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Historia

¿Por qué el Nuevo Mundo tomó el nombre de Américo Vespucio y no el de Colón?
 


Américo Vespucio.

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  • Su nombre es famoso por haber sido quien determinó que las Indias eran en realidad un nuevo continente, a diferencia de lo que creía Colón, pero es menos conocida su experiencia como navegante y explorador de las costas de lo que hoy son los territorios de Venezuela y Brasil. Además, fue el primer europeo en observar la Cruz del Sur, emblemática constelación del cielo sudamericano. En este artículo, un recorrido por su trayectoria, su encuentro con Colón y la cadena de eventos que llevaron a que su nombre, castellanizado (de Amérigo a Américo), quedara definitivamente asociado al nuevo continente.

    Por haber el Nuevo Mundo tomado su nombre y no el de Cristóbal Colón, y porque el número y las fechas de sus viajes siguen siendo cuestionados, así como la exactitud de sus relatos, Américo Vespucio (nombre españolizado del original italiano Amerigo Vespucci) es con frecuencia considerado un impostor.
    Lo cual es injusto, dado que, efectivamente, fue él el primero en captar la dimensión del descubrimiento, contrariamente a Colón, que siguió convencido hasta su muerte de haber alcanzado la costa más oriental de Asia, Américo Vespucio fue el primero en presentir que la América era realmente un continente separado.

    La posteridad supo hacerle justicia.
     


    Un financista florentino

    Nada predestinaba a Américo Vespucio al oficio de navegante. Nacido en Forencia en 1454, pertenecía a una de las familias más ricas de la ciudad, cercana a los Médicis. Muy implicados en la vida artística florentina, los Vespucci eran mecenas de varios pintores, Sandro Botticelli y Domenico Ghirlandaio, entre otros.
    El primero tomó como modelo a la prima de Américo, Simonetta Vespucci, para su célebre tela El Nacimiento de Venus. El segundo representó a toda la familia Vespucci, incluido el joven Américo, en un fresco destinado a la Iglesia de Ognissanti de Florencia, llamado La Virgen de la Misericordia.

    Nieto de Giorgio Antonio Vespucci, religioso dominico y propietario de una de las bibliotecas más ricas de Florencia, Américo asiste a los cursos de su tío en el convento de San Marco. Aunque iniciado en la cultura humanista y en los autores antiguos, se interesa sobre todo por las ciencias, en especial las matemáticas y la física.
    En 1480, acompaña a otro de sus tíos, nombrado embajador por Lorenzo el Magnífico, ante la corte de Luis XI, en Francia, donde permanecerá un año.
    Al morir su padre, en 1483, Américo se hace cargo de los negocios familiares y se convierte en administrador comercial del banquero Lorenzo de Médicis, llamado el Popolano, y de su hermano Juan, primos de Lorenzo el Magnífico.
    Paralelamente a estas actividades comerciales, Vespucio frecuenta a escritores humanistas de renombre, como Agnolo Poliziano y Luigi Pulci. Apasionado por la astronomía y la cosmografía, va reuniendo una enorme colección de mapas y obras especializadas.
     


    El encuentro con Colón

    Ya convertido en hombre de confianza de los hermanos Médicis, Américo Vespucio es enviado en 1492 a Sevilla, por entonces el principal centro económico de Castilla. Allí se convierte en agente del banquero florentino Gianetto Berardi que financia el armado y abastecimiento de barcos españoles así como la trata de esclavos.
    El contacto con los marinos y sus relatos fascinantes despierta de inmediato su interés por la navegación. Muy probablemente, Berardi participó del financiamiento del primer viaje de Colón en 1492. Es en esa ocasión que Vespucio conoce al navegante genovés y, al regreso de éste de las Antillas, lo acompaña a Barcelona, donde es solemnemente recibido por Fernando de Aragón e Isabel de Castilla.

    Durante los meses que siguen, Vespucio participa de los preparativos del segundo viaje de Colón. El florentino descubre su vocación por la exploración y alimenta la esperanza de conocer personalmente las tierras recientemente descubiertas.
    En abril de 1495, Berardi obtiene un contrato para el envío a las Indias de doce carabelas, divididas en tres convoyes, cuya salida se escalonará entre abril y septiembre, con la finalidad de reabastecer la colonia fundada por Colón en la isla Española (en latín, Hispaniola). Pero los retrasos se acumulan y el armador muere ocho meses más tarde sin que un solo navío haya sido aparejado.

    En su calidad de ejecutor testamentario, Vespucio tiene por misión cumplir el contrato. En enero de 1496, una primera flota zarpa con destino a las Indias. Por desgracia, las cuatro carabelas son presa de una tempestad y naufragan. Todo el cargamento se pierde pero afortunadamente sólo perecen tres tripulantes.
    Vespucio se ve obligado a liquidar la compañía comercial de Berardi y se consagra desde entonces a sus propios negocios. A fin de sacar provecho de su experiencia en la provisión de material para las expediciones marítimas, el florentino decide convertirse en navegante.
     


    ¿Fue Vespucio el primero en hacer tierra en la América continental?

    En mayo de 1499, Vespucio obtiene un puesto de astrónomo y cartógrafo en una expedición dirigida por Alonso de Ojeda, un ex lugarteniente de Colón, que zarpa de Cádiz. Alcanzan la costa sudamericana cerca del delta del Orinoco, en el actual territorio de Venezuela. El itinerario seguido luego por esta flota es bastante impreciso. Éste habría llevado a Vespucio a lo largo de las costas brasileñas, un año antes que Cabral, hasta la desembocadura del Amazonas, donde el florentino habría permanecido un tiempo descubriendo su flora y su fauna paradisíacas. La nave de Vespucio habria descendido luego hasta Recife antes de poner proa hacia el noroeste.

    Al llegar al lago de Maracaibo, los españoles descubren una aldea de casas de paja sobre pilotes, entre las cuales los indígenas circulan en piraguas. Es por ello que bautizan a esta región como Venezuela, literalmente, "pequeña Venecia".
    Vespucio habría llegado luego a una isla poblada de "gigantes", que parece corresponder a Curaçao, antes de dirigirse a la Española donde permanecerá dos meses. La expedición regresa a Cádiz en septiembre de 1500, con las naves llenas de perlas y sobre todo de esclavos.
     


    Al servicio de Portugal

    En momentos en que se prepara para un nuevo viaje, Vespucio ve sus proyectos contrariados por una decisión de los soberanos españoles que prohíbe a ciudadanos extranjeros embarcarse en las expediciones de descubrimiento. Vespucio no se da por vencido y se dirige a Portugal donde, respaldado en su experiencia, convence al rey Manuel Iº de confiarle tres naves.
    Su misión: explorar en profundidad las costas de Brasil, descubiertas el año anterior por Cabral. Vespucio zarpa de Lisboa en mayo de 1501, poniendo proa al sur, hasta Canarias, antes de virar al oeste para abordar en agosto la costa noreste de Brasil, a la altura de Ceara, luego de 64 días de travesía.

    Bordeando las costas sudamericanas en dirección al sur, atraviesa el ecuador así como el trópico de Capricornio. Vespucio señala incluso haber alcanzado los 50 grados de latitud sur, es decir, a apenas 650 kilómetros de Tierra del Fuego, extremo sur del continente... Sin embargo su afirmación es poco creíble puesto que no menciona el estuario del Río de la Plata que forzosamente debió haber visto.
    Vespucio navega durante casi un año en el hemisferio sur y descubre una fauna y una flora totalmente desconocidas en Europa. A diferencia de Colón, no está guiado por la búsqueda de metales preciosos, ni por la evangelización de los indígenas. Su enfoque es antes que nada de orden científico. Sus notas sobre las costumbres de las poblaciones autóctonas del litoral brasileño son de considerable interés etnológico y antropológico y son muestra de un auténtico talento para la observación.

    Para facilitar la navegación en el hemisferio sur, Vespucio trata de encontrar nuevos puntos de referencia astronómicos. Descubre así constelaciones invisibles desde Europa, cuyo movimiento anota. De este modo, es uno de los primeros europeos que observa la Cruz del Sur, la más célebre constelación del hemisferio sur, representada hoy en las banderas australiana, neozelandesa, brasileña, de Samoa y Papúa.
    Vespucio se dedica también a observaciones nocturnas de la luna que le permiten calcular mejor la longitud y determinar la distancia este-oeste recorrida. Estas constataciones lo llevan a deducir la existencia de una tierra extremadamente vasta.

    Durante 16 meses, Vespucio navega por la América austral. Un viaje de gran impacto y que lo convence de estar ante un nuevo continente.
    Sobre todo, y al revés que Colón que sigue convencido de que las tierras que ha descubierto constituyen la parte más al este de Asia, Vespucio piensa que se trata de un continente distinto. De dieciséis meses de duración, este viaje por la América austral tendrá enorme impacto y le abrirá la vía a Magallanes veinte años después.
    Entre mayo de 1503 y junio de 1504, Vespucio habrá participado de una nueva expedición, siempre patrocinada por el rey de Portugal. Comandado por Gonçalo Coelho, este cuarto viaje, sobre el que subsisten serias dudas, lo habría llevado nuevamente a Brasil, hasta el puerto de Bahía, a través de la isla Fernando de Noronha.
     


    Regreso a Sevilla

    Después de esta última expedición, Vespucio regresa a Sevilla donde se reencuentra con Colón con quien sigue manteniendo excelentes relaciones. En febrero de 1505, Vespucio se dirige a la corte de Fernando de Aragón, con una carta de recomendación de Colón en el bolsillo. El Rey le confía nuevas expediciones con el objetivo de descubrir un paso hacia el oeste.
    Vespucio se muestra tanto más receptivo a esta propuesta del soberano español cuanto que los portugueses habían dado muestras de cierta ingratitud hacia él y habían retribuido mal sus servicios. Dos meses después, recibirá la nacionalidad castellana así como una pensión.
    Mientras sigue a disposición de la Corona, Vespucio retoma sus actividades de armador. Recibe el encargo de montar, junto con Vicente Pinzón, una expedición hacia las islas Molucas (al este de la actual Indonesia), de la cual debe participar como capitán de un navío. Adquiere parte del abastecimiento pero el proyecto finalmente es abortado, por lo que se ve obligado a vender el equipo reunido.
     


    El éxito de Mundus Novus

    Al mismo tiempo, el nombre de Vespucio empieza a ser conocido en toda Europa. Sucede que el navegante le relató su tercer viaje a Lorenzo de Médicis y una compilación de sus cartas fue publicada bajo forma de libro en latín con el título Mundus novus (Nuevo Mundo).
    Este texto constituye el primer testimonio sobre el Nuevo Mundo relatado de modo científico y desprovisto de todo sentimiento religioso o misionero. En esta obra, de la que en realidad nada prueba que él sea realmente el autor, Vespucio describe la naturaleza lujuriosa y paradisíaca de las nuevas tierras, los cuerpos agraciados de las mujeres, el canto melodioso de las aves y los colores resplandecientes de los papagayos.

    Menciona allí animales totalmente desconocidos en Europa, como las anacondas o las iguanas, y evoca largamente sus encuentros con los indígenas, insistiendo sobre su desnudez, su sencillez, su buena disposición y sobre todo... ¡su libertad sexual!
    Vespucio relata también combates con indígenas belicosos y expresa su horror ante los rituales caníbales, descriptos así por primera vez, y de los que un miembro de su expedición fue víctima.

    Inmediatamente después de Mundus novus, el relato de los cuatro viajes de Vespucio también es publicado a partir de las cartas dirigidas por el navegante a su amigo de infancia, el político florentino Pier Soderini. La percepción del mundo y el estilo vivo e imaginativo usado por Vespucio responden perfectamente a las expectativas del público letrado y ambas obras conocen de inmediato un éxito resonante.
    Las cartas de Vespucio son traducidas a varios idiomas y circulan por toda Europa, al punto de convertirse en los textos del momento más difundidos desde la invención de la imprenta, medio siglo atrás.
     


    Vespucio da su nombre a América

    En 1507, el cartógrafo Martin Waldseemüller, canónigo de Saint-Dié (en los Vosgos) y apasionado por la geografía, publica un tratado de geografía titulado Cosmographiae Introductio en el cual por primera vez se presenta una descripción del Nuevo Mundo, acompañada de una carta de Vespucio dando cuenta de sus exploraciones. El autor propone bautizar al continente "América" en honor a quien cree es su descubridor, Américo Vespucio.
    Ese toponimio es retomado en el mapa de Waldseemüller que acompaña la obra, mapa donde figura por primera vez el término "América". Publicado en 1507, el atlas tiene un gran éxito y se venden 1000 ejemplares en pocos meses, contribuyendo a la popularización del nombre "América".
    Treinta años después, Mercator retomará la palabra « América » en sus planisferios. Vespucio fue totalmente ajeno a este asunto, en tanto que Colón no pudo ofuscarse ya que murió un año antes de la publicación del atlas.
     


    Piloto mayor de Castilla

    En 1508, Vespucio es nuevamente convocado a la corte de Fernando, en Burgos. Sus servicios son al fin recompensados por el Rey con el nombramiento de "Piloto mayor de Castilla" de la Casa de Contratación, una institución basada en Sevilla, creada unos años antes para controlar el comercio y la navegación con el Nuevo Mundo.
    Con un sueldo anual de 50.000 maravedíes más otros 25.000 de gastos de representación, Vespucio es encargado de la dirección de una escuela de navegación, habilitada para otorgar una licencia a todos los navegantes en viaje hacia el Nuevo Mundo.

    Su misión principal es la gestión de los registros cartográficos e hidrográficos de las tierras descubiertas por Colón, que debe actualizar constantemente en función de las nuevas exploraciones realizadas. Vespucio está igualmente encargado de elaborar un patrón cartográfico que servirá para diseñar todos los mapas de navegación.
    Impedido de volver a embarcarse por sus nuevas funciones, se instala definitivamente en Sevilla donde consagra todo su tiempo a estas tareas, tratando de elevar el nivel de conocimientos de los marinos españoles, con frecuencia iletrados y poco formados en lo técnico y científico. Vespucio inicia a los futuros navegantes en la cosmografía y en la astronomía; les enseña también sus métodos para la determinación de la longitud así como el manejo del cuadrante y del astrolabio.

    A la vanguardia del progreso técnico, planea crear naves cuyo casco esté revestido de plomo.
    Vespucio está tan apasionado por su tarea que distribuye su mapa patrón a quien se lo pida.
    Inquieto por la divulgación de los descubrimientos españoles, el rey Fernando debe intervenir personalmente para exigir que de ahí en más el navegante sólo entregue sus preciosos mapas a las personas expresamente designadas por él.
    Atacado por el paludismo que seguramente había contraído en su último viaje, Vespucio muere en Sevilla el 22 de febrero de 1512, pocos años antes de que Magallanes realice su sueño al dar por primera vez la vuelta al continente al que habrá legado su nombre.
     


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