Caleta Olivia - Santa Cruz - Argentina
"Portal a los Hielos Eternos"

Aves de la Patagonia

Paloma Montera (Zenaida auriculata)
 


A pesar de ser un ave común y encontrarse siempre en grandes bandadas, no deja de ser interesante su observación.

En nuestra Patagonia es corriente hallarla tanto en las zonas boscosas como en las mesetas, así sean éstas desérticas o con arbustos formando pequeños montes.

Pertenece a una de las 289 especies que habitan en el mundo aunque ésta no sea tan vistosa como algunos ejemplares de palomas.

Existen algunas de variadísimos matices de colores, y su tamaño oscilan desde un poco mas grande que un canario hasta otras que alcanzan el de un gallo de riña.

Los hábitos de nuestra monterita son similares al del resto de sus hermanas de especie; por un lado son monógamas, es decir que esencialmente eligen a su pareja en forma definitiva y por otra la construcción del nido la realizan precariamente.

La postura en la mayoría de estas aves es de dos huevos blancos, pero un limitado número de ellas los pone de color tostado o crema.

A diferencia de otras aves, las palomas monteras hacen la incubación cambiada: de noche la hembra y de día el macho. Cuando toca el cambio, el macho arrulla y gira sobre el mismo lugar. Por lo general lo hacen dos veces al día, al amanecer y al caer la noche.

El nido está formado desprolijamente con escasas ramitas y en ocasiones, si la horqueta del árbol tiene algún hueco que pueda sostener los huevitos, allí los depositan desprovistos totalmente de pajitas.

Ponen dos huevos completamente blancos y lustrosos; la incubación varía de 15 a 18 días. Los pichones nacen con los ojos cerrados, permaneciendo de esta manera durante unos tres días.

En estos primeros momentos están provistos de ralos plumones, pero a la semana ya están emplumados. Durante la primer semana las crías son cuidadas por los padres y alimentadas con una sustancia regurgitada, llamada comúnmente «leche de paloma»; para suministrarle este alimento el adulto inserta su pico dentro del pico del pichón.

De 12 a 18 días permanecen las crías dentro del nido, pero pasados los primeros desde su nacimiento son alimentados con comidas sólidas, compuesta de semillas y granos; también ingieren algunas piedrecillas que ayudan a la trituración en el buche.

Tanto en los pequeños como en los adultos no es posible diferenciar el sexo de las palomas por el plumaje; esto se puede discernir en cambio al observar el tamaño, el macho es mas corpulento. Además éste, en época de celo, danza girando sobre sí mismo en forma circular, con un continuo arrullar y al mismo tiempo acompaña su cuerpecito con un movimiento como si fuera de sube y baja.

La paloma montera como sus similares, tiene una particularidad que la diferencia de los demás seres alados, cuando toma agua no lo hace a gorgoritos, sino que introduce el pico en el agua y succiona el líquido en forma continua.

Su plumaje ayuda a esta ave a pasar inadvertida en muchos casos, pues se mimetizan muy fácilmente con el medio en que viven.

Cuando se traban en riña, lo hacen solamente en época de apareamiento. Su defensa consiste en levantar las alas, castigando al oponente, por supuesto en una forma casi inofensiva.

Contra sus enemigos naturales, la naturaleza la ha provisto de plumas apenas adheridas a su cuerpo, de forma que cuando es atacada por las aves de presa, especialmente por el halcón, éste tiene que ser muy certero o de lo contrario quedará solamente con algunas plumas en sus garras.

Mientras este rapaz cree en su éxito y hasta que descubre el engaño, ya la paloma se ha alejado fuera de peligro.

 



 
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