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Economía

Crisis Ovina ¿El tradicional “corderito navideño? En vías de extinción?
 


Estas imágenes son meramente ilustrativas para esta nota.

  • Fotografías: Cordero muerto en la Tumba de Patoruzú o Pan de Azúcar. Octubre 2009. (4 imágenes).
  • Créditos: Publicado por GonBal.

  • En la Patagonia existían alrededor de 2500 establecimientos dedicados a la producción ovina, de los cuales según datos oficiales, en estos últimos años se han abandonado alrededor de 800 campos contabilizando, sólo la vecina provincia de Chubut y nuestra provincia.

    Ante la gravedad de esta problemática han sido prácticamente inexistente políticas públicas tendientes a revertir, resguardar, fortalecer y apoyar dicha producción, a lo que sumada la sequía que lleva ya varios años, obtenemos esta acuciante realidad.

    “La situación actual de la ganadería ovina es bastante complicada. Argentina acredita una larga tradición ovejera. A principios de siglo fue conocida en el mundo como país exportador de lanas, antes que de carnes y granos.

    Llegamos a tener más de 80 millones de cabezas, y en este momento poseemos nada más que 14 millones teniendo la Patagonia más del 60% del total de la producción en el país. En este momento, la rentabilidad ovina, depende del tamaño de la explotación, pero en algunos casos tiene rentabilidad negativa, lamentablemente.

    Entre algunos aspectos macroeconómicos generales negativos se suman los procesos de alta desertificación en algunas regiones de la Patagonia y fenómenos naturales severos de antaño, como las desmesuradas nevadas, erupciones volcánicas y actualmente las diferentes sequías, principalmente de los últimos años.

    Esto es muy grave, porque hay que tener en cuenta que la producción ovina es un monocultivo, de manera que no solo tiene importancia económica sino también connotaciones geopolíticas y geoestratégicas para nuestra región.

    El grueso de la producción de carne ovina se destina al mercado interno donde los precios al productor dependen de la categoría, rendimiento de res y terminación.

    A estos aspectos relacionados con los sistemas de producción hay que sumar una serie de aspectos que influyen en los precios y que tienen que ver con la organización de la oferta y la estructura frigorífica.

    A la oferta le suele faltar escala, oportunidad y continuidad y, salvo excepciones, los frigoríficos deben supeditar la faena de ovinos a la de bovinos.

    Cabe destacar que en la actualidad la demanda del mercado supera largamente a la oferta, la cual es de bajísima calidad debido a desprotección del sector y a la prolongada sequía por todos conocida.

    Las exigencias y tendencias de mercado por un lado y las características de los sistemas de producción ovina del país ponen en evidencia debilidades que deben ser superadas.

    La reducción de stock en nuestra región ante el abandono de más de 800 establecimientos rurales, produjo la migración de personal especializado (técnicos, esquiladores, cuidadores, etc.).

    A ello se suman problemas crecientes de abigeato y descontrol sanitario. Todo ello conduce a la pérdida de productividad que a su vez reduce la competitividad de esta actividad.

    Los sistemas de producción ovinos son extensivos con tasas reproductivas variables que promedian 50 a 60% y raramente superan 80% debido fundamentalmente a la alta mortandad de corderos.

    El escaso excedente de animales limita la venta de carne, reduce el margen de selección y en muchas zonas obliga a mantener capones a riesgo de perder el stock.

    Las limitaciones para diversificar la producción o cambiar de actividad por completo llevaron a muchos establecimientos a sobrecargar sus campos con la expectativa de compensar pérdidas económicas.

    En muchos casos estos campos, ante la súper población de cabezas, entraron en procesos de desertificación debido al exceso de pastoreo por km cuadrado.

    Se estima que 33% de la Patagonia esta en condiciones de deterioro irreversible. El estrés invernal que sufren los ovinos sumado a los vientos primaverales afectan la calidad de las lanas en cuanto a su resistencia a la tracción y rendimiento al lavado lo cual es particularmente importante en lanas con mayores exigencias de calidad como la Merino.

    La raza Corriedale concentrada en la zona magallánica produce lanas de menor valor y depende fuertemente de la venta de carne. La lejanía de los centros de consumo y otros aspectos estructurales limitan la rentabilidad aun en campos relativamente grandes.

    La crisis ovina también ha tenido factores internos que tiene que ver con características de la política económica global del país como lo es la estructura impositiva y los vaivenes del valor de nuestra moneda, que considerada en forma aislada, por un lado descoloca la exportación y por el otro aumenta los costos relativos.”

    Según trascendidos fáciles de comprobar, esta problemática ovina impacta de lleno en el normal desarrollo del comercio zonal, coincidiendo tanto propietarios como consumidores en que estos productos llegan a las góndolas con bajo peso y aspecto que dista mucho de la calidad acostumbrada.

    Los proveedores aducen que ante la falta de buen pastoreo, los corderitos no se desarrollaron normalmente. Agravada esta situación por pariciones menores a los índices estadísticos anuales, lo cual dificulta aún más conseguir animales en pié en óptimas condiciones.

    Del total de la demanda local, en estos momentos sólo se satisface un 40% del consumo requerido, entrando animales en pie a los diferentes mataderos de la comarca en las mismas condiciones que aquellos que provienen del sur de nuestra provincia o norte del Chubut.

    Más allá de dudas y certezas, queda claramente evidenciado que para estas próximas fiestas de fin de año conseguir el acostumbrado corderito de óptima calidad será prácticamente una utopía.

    ¿Estaremos destinados a cambiar esa casi centenaria tradición?. Quien tenga una solución a esta grave problemática, que la ponga en práctica inmediatamente, tanto estancieros, comerciantes y consumidores se lo agradecerán.

    Cuidar las economías regionales, es un deber de todos y más aún siendo la actividad ovina un monocultivo de profundo arraigamiento en nuestras estepas y de alto impacto e incidencia en nuestra vapuleada canasta familiar.
     


    Créditos:

  • Por Fernando “Toto” Quintero, Presidente ONG Nuevo Espacio. Publicado en el Sitio El Vecinalista (16/03/09)
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