Caleta Olivia - Santa Cruz - Argentina
"Portal a los Hielos Eternos"

Historia

El Hombre Prehistórico Santacruceño
 


Secuencia cronológica cultural

La primera ocupación humana registrada hasta el presente (1992) en Patagonia fue documentada en 1973 por Agustín Cardich, en las excaavaciones efectuadas en la Cueva 3 de la Estancia Los Toldos, en la provincia de Santa Cruz.

Una muestra de carbón proveniente de la capa estatigráfica inferior permitió fechar la ocupación en 10.600 años A.C., otorgándole la misma antigüedad a todos los hallazgos arqueológicos que la misma contenía. Recibió el nombre de Nivel II.

Esta ocupación se caracteriza por la presencia de instrumentos unifaciales (trabajados en una sola cara), con retoque marginal (en el borde), hechos sobre lascas anchas grandes. Los instrumentos hallados son raspadores, cuchillos y, especialmente, raederas.

El segundo período lo ubicamos entre los años 7.300 A.C. al 5.300 A.C. y recibe el nombre de Toldense.

Los instrumentos se caracterizan por estar realizados sobre lascas de tamaño mediano o grande, con retoque marginal. Se destacan en este período los raspadores, raederas, cuchillos y perforadores.

Aparecen instrumentos trabajados en ambas caras (técnicas de retoque bifacial), en especial puntas apedunculadas (sin pedúnculo), de forma triangular y de base recta.

Aparecen restos de bolas de piedra, picada o pulida. También aparecen algunos instrumentos de hueso y madera.

Le sigue a este período El Casapedrense, con una antigüedad que va del 5.300 A.C. al 1.330 A.C.. Se caracteriza por la aparición de la técnica de la obtención de láminas y hojas (como bases para la elaboración de instrumentos), raspadores, cuchillos. Aparece la bola de piedra con surco ecuatorial.

Durante el lapso transcurrido entre el 1.400 A.C. y los comienzos de la era, encontramos Industrias Transicionales, que se distinguen de la anterior por la aparición de láminas cortas y la disminución del tamaño de los instrumentos.

Mujer mapuche, regresando a su comunidad con su hijo.

Los raspadores en su mayoría son con filo frontal. Entre los restos aparecen resabios de pigmentos naturales, ocre rojo y violáceo.

El Patagoniense es aproximadamente, del 40 D.C. al 240 D.C. son comunes en este período los raspadores frontales de filo corto, pero también aparecen raspadores con sus bordes laterales retocados. En este período aparecen las puntas pedunculares de limbo (hoja) triangular, con aletas y trabajadas de ambas caras (retoque bifacial).

Como Tehuelchense se conocen los conjuntos de ocupación tardías del Patagoniense "cerámico", al que se suman la elaboración de instrumentos de piedra muy pequeños (microlitismo).

Este proceso de desarrollo regional habría de culminar en la etnia tehuelche, que fue conocida por los primeros exploradores y viajeros.

Los últimos grupos aborígenes tehuelches -cazadores de guanacos- fuertemente influídos por los araucanos, transitaban los cañadones y mesetas desde el Estrecho de Magallanes hasta Carmen de Patagones.

La ocupación de los campos de pastoreo trajo como consecuencia el desplazamiento de los grupos aborígenos, que muy pronto se vieron circunscriptos a unos pocos rincones del territorio, donde escondieron celosamente sus costumbres y creencias, dejando morir una tradición que sin duda los había unido a las últimas manifestaciones del arte rupestre.

 


Los Cazadores de la Patagonia.

Se trata de pueblos que hablan lenguas de una familia lingüistica propia, la tehuelche, patagona o chon, significando este último nombre "Hombre" o "Gente" en su propia lengua.

Básicamente los tehuelches se dividían en tres grupos: Los Téhuesch, los Payniken y los aónikek; siendo estos últimos los que habitaron en nuestro territorio.

Eran pueblos fundamentalmente cazadores nómades,especializados en la caza del guanaco, del choique y de otros animales menores. El nombre patagón les fue dado por el español (desconociéndose su orígen).

El de tehuelche les fue dado por el auracano, significando "Gente Arisca" o "Gente Brava".

A los efectos de su descripción, primero trataremos su cultura antigua, es decir que no estaba influída por los elementos introducidos por el blanco.

Luego se tratará la reciente, con posterioridad al 1700 (introducción del caballo por el hombre blanco).

 


Cultura Antigua.

La caza era su medio económico fundamental añadiéndose la recolección de raíces comestibles, que eran secadas para conservarlas o comerlas crudas o asadas.

De algunas semillas hacían harinas y la consumían tostadas o preparando una especie de tortas; en las costas recogían pescados y mariscos; consumiendo el pescado asado. A veces encontraban alguna ballena encallada y utilizaban su carne.

La caza se realizaba fundamentalmente con arco. Se realizaban también batidas con grupos de cazadores, disfrazados de animales, y utilizando señuelos vivos. El fuego lo obtenían por giración.

La vivienda era la mampara de cuero, y posteriormente adoptaron de los pueblos pampeanos el toldo.

Indios ranqueles en nuestra Patagonia.

La vestimenta era el manto de pieles pintado y usado con el pelo hacia adentro; utilizaban una especie de macasín con paja en su interior.

La organización social era por bandas, compuestas por varias docenas de familias, las cuales eran polígamas en la medida que las riquezas de los individuos lo permitiera, ya que el casamiento se efectuaba por compra. Las bandas tenían caciques hereditarios y cada uno disponía de un territorio propio.

Los viejos, hombres y mujeres, se dedicaban a la medicina y la hechicería. Loss muertos eran enterrados en posición horizontal en las cimas de las colinas, cubriendo las tumbas con piedras. Estas tumbas recibían el nombre de Chenques.

En cuanto a sus creencias, poseían un rico volúmen de relatos, a los que dividían : ciclo cosmogónico, ciclo del héroe civilizador y ciclo de animales y plantas.

Lo precedente corresponde a los patagones antiguos, anteriores a la aparición de la cultura del caballo. La introducción de esta nueva cultura se produjo por la influencia de los génakenk y araucanos, y ocurre hacia mediados del siglo XVIII.

 


Estracta: Libro "Ventisquero" de Silvia María de Lourdes Parisi y César Augusto Gribaudo.

 



 
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