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Economía

La realidad patagónica, a los ojos de un grupo de estudiantes
 


Alumnos de la Universidad Católica Argentina vieron de cerca los males del Sur.

PUERTO DESEADO.- La vieja estación de ferrocarril, un macizo edificio de piedra volcánica, con los andenes abandonados y los durmientes hundidos en el matorral, está inactiva desde 1978, cuando el gobierno de turno decidió cerrarla tras 59 años de actividad.

Un grupo de jóvenes desconocidos camina por las vías muertas. Hacen equilibrio sobre los rieles, entran en los salones descascarados y suben hasta el segundo piso. Desde allí miran las casas de Puerto Deseado, con sus techos metálicos de vivos colores.

Fue la última visita de los 150 estudiantes universitarios llegados de Buenos Aires para conocer la vida económica del Sur, en especial la de Puerto Deseado, a 2200 kilómetros de la Capital, gracias al Programa de Estudios Patagónicos de la Universidad Católica Argentina (UCA).

Después de pasar cuatro días en la zona costera, los estudiantes avanzaron hasta la cordillera, y ya regresan a Buenos Aires con nuevas experiencias sobre los hombros. Para ellos, la Patagonia ya no será la dimensión desconocida de la Argentina.

"La mejor forma de acercar la Patagonia a Buenos Aires es conociéndola. Como casi todos los participantes van a ser profesionales, algunos quizá políticos y dirigentes de empresa, la región va a ser más tenida en cuenta a la hora de tomar decisiones", dijo Marcelo Leonardi, estudiante de Ingeniería Ambiental.

Los chicos van de regreso llevando imágenes del movimiento del puerto, la vida de los ganaderos, los transportes y las comunicaciones.

Pero no todas las imágenes son alentadoras. Los estudiantes se van sabiendo, por ejemplo, que la pesca de la zona está fuera de control, que los campos no rinden, que a Puerto Deseado llegaban trenes y aviones todas las semanas y que en este momento no arriban ni los unos ni los otros. Pese a todo, la ciudad se las ingenió para crecer.

En efecto, la población aumentó tres veces en 15 años, hasta alcanzar los 10.000 habitantes de la actualidad. La pesca fue la gloria de Puerto Deseado: el mar era tan generoso que entregaba miles de toneladas de pescados y mariscos a quienes tuvieran redes para atraparlos. Buques con las banderas más diversas sacaron miles de toneladas de vida marina.

En los últimos años, sin embargo, la providencia les está dando la espalda a los pescadores, pues se llevaron tantos peces que ya no queda mucho por sacar.

"Se ha hecho una pesca irracional, sin ningún tipo de control. Los barcos chicos, de 30 o 40 toneladas, dejaron de pescar y les vendieron los permisos a los grandes, de 500 o 600. Fue la depredación del siglo", dijo Mariano Tafra, veterano pescador de Puerto Deseado.

Tafra sugiere como solución una veda de tres meses hasta recuperar los bancos de merluza, hoy reducidos a su mínima expresión de supervivencia. Los estudiantes lo escucharon con atención.

La ira del volcán

No es el mar patagónico el único ambiente del Sur que se queda sin animales. También el campo ha tenido problemas, en este caso con las ovejas. Los precios internacionales de la lana están por el suelo, a lo que se suman años de continua sequía y los estragos provocados por el volcán Hudson.

Cuando en 1991 se destapó con toda la furia, el Hudson regó la Patagonia de ceniza volcánica, que ocho años después sigue desparramada por las estancias del Sur. Las ovejas padecen desde entonces las consecuencias del fenómeno, pues comen el pasto regado de polvo, que les va limando los dientes hasta dejarlos inútiles, sin filo.

Los animales mueren de hambre y dejan, así, los campos despoblados, vacíos de su principal medio de vida. En los últimos diez años, de las 1200 principales estancias de Santa Cruz, unas escasas 300 se las arreglan para seguir trabajando con cierta normalidad.

Los ganaderos no pierden la esperanza de recuperar la plenitud de los campos, como tampoco escasean los entusiastas de otras actividades, como los ferrocarriles.

La recorrida de los estudiantes por la vieja estación de ferrocarril fue, en realidad, la visita a uno de los grandes sueños de Puerto Deseado: poner los trenes en movimiento.

El municipio alienta la puesta en funcionamiento de la línea que hasta hace 21 años unía Puerto Deseado y Las Heras, un pueblo petrolero situado en el centro de la Patagonia.

Esta línea los conectaría a su vez con otra de Comodoro Rivadavia, vinculando las ciudades costeras. "Nunca se hizo un plan integral de desarrollo patagónico.

Las ciudades están separadas por cientos de kilómetros -dijo Carlos Ferrari, directivo de la Biblioteca Municipal-. Parecen ciudades-Estado. Los griegos de Atenas y Esparta se sentirían en casa si conocieran la Patagonia."

Por Ramiro Pellet Lastra Enviado especial.

Qué encontraron

Acercamiento: un grupo de 150 estudiantes de la Universidad Católica Argentina (UCA) visitó la Patagonia para conocer la realidad socioeconómica de la región costera.

Pesca: los jóvenes se encontraron con que la pesca de merluza, que hace años fue la gloria de Puerto Deseado, corre gran peligro por la actividad irracional.

Ganado ovino: los precios internacionales de la lana están muy bajos, a lo que se suman la sequía y los daños que provocó el volcán Hudson en 1991. Las ovejas comen pasto regado de polvo, que les va limando los dientes hasta inutilizarlos.

Ferrocarril: ya no funciona la línea que unía Puerto Deseado, Las Heras y otras ciudades costeras, por lo que son mínimas las comunicaciones entre las ciudades a orillas del Atlántico. Planes: el año próximo, la UCA planea realizar su viaje de estudios a las islas Malvinas.

Créditos: Este artículo fue plagiado del diario La Nación.

Esta es parte de la realidad que vivimos los patagonicos a puertas de un nuevo milenio. Soportamos las inclemencias del tiempo, los problemas derivados de la explotación del petróleo, el olvido, .....

pero aún estamos Aquí.....

Aunque no merecemos el trato que nos dispensan.

 



 
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