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"Portal a los Hielos Eternos"

Historia

A 200 años de la Reconquista, la primera epopeya de los criollos
 


Hacía años que el Río de la Plata era un objetivo británico.

"Buenos Aires en este momento forma parte del Imperio Británico" (The Times, Londres, 13 de septiembre de 1806). La noticia llegó algo tarde: un mes antes, el 12 de agosto, los porteños ya la habían reconquistado. Fue la primera gesta criolla y ayer cumplió 200 años. Antes, la bandera británica flameó 46 días en el Fuerte.

La perlita del Times es rescatada por un artículo de Gabriel Ribas en la revista "Todo es historia". El diario también especulaba acerca de los beneficios económicos que tendría para el Imperio sumar a Sudamérica como mercado.

Hacía años que el Río de la Plata era un objetivo británico. Convencido de que atacarían Montevideo, el virrey Marqués de Sobremonte había mandado casi todas las tropas hacia esa ciudad.

Buenos Aires estaba desprotegida. Durante días, las naves inglesas, comandadas por Home Popham merodearon el Plata y el único operativo de defensa fue convocar a las milicias. La invasión se concretó en cinco días.
 


24 de junio de 1806. Casa de las Comedias (hoy Reconquista y Perón).

Pese al inminente ataque, Sobremonte está con su familia en el estreno de "El sí de las niñas", de Moratín. Un emisario de Santiago de Liniers, encargado de la posición de Ensenada de Barragán, llega y le avisa que hay barcos ingleses frente a la costa y un cañoneo cruzado.

El virrey deja la función y organiza la defensa desde el fuerte, en la actual Plaza de Mayo. En una madrugada lluviosa y fría, unos 2.000 hombres sin instrucción militar o armas se agrupan en el cuartel de La Ranchería, en Perú y Alsina y en el de Las Catalinas.
 


25 de junio. Playas de Quilmes.

El general William Carr Beresford desembarca con 1.600 soldados bajo una llovizna helada. Durante horas, van y vienen en 20 botes sin que les opongan resistencia. Para hacerles frente, Sobremonte envía al coronel Pedro de Arce, con 400 milicianos y cien blandengues, dos cañones y un obús. Y se limitan a observar.
 


26 de junio.

Ante los primeros disparos británicos, Arce ordena la retirada, una fuga desordenada. Los ingleses avanzan, pero en el Puente Pueyrredón, antes de Gálvez, los espera un piquete.

Son milicianos que logran volar el puente sobre el Riachuelo. Todas las embarcaciones de la margen sur se trasladan a la norte para que no crucen los ingleses.
 


27 de junio.

Las granadas de metralla británicas pueden con cualquier piquete. Unos marineros ingleses cruzan nadando el río y vuelven con botes, con los que improvisan un puente. Los milicianos huyen, llorando. Sobremonte, que instruye para negociar una capitulación, también y se refugia en su quinta de Monte de Castro, hoy Floresta.

Mientras, los invasores avanzan por la avenida Montes de Oca, antes Calle Larga, y por Defensa, entonces de San Francisco. A las 16, ya están en la Plaza Mayor. Por la noche, van a comer a la Fonda de los Tres Reyes, en la actual calle 25 de Mayo, frente a la plaza. Ahí mismo cenan los oficiales españoles con quienes combatieron unas horas antes.
 


28 de junio.

La ciudad capitula y la bandera británica es izada en el Fuerte. Beresford es el nuevo gobernador porteño. En las calles hay indignación. Los milicianos descubren que las municiones que les faltaban estaban almacenadas en depósitos. Encima, Sobremonte se fuga con el tesoro a Luján y sigue viaje a Córdoba.
 


La ocupación.

Beresford intenta ganar el favor de los porteños. Ratifica las leyes españolas, confirma a los funcionarios en sus puestos, se compromete a proteger a la Iglesia y sus propiedades y garantiza que los esclavos seguirán siendo propiedad de sus amos.

Eso sí, establece el libre comercio y nuevas tarifas de importación y exportación. Los comerciantes reaccionan y así se empieza a tramar la recuperación de la ciudad. Hasta se inicia un túnel para volar el fuerte.

Algunos porteños simpatizan con los ingleses. Los oficiales se hospedan en las mejores casas criollas. Las damas homenajean a Beresford regalándole dulces y exquisiteces en fuentes de plata. El desconoce que la costumbre es devolver los recipientes y los embala y manda a Inglaterra.
 


La Reconquista.

Encabezadas por Juan Martín de Pueyrredón, la resistencia se reúne en la chacra de Perdriel, en San Martín. Delatadas por un espía, son dispersadas el 1º de agosto. Mientras, Liniers consigue ayuda en Montevideo, junta mil hombres y avanza en medio de la lluvia.
 


El 10 de agosto.

Llega a Plaza Miserere y sigue hacia la San Martín, donde está el Parque de Artillería. Lo recupera al día siguiente. Hay combates en toda la Ciudad y los ingleses se repliegan hacia la Plaza Mayor.
 


El 12 de agosto.

Los milicianos avanzan desde Retiro por la calle Florida. Envuelven la Plaza, por las calles Reconquista, San Martín, Rivadavia, Hipólito Yrigoyen, Defensa, Balcarce y Paseo Colón. Los ingleses, desalojados de todos los edificios, se defienden desde la azotea de la Recova.

Al final, sólo les queda el fuerte. Hasta que Beresford asoma una bandera blanca y, más tarde, se iza la española. Mueren 400 ingleses y 50 criollos y españoles.

Unos días antes, una patrulla inglesa captura en Luján los caudales del Virreinato. Más de un millón de pesos fuertes, que llegaron a Gran Bretaña en la fragata Narcissus el 12 de septiembre, junto con la noticia de que Buenos Aires era británica.

Era vieja, pero ocho carros trasladaron la fortuna hasta Londres y fueron aclamados por una multitud.
 


La segunda invasión y el mito del aceite

El 18 de mayo de 1803 se desató una guerra entre Francia y Gran Bretaña por la hegemonía europea. Como España era aliada del imperio de Napoleón, Inglaterra puso sus ojos en sus colonias americanas. Gracias a sus espías, sabían que el Virreinato rioplatense estaba desprotegido.

El comodoro Home Popham convenció al primer ministro William Pitt de que valía la pena intentar una invasión. Antes de la primera, Popham tomó Ciudad del Cabo de manos de los holandeses. Y siguió hacia Buenos Aires.

La derrota de 1806 no desanimó a los ingleses. Después de tomar Montevideo, el 28 de junio de 1807, 11.000 hombres comandados por John Whitelocke desembarcaron en Ensenada. El 5 de julio sitiaron Buenos Aires.

Pero además de los 9.000 milicianos reunidos por Liniers, todo el pueblo los enfrentó. El mito dice que les tiraban aceite hirviendo desde los techos. En verdad era agua y "frascos de fuego". Whitelock se rindió dos días después.
 


Créditos:

  • Por Nora Sánchez. Publicado en el Diario Clarín. (13/08/06)
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