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René Quinton

 


René Quinton.
René Quinton nació el 15 de diciembre de 1866 en Chaumes-en-Brie, hijo de Marie Amyot y de Paul Quinton, médico del municipio de Chaumes. Estudió Bachillerato en el instituto Chaptal de París.

Su padre deseaba que fuese ingeniero o doctor en medicina (él mismo pertenecía a una estirpe de médicos). Finalmente, René Quinton prefirió consagrarse a la literatura. Escribió durante largos años novelas y obras de teatro, con Gustave Flaubert por modelo. A los 22 años, emprende viajes por los países mediterráneos y estudia Geología, Paleontología y Biología, en el Museo Nacional de Historia Natural.

En 1895, a la edad de 29 años, René Quinton emite, tras la observación de una víbora, una primera teoría sobre la temperatura de los organismos vivos, que se convertirá en la ley de constancia térmica. Su método riguroso de investigación lleva a muchos científicos a interersarse por sus hipótesis.

Étienne-Jules Marey, presidente de la Academia de Ciencias de Francia, se apasiona por sus trabajos y le abre las puertas de su laboratorio y la vía de la experimentación. El interés de este famoso y respetado científico le aportan la consideración y credibilidad que su juventud y su camino autodidacta le niegan; Quinton le dedica algunos años después su obra de referencia "El agua del mar, medio orgánico" (1905).

Quinton prosigue sus estudios de biología tomando el concepto de "medio interior", elaborado algunos decenios antes por Claude Bernard y lo rebautiza como «medio vital».

Sugiere la hipótesis de que el líquido en el que se bañan las células es idéntico al líquido marino original.

Esta teoría, sin duda la más importante de su obra, se verá confirmada por una serie de experiencias y tendrá en su época un impacto terapéutico, filosófico y político considerable. En una época en que se pensaba que sólo una pequeña cantidad de átomos componían la matería viva, Quinton afirma que el agua del mar contiene todos los elementos y es pionero en dar importancia a estos elementos presentes en cantidad mínima en el cuerpo, los oligoelementos.

Quinton elabora una tercera ley, de constancia osmótica, que traduce la tendencia de la materia viva a preservar la concentración salina de los orígenes, y emite la hipótesis de una cuarta ley, de constancia lumínica, que traduciría la capacidad de los organismos fosforescentes a producir luz para mantener la alta actividad celular de ciertas especies.

En 1897, el tratamiento marino comenzó en numerosos hospitales parisinos. El 26 de marzo de 1907, Quinton abre en París el primer «dispensario marino».

Su éxito (300 inyecciones por día) conduce a la creación de otros dispensarios, en París y pronto en numerosas ciudades de Francia y del extranjero. La princesa Elena, hermana del rey Eduardo VII de Inglaterra, acude a visitar y observar el trabajo efectuado en el dispensario a fin de dirigir en persona el que ella quiere crear en Londres.

René Quinton es entonces célebre y popular en toda Francia, y fuera de sus fronteras. Sus trabajos se muestran y discuten en diversos campos, incluida la política (la izquierda y la derecha para encontrar una justificación ideológica) y en filosofía (en el campo del evolucionismo las teorías del científico ofrecen una nueva perspectiva que encuentra la hostilidad de los darwinistas).

Paralelamente a sus trabajos en biología, el investigador se apasionó por la aeronáutica, un campo en el que también fue pionero. Fundó y presidió la Liga nacional aérea, que reunía a personalidades como Henri Deutsch de la Meurthe, Paul Painlevé o incluso Ernest Arcediano. Su pasión lo condujo a sensibilizar a la opinión pública y a convertir a industriales y políticos al sueño de la aviación. La liga creó la primera escuela de vuelo en el mundo en Juvisy, dirigida por Fernando Ferber.

En 1914, René Quinton tiene 48 años. Aunque está libre de cualquier obligación militar, su patriotismo lo lleva a alistarse en la artillería en el mes de agosto. Durante cuatro años, deja de lado su obra. Herido varias veces, sus hazañas le valen los elogios del Mariscal Ferdinand Foch: «Oficial de la más rara intrepidez de quien es imposible enumerar los actos de valentía... Ha demostrado ser un comandante excelente, con la mayor autoridad y sabiendo obtener de su personal el máximo rendimiento».

René Quinton muere el 9 de julio de 1925 en Grasse, a la edad de 58 años, de una parada cardiaca. A su funeral acuden numerosos desconocidos que se mezclan con personalidades del mundo científico, político y literario.

La obra de René Quinton, cuyo éxito fue deslumbrante en vida, rápidamente ha caído en una relativa oscuridad.

Su método terapéutico sigue siendo una práctica generalizada en Francia y en el extranjero, en el contexto de medicamentos denominados «no convencionales».  


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