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Arte y Cultura

Cuidar los murales de Quinquela, misión de todos y nadie
 


Puerto se llama esta obra en estado muy bueno emplazada en el hospital Santojanni. Foto: Diego Spivacow/AFV.

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  • Benito Quinquela Martín (1890-1977) fue un artista generoso. Realizó en la ciudad más de setenta murales, en los que recreó el pasado histórico y el folklore nacional, y un repertorio de temas vinculados con el trabajo. Muchas de esas obras fueron donadas por el artista; en otros casos, Quinquela donó su trabajo. La función educativa adquirió una importancia significativa, no sólo por el contenido sino también por el lugar de emplazamiento seleccionado: clubes, hospitales, escuelas, teatros, comedores para obreros, estaciones de subte y universidades. Muchos de esos murales hoy se encuentran, por varias razones, en estado crítico.

    "Para Quinquela, arte y vida iban de la mano -dice el licenciado en Artes Víctor Fernández, director del Museo Benito Quinquela Martín, situado en el barrio de La Boca-. Hoy es imposible diferenciar al gran artista del gran hombre que a través de su arte fue el artífice de muchas de las transformaciones sociales más significativas que tuvo la zona en su historia." Según Fernández, una de las principales preocupaciones de Quinquela fue propiciar la convivencia de las producciones simbólicas con el contexto social. "El arte debía estar en la calle, salir a buscar al habitante de la ciudad. De allí, su afán por intervenir directamente el espacio público o por emplazar murales en cuanto lugar transitado pudiera", dice.

    La arquitecta Maria Arias Incolla, funcionaria del área de Patrimonio Cultural del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires señala que la actividad muralística del pintor boquense comenzó con la inauguración, en 1936, de los 16 murales que se encuentran en la Escuela Pedro de Mendoza, en La Boca. Algunos de esos trabajos son los que en peor estado están, además de otros ubicados en instituciones privadas como la Casa del Teatro o el que está en el frente de la casa de Juan de Dios Filiberto, en la calle Magallanes. Una causa del deterioro está en la atomización de las áreas responsables de preservación y restauración de las paredes. Incolla apunta en esa dirección: "Se hace imprescindible abordar un plan integral de restauración, definido por protocolos y recomendaciones establecidos para la conservación y restauración de obras de arte patrimoniales, que incluya un trabajo continuo e integral y que aborde una revisión crítica con el objetivo de otorgarle sustentabilidad al proceso restaurativo". Es deseable que ese plan se aplique también a obras de dominio privado.

    Incansable, Quinquela realizó murales hasta la década de 1970. "Son setenta y cinco, en esta ciudad y otras localidades del país", precisa Incolla. Si bien existe el Programa de Restauración y Puesta en Valor de Murales (que implicó la sanción de leyes, resoluciones y la declaración de patrimonio de muchos murales), varios aún han se encuentran en un estado alarmante. Es que la restauración, la conservación y la protección de las obras en edificios públicos cuestan dinero. Para restaurar Vuelta de Rocha, por ejemplo, se estima una inversión de 250.000 pesos en informes técnicos, materiales y mano de obra calificada.

    De los 18 murales que están en la órbita de Patrimonio Cultural de la ciudad, siete están en mal estado; seis, en estado regular, y sólo cinco, en muy buen estado. Incolla informa que las obras que requieren mayor atención son las emplazadas en las aulas de la escuela Pedro de Mendoza, afectadas por patologías asociadas y extremas. Algunas de ellas están en serio riesgo de pérdida irreversible. Detalla las causas: "Alto impacto de luminancia natural y artificial, proveniente de los ventanales y de los artefactos existentes, que genera procesos de alteración de gran intensidad, ausencia de barreras preventivas de protección que minimicen los riesgos de acciones mecánicas directas sobre las obras e inadecuada disposición del mobiliario escolar en las aulas".

    También existe una problemática inherente a la técnica y los materiales usados por Quinquela. Describe las particularidades de cada caso Fernández: "La diversidad de las técnicas empleadas y los lugares donde fueron emplazados ha derivado a lo largo del tiempo en universos de problemas muy distintos. Aquellos realizados en cementos o esmaltes, que garantizan perdurabilidad, o que fueron colocados en espacios mejor protegidos, se encuentran en perfecto estado". Pero los murales realizados con materiales más fácilmente degradables (como el caso de los pintados sobre celotex) presentan "recurrentes, y a veces muy serios, problemas que demandan frecuentes y exigentes intervenciones". Aunque ninguno de los murales se encuentra bajo la responsabilidad del museo, admite Fernández, "sentimos una responsabilidad ética respecto de su conservación, y por eso toda vez que somos consultados o se nos pide algún tipo de participación, la institución a través de los equipos curatoriales, de conservación y restauración, y de archivo y documentación, hemos brindado, brindamos y brindaremos todo cuanto pueda requerirse".

    También el Ministerio de Hacienda de la Nación tiene a su cargo, en buen estado, dos murales prototípicos del artista. Uno es Día de trabajo, situado en la Terminal de Cruceros Quinquela Martín. El otro, Construcción de desagües, que antes (como deja entrever la temática) pertenecía a Obras Sanitarias y se halla ahora en la órbita del Poder Judicial, en Marcelo T. de Alvear 1840. El licenciado Mario Naranjo, de la Coordinación de Recuperación y Conservación del Patrimonio Cultural, dependiente de ese ministerio, integró un equipo precursor en materia de políticas de restauración dentro de los organismos públicos nacionales. "Con más de dos décadas de trabajo con el acervo cultural del ministerio, nuestro equipo ha sabido acuñar experiencia a través de su carácter multidisciplinario (lo integran profesores de bellas artes, conservadores-restauradores, periodistas, abogados patrimonialistas, químicos, grabadores), legado que ha dejado el prestigioso dibujante Osvaldo E. Attila, y además ha elaborado con diversos organismos públicos criterios y trabajos mancomunados para la defensa del patrimonio cultural", dice. Para este especialista (y para cualquier persona sensata), hoy en día la comunicación es un elemento visceral en el cuidado del acervo cultural. Y cita a Attila: "Lo que no se conoce no se puede cuidar".

    Para Naranjo, Quinquela ha sido un artista "con todas las letras"; él acuñó su línea plástica en distintos organismos públicos, con lo cual el Estado tiene que ser parte de estos acontecimientos. Quinquela Martín es un artista ineludible en la configuración de la identidad cultural nacional. "Mucha de la riqueza de su obra queda aún por conocer en su justa dimensión -agrega Fernández-. Gran innovador, hombre de su tiempo, factor de desarrollo y profundas transformaciones sociales, merece que su legado cuente con la máxima protección que podamos brindarle." Y coincide con Incolla y Naranjo: "Acaso la diversidad de problemas que suelen aquejar a sus murales, así como su continua necesidad de cuidado, ameriten pensar en la creación de un equipo interdisciplinario especial y exclusivamente asignado a proteger estas obras". Es decir, la memoria colectiva.

    En el programa de actividades de vacaciones de invierno que preparó el Museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín (Pedro de Mendoza 1835), los fines de semana se realiza una salida por el barrio de La Boca para observarlo como un museo a cielo abierto (a las 15), una visita por la casa en la que los chicos se transformarán en pintores (a las 16) y un taller sobre nociones básicas de náutica para abordar los mascarones de proa (a las 17). Durante la semana, en cambio, la propuesta se concentra en un taller donde imaginarse arquitectos de un barrio propio para compartir el sueño de Quinquela: transformar su lugar en el mundo.
     


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