automáticamente su vida: no sólo lo pone en contacto con lo que ocurre en el resto del país sino que comienza a ser influido por un mundo consumista y superficial que hasta ahí no conocía.

    El enfrentamiento de éstos dos mundos originan una historia tragicómica imperdible. Tiempos Menos Modernos se proyectó tres veces en el festival, a sala llena, y fue despedida con ovaciones. El director explica la génesis del filme.  


    ¿Cómo se te ocurrió esta historia?- Estaba en el campo donde filmamos la película. Cerca de allí hay un puesto de Gendarmería donde tienen un sistema de televisión satelital. Soy fanático del fútbol, hincha de River, y se jugaba el clásico con Boca. No quería perdérmelo y fui a ver el partido. En un momento me di cuenta que estaba en el medio de la nada, con un televisor 29 pulgadas viendo River-Boca y en la ventana, el desierto. Eran dos imágenes que me sorprendieron. Esto se unió con un viaje a Salta donde recorrí pueblos y vi cómo el gobierno le mandaba computadoras a escuelas rurales que no tenían electricidad. Era todo para tapar huecos, sin proyectos unificados, para ganar votos.

    Las primeras imágenes que aparecen en el TV del paisano son las de Chaplin ¿Qué buscaste con esto?- Me tomé una licencia. Era lo primero que iba a ver el protagonista y lo primero que iba a ver el espectador. El cine de Charles Chaplin me encanta. Lo que me gustaba de esas imágenes (de la película El gran dictador) era que una persona jugaba con el globo terráqueo. Como que pocos determinan lo que muchos tienen que hacer. En ese caso un dictador jugando con el globo representaba lo que quería decir en la película.

    Payaguala es un paisano aislado en el medio de la Patagonia y cuando recibe el televisor se hace adicto a él y cambia sus costumbres ¿Esta es la influencia que tiene la TV para vos?- Te dicen de alguna manera qué ver o qué no. Te enganchas con una telenovela, te enganchas con Gran Hermano. En un momento estás viendo Gran Hermano y podrías estar haciendo otra cosa. Es una elección aunque te enganchan. La tele es una ventana al mundo que podés usar bien o mal. Uno elige. Aunque en la película trato de demostrar un caso en el que el protagonista no tiene muchas opciones.

    Algunas imágenes que ve Payaguala en su tele nos muestran hechos que marcaron la década menemista, como la declaración de la ley de privatizaciones y el discurso donde el entonces presidente Carlos Menem anuncia que se podrá viajar a la estratósfera. ¿Qué pensas de esa década?- Hago una crítica a la venta de grandes extensiones de tierras patagónicas a extranjeros, que en esa década fue muy fuerte, y al hecho de tapar huecos con regalar electrodomésticos para comprar votos. La Patagonia con sus paisajes clásicos agrestes es otro protagonista de tu film ¿Quisiste que tu tierra esté muy presente?- El patagónico siente mucho su tierra y me contuve de no hacer los planos más bellos porque quería mostrar la Patagonia hostil, agreste. Filmamos en invierno con dos metros de nieve, con viento. Amo la Patagonia y me encantó elegirla como escenario para mi primera película.

    Es difícil filmar en la Argentina. ¿Es aún más difícil siendo patagónico?- Yo estudié en Buenos Aires y ahora vivo allá y por eso el camino fue más fácil. Pero Argentina, para lo audiovisual, es Capital Federal. Es muy difícil que se pueda federalizar y que pueda haber buenas escuelas de cine en el resto del país para que la gente se pueda expresar y haya equipos, técnicos, por ejemplo. A una película que tenga una calidad standard la hacen 50 personas. Entonces necesita de la Capital Federal. Si me hubiese quedado en la Patagonia hubiese sido ciez veces más difícil hacer esta película.

    Cuando te sentaste por primera vez a ver tu primer largometraje terminado, ¿qué sentiste?- La primera vez que la vi en cine fue en el Festival de Montreal, que se desarrolló antes que el de Mar del Plata. Estaba solo. Del aeropuerto me llevaron a la sala donde se proyectaba. Me senté y no lo podía creer. Se te pasan imágenes en la cabeza de lo que sufriste para poder hacerla, para estar ahí. Y algo muy importante que me pasó: el producto terminado refleja exactamente lo que yo quería al momento de escribir el guión y eso no es fácil que ocurra. Ya es un premio haber hecho la película y que me guste a mí.

    ¿Qué significa para vos que tu película se haya proyectado en el Festival de Mar del Plata?- Muchísimo. Estoy muy contento porque es un festival argentino, que se hace con mucha fuerza y mucho corazón y está al nivel de otros festivales importantes del mundo. Con estas películas que quizá no tienen un gran circuito comercial, que la puedan ver la gente de Mar del Plata y los que llegan del resto del país, más el equipo técnico, mi familia o mis amigos, genera un sentimiento compartido muy fuerte.
     


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