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Culto

El progresismo declara la guerra a Benedicto XVI
 


Benedicto XVI.

"Desde el instante mismo de su elección, se ha abierto la campaña para perfilar la imagen de Ratzinger como el «Papa nazi»". Según publica hoy el sitio español Hispanidad el modernismo mundial no le perdona su denuncia del relativismo. La nota:
 


A las seis de la mañana del miércoles 20 de abril, 12 horas después de la elección del nuevo Papa, el locutor de la televisión pública española abría el telediario de la mañana con una breve semblanza de Benedicto XVI: conservador, militó en las juventudes hitlerianas y ha sido el censor de la Teología de la Liberación.

En ningún momento se matizó que, hijo de un policía en la Alemania de Hitler, su militancia terminó a los 12 años de edad. Es lo mismo : el mensaje lanzado por la televisión que controla el Gobierno Zapatero se quedó a una milésima de moldear el concepto que se quiere traslucir: el Papa es un nazi.

El desarrollo de lo que en periodismo se conoce como el "lead" de la noticia siguió en esa misma línea: entrevistas a directores de desconocidos observatorios religiosos, y alabanzas a un Teología de la Liberación que ha sido abandonada hasta por su inventor, el peruano Gustavo Gutiérrez, y que en el siglo XXI ningún eclesiástico, de cualquier "tendencia" se atreve a mantener.

El hasta el martes cardenal Joseph Ratzinger, además, militó en esa teología o al menos estuvo próximo a ella, una teología que fue financiada precisamente desde Alemania. Por eso la conoce tan bien y por eso, como prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, fue el encargado de explicitar sus errores.

La actitud agresiva y manipuladora de RTVE no es sino un botón de muestra de la acogida que la mayoría de los medios informativos, dominados por el progresismo, es decir, por el relativismo que Ratzinger denunciara al comienzo del Cónclave, no ha esperado ni los 100 días de gracia, tampoco las 100 horas.

La reacción de la prensa internacional así como de algunos multimedia que controlan la sociedad mediática no ha podido ser más dura. Medios que respetaban, muy a su pesar, al popularísimo Juan Pablo II, se disponen a atacar con toda su dureza a Ratzinger desde el primer momento. La sociedad mediática entra en una nueva era.

Diez años atrás, el colaborador de Wojtyla participó en un congreso mundial de diálogo interreligioso entre cristianos de las más diversas confesiones y judíos, celebrado en Jerusalén.

Ratzinger pronunció un discurso impecable sobre la necesidad de que judíos y cristianos se aproximaran, siguiendo la doctrina papal de acercamiento a los judíos, a quien el polaco calificaba de "nuestros hermanos mayores en la fe".

Al final, luteranos, baptistas, miembros del Congreso Mundial de las Iglesias (lideradas por un grupo agnóstico), episcopalianos, ortodoxos, armenios, prorrumpieron en un fuerte aplauso, pero un grupo de judíos ortodoxos permaneció sentado y con las manos bien separadas.

Cuando los periodistas les preguntaron por su actitud uno de ellos aclaró que podían aplaudir a un representante del Vaticano, a un teólogo católico, al representante de un Estado que apoyaba la creación de un Estado palestino y la cuestión jerosolimitana, pero que jamás aplaudirán a un alemán.

Y así, a pesar de la amistad con la que tantos judíos, entre ellos el Rabino de Roma, distinguieron a Juan Pablo II, se entiende que los medios informativos ligados al sionismo, por ejemplo la CNN o el International Herald Tribune (el periódico más influyente del planeta) hayan reaccionado con gran virulencia ante le nombramiento de Ratzinger como sucesor de Juan Pablo II, y que la leyenda del Papa nazi comience a extenderse por muchas redacciones. El progresismo le ha declarado la guerra.

En España, la reacción de los diarios como El País, El Mundo, La Vanguardia, o también el ABC, ejemplifican igualmente la batalla que se prepara. Ratzinger ha sido presentado, no como conservador, sino como ultraconservador.

Mientras que Juan Pablo II era “reaccionario” en lo moral (es decir, en lo sexual) y progresista en los social", a Ratzinger se le califica como cavernícola en todo.

Sin embargo, Ratzinger ha perfilado y actualizado la Doctrina Social de la Iglesia en la línea iniciada por Juan Pablo II. Benedicto XVI ha mantenido la oposición de la Iglesia tanto a los sistemas colectivistas, inspirados en el marxismo como al capitalismo consumista y materialista.

Pero, sobre todo, han centrado la llamada cuestión social en la lucha entre lo pequeño y lo grande, así como en una nueva doctrina económica sobre los asalariados.

Ratzinger ha fraguado junto a Juan Pablo II la idea de que el trabajador no es un factor más de la producción, dado que es una persona (filosóficamente, Ratzinger es un heredero de la fenomenología y el personalismo de Juan Pablo II).

Por la misma razón, El Vaticano, Wojtyla y Ratzinger se quedaron solos a la hora de defender una globalización que no condenaban en origen, pero que consideraban debía ser total, y permitir la libre circulación de emigrantes, o no ser.

De la misma forma, Ratzinger apoyó los esfuerzos de Juan Pablo II para crear una nueva ONU, que sirviera como verdadero dique de contención contra las guerras.

Por último, recogiendo el distributismo de Chesterton, Ratzinger ha recordado a los grandes empresarios que su posición les "hipoteca" socialmente.

Tras el largo pontificado de Wojtyla, queda claro que la Doctrina Social de la Iglesia ha dejado de poner el acento en el debate entre lo público y lo privado para centrarse en la pugna entre lo grande, sea estatal o particular, y lo pequeño.

Es decir, entre las multinacionales y las pequeñas unidades de producción, que en el Tercer Mundo se identifican con la familia.

 


Créditos:

Divulgado en el Sitio Urgente24.info (21/04/05)

 



 
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