Caleta Olivia - Santa Cruz - Argentina
"Portal a los Hielos Eternos"

Aves de la Patagonia

Tero (Belonopterus cayennensis)
 


Esta interesante ave que habita en toda la República Argentina es un elemento de gran utilidad para el saneamiento del campo, servicios que presta al consumidor en él gran cantidad de insectos.

Es un verdadero centinela en el lugar donde vive, ya sea en las orillas de la planicie, cuando un intruso invade sus dominios su voz estridente y el característico "tero-tero" alerta a sus congéneres y alerta a otras aves de las cercanías.

En estas aves no se define el sexo por la forma o el plumaje, es decir que tanto la hembra como el macho son iguales notándose solamente un poco más chica la primera, en la época de crianza se los ve siempre en parejas por la orilla de bañados.

Cuando termina este ciclo se reúnen en colonias de veinte o más ejemplares, recorriendo juntos los lugares mencionados o pleno campo salvando grandes extensiones en busca de alimentos.

Es un animal de costumbres no migratorias.

A pesar de ello, en la Patagonia Argentina si los fríos son muy intensos, buscan zonas más cálidas; pero la razón de su alejamiento no se debe tanto al clima sino a la falta de alimentos.

En zonas cercanas a nuestra ciudad (Comodoro Rivadavia) se los puede ver en los vallecitos de El Tordillo, Manantiales Behr, etc. Y en todas las lagunas y arroyos de la provincia (Chubut) como en el resto de la Patagonia.

Estas aves hacen siempre su nido en sitios completamente desmantelados y secos.

Deposita en él cuatro huevos blancuzcos con muchas manchitas grisáceas.

En cada ambiente tanto los nidos como los huevos se mimetizan; es esa la única defensa que la naturaleza les brinda.

A las tres semanas de empolladura nacen los pichones.

Su cuerpo se asemeja a una pequeña bola con delicados plumones; su tono es gris oscuro con manchitas muy pronunciadas, y las patitas y el pico, negros.

Apenas nacen ya están en condiciones de abandonar el nido, pero siempre protegidos por el padre hasta que aprenden a volar, cosa que sucede a las cuatro semanas aproximadamente.

Nunca vuelven al nido para pasar la noche; la madre los cobija de la misma forma que lo hace la gallina con sus pollitos, en el lugar en que se hallan al entrar la oscuridad.

Si el tero ve algún intruso mientras está con sus pichones, hace una señal y por encanto estos desaparecen.

Después se desliza muy pegado al suelo hasta que están a prudente distancia del lugar donde dejó a los polluelos, comienza luego a gritar con gran alboroto y a realizar vuelos rasantes sobre el intruso si es una persona, y a veces en sus picadas, logran tocarlo.

Si llega a ser un ave de rapiña o felino, se traba en lucha con él y con los pinchazos agudos de lo fuertes espolones rojos que lleva en las alas, en la mayoría de las veces logra alejarlos.

Sorprendidos mientras empollan o están con sus crías, confunden al visitante al correr dando volteretas y simulando estar heridos un largo trecho hasta alejarlos del lugar del lugar, burla así a su eventual enemigo de una manera muy astuta.

Esta ave, estilizada y elegante, posee una habilidad elegante para despistar el lugar que eligió para hacer su nido, confunde siempre a los observadores dando gritos bastante lejos de su real ubicación.

Para llegar a la laguna de la Flecha y poder apreciar en detalle y cantidad los hábitos de estos pájaros, conjuntamente con la de otras aves de costumbres lacustres, debe partirse de Colonia Sarmiento, cruzar el falso Senguer, brazo del río que desemboca en el lago Colhué Huapi, y seguir hacía el Norte donde nos encontramos con el cerro Challao y finalmente con la mencionada laguna, rica en ejemplares de fauna patagónica.

 



 
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