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Arte y Cultura

Literatura, teatro, cine gaucho
 


La familia Podestá.

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  • Literatura gauchesca

    La literatura gauchesca es un género propio, utiliza el lenguaje del gaucho y suele contar su manera de vivir. Se caracteriza principalmente por tener al gaucho como personaje principal, y trascurrir las acciones en espacios abiertos y no urbanizados (como la región pampeana [«la pampa»] argentina).
    Es importante destacar que, más allá de que este género tiene como eje principal al gaucho, generalmente es usado por escritores de alto nivel socioeconómico, ya que el gaucho era mayormente analfabeto. Esta literatura presenta descripciones de la vida campesina y sus costumbres, así como de los personajes sociales de ese entonces: indios, mestizos, negros y "gringos" (gringo significa en el habla criolla gaucha al europeo o eurodescendiente no conosurense y tampoco español), entre otros.
    Suele haber una exaltación de lo folclórico y lo cultural en general, y se emplea como protesta y para realizar una crítica social. En la forma y el lenguaje, se distingue por el empleo abundante de metáforas, comparaciones, neologismos, arcaísmos (por ej. viola, vigüela -en los dos casos precedentes para aludir a la guitarra-, dende etc.) y términos aborígenes. Suele haber poco uso de sinónimos, y predomina el monólogo sobre el diálogo.

    La literatura gauchesca como tal se inicia definidamente en el siglo XIX con autores como Bartolomé Hidalgo, Hilario Ascasubi, Estanislao del Campo y el descollante José Hernández. Estos autores para escribir sus obras literarias frecuentemente recurrieron (tal cual lo ha hecho notar el docto tucumano Ricardo Rojas) a una métrica típicamente gaucha; la de los versos en octosílabos.
    Esa es la métrica del payador que resulta perfecta para transmitir las más profundas emociones improvisando, esa es entonces la métrica de el Martín Fierro calificado como «La Biblia Gaucha» por el cordobés Leopoldo Lugones mientras que el porteño con madre oriental Jorge Luis Borges ha considerado que el Martín Fierro es el libro más perdurable de los argentinos.
    Por su parte el antropólogo Rodolfo Kusch analiza a la típica obra literaria gauchesca como es el caso del Martín Fierro y nota que es una apelación numénica a la naturaleza y a la memoria para persistir dignamente en el tiempo, en la historia.
    En cuanto al porteño citadino Estanislao del Campo quien haciéndose el gauchesco llegó a usar como seudónimo el de "Anastasio el Pollo", su obra más importante, aunque no carece de méritos, es una vista porteña burguesa con pretensiones de "sátira" en la que se intenta ridiculizar a los gauchos; tal obra se titula Fausto, Impresiones del gaucho Anastasio el Pollo en la representación de la Ópera (más comúnmente se la conoce como "El Fausto de Estanislao del Campo").
     


    Lo gauchesco en artes plásticas y música culta

    En artes plásticas, especialmente en la pintura costumbrista, se destacan autores que retratan la vida gaucha, entre ellos el oriental Pedro Figari y el argentino Florencio Molina Campos; entre los muchos compositores de música culta que se han aproximado a la gauchesca cabe mencionar a Gilardo Gilardi (por ejemplo en su opus humorada sinfónica por él titulada «El gaucho con botas nuevas» que pese a su título es una obra más próxima al Grupo Renovación que a su precedente nacionalismo musical argentino).
    En la pintura destacan artistas cómo Juan Manuel Blanes, así como Zorrila de San Martín y José Belloni en la escultura.
     


    Teatro

    A fines de s. XIX e inicios de siglo XX el gaucho y lo gauchesco tomaron notoria relevancia en el teatro de público popular en Argentina, Uruguay y la Región Sur. A fines de s. XIX (y esto hasta casi 1950) se hizo popular el teatro rural basado en temas de la literatura gauchesca, concatenado a esto también se hicieron populares los sainetes, en los cuales fue pionero el músico, cantor y actor españolargentino Santiago Ramos con su obra “El gaucho de Buenos Aires” (fecit: 1857).
    Entre otros escritores que dedicaron parte de su obra a la dramaturgia se encuentran los que dedicaron obras teatrales al real pero casi mítico gaucho bonaerense Juan Moreira, o al gaucho nicoleño apodado maliciosamente Hormiga Negra; muchas de las obras teatrales gauchescas eran representadas itinerariamente de pueblo en pueblo por gran parte de las también grandes extensiones del Cono Sur o por los representantes del Circo criollo (en esa época y en la región la palabra circo no solo se refería a las representaciones de diversión humorística sino que incluían representaciones serias e incluso trágicas de historias gauchas. En esto se incluye al "circo criollo" de los Hermanos Podestá).
     


    Cine

    Entre las primeras películas filmadas en Argentina se encuentra una de 1915 que presenta las vicisitudes y los valores de la gente gaucha de ese tiempo, se trata de Nobleza gaucha; de 1923 es El último centauro que narra la historia de Juan Moreira.
    Años luego, en 1937, se filmó también en Argentina una remake o nueva versión de (Nobleza gaucha). En esos mismos tiempos pero en Estados Unidos Rodolfo Valentino interpretaba muy a lo Hollywood algunos personajes gauchos (que por ser en filmes a lo Hollywood aparecían con curiosas ropas, por ejemplo sombreros alares con borlas típicos del baile flamenco andaluz).
    También para esas épocas Carlos Gardel protagonizaba películas en las cuales interpretaba a gauchos cantores.

    En 1942 se reanuda la serie de filmografía con temática gaucha precisamente al estrenarse La guerra gaucha basada en un libro del cordobés Leopoldo Lugones y dirigida por Lucas Demare, en 1945 sobresale Pampa bárbara basada en la obra escrita por Homero Manzi (santiagueño con orígenes italianos que llegó a ser uno de los grandes poetas "porteños") y Ulyses Petit de Murat. También en 1942 se estrenó ¡Gaucho! película en blanco y negro, dirigida por Leopoldo Torres Ríos según su propio guion basado en el sainete homónimo del entrerriano Claudio Martínez Payva.

    Una película estadounidense que señala el interés que podía despertar en un público habituado a la industria del cine hollywudense es El camino del gaucho (en inglés Way of a Gaucho) del año 1952 protagonizada por Gene Tierney y Rory Calhoun llena de estereotipos.
    En 1963, a partir de las historietas de Walter Ciocca se filma Lindor Covas el cimarrón dirigida por Carlos Cores siguiendo un argumento del mismo Ciocca. En 1966 se filmó una nueva versión de Pampa bárbara con el nombre de Pampa salvaje.

    Otras películas a destacar (aunque ninguna de ellas, pese a las buenas intenciones y pese a basarse en libros capitales de la cultura gauchesca, llega a plasmar netamente el genuino carácter gauchesco) son la Martín Fierro de 1968 y la Don Segundo Sombra de 1969, quizás el leve defecto de esas dignas películas es que están realizadas e interpretadas con una mirada evidentemente urbana y porteña de lo gaucho (por ejemplo con una leve pero cierta fotografía de postal que crea una no buscada extrañamiento -de ningún modo con el brejtiano efecto de distanciamiento- ya que los autores de estas películas buscaban todo lo contrario a un extrañamiento y menos aún un distanciamiento sino que intentaban la identificación del público urbano en la diégesis pero, ese par de películas no lograba una identificación con el público masivo de las ciudades argentinas -ya en ese entonces más afecto a las bebidas cola o al whisky que al mate- pese a que esas dos películas buscaban representar lo gaucho en sí-mismo o en su esencia).

    En 1973 se destacó el film Juan Moreira bajo la genial dirección del mendocino con orígenes libaneses y criollos Leonardo Favio.
    En la primera década del presente siglo se destaca la película de dibujo animado basada en la obra de José Hernández retratada por el rosarino Roberto Fontanarrosa: Martín Fierro: la película (2007), ya al finalizar la primera década del siglo XXI y basada en una novela del mendocino con orígenes italianos Antonio Di Benedetto se destaca Aballay (2010).

     


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