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Día del Inmigrante

 


Captura de video. Los residentes de Bolivia en Comodoro y Caleta en la categoría “Comparsas Adultos” se alzaron con los dos primeros trofeos. El campeón fue la comparsa “Pujllay Tarabuco”, y el subcampeón, “Fraternidad Tinkus”.

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    «Comunidad Boliviana en el Carnaval 2010 1/2». (01:33).

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  • El Día del inmigrante en la Argentina, se celebra los 4 de septiembre de cada año desde que se la estableció mediante el Decreto Nº 21.430 del año 1949, siendo presidente Juan Domingo Perón.

    Se eligió esa fecha para recordar la llegada de los inmigrantes al país en recuerdo de la disposición dictada por el Primer Triunvirato en 1812, que ofreciera “su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio”.

    En 1812 el primer decreto del Primer Triunvirato sobre fomento de inmigración estipulaba que el gobierno argentino ofrece su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a su familia que quieran fijar su domicilio en el territorio del Estado, asegurándoles el pleno goce de los derechos del hombre en sociedad con tal de que no perturben la tranquilidad pública y respeten las leyes del país.

    El preámbulo de la Constitución de la Nación Argentina hace referencia, desde 1853, a "todos los habitantes del mundo que quieran habitar el suelo argentino" y en su artículo 25 reafirmaba el fomento a la inmigración:

    "El gobierno federal fomentará la inmigración europea y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes".

    El decreto de 1949 expresa que el documento del Triunvirato “fue, en verdad, el punto de partida de una ininterrumpida serie de actos de gobierno; que a través de leyes, decretos y reglamentaciones estimuló, protegió y encauzó la inmigración” y destaca “…la conveniencia de que se rinda un permanente y público homenaje al inmigrante de todas las épocas, que sumó sus esperanzas a la de los argentinos, que regó la tierra con su sudor honrado, que ennobleció las artes, mejoró las industrias...”.
     


    Inmigración europea. 1880 – 1914

    Uno de los principales factores de cambio que dio lugar a la transición desde la Argentina tradicional a la moderna fue la inmigración. Y sin ella no es posible comprender la Argentina contemporánea.

    No hubo otro período en el que la proporción de extranjeros en edad adulta haya sido tan significativo; por más de setenta años, el 60% de la población de la Capital Federal y casi el 30% en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, eran inmigrantes. La europeización del país y la modificación del carácter nacional, tan anhelados por la generación del ochenta, la elite política del momento, se tradujo en una política inmigratoria abierta.
     


    Etapas de la inmigración

    Hasta 1880, a través de las políticas de poblamiento, se intentó promover la agricultura, la ganadería y la red de transportes, para luego industrializar el país. Dentro de la heterogeneidad de la corriente inmigratoria, casi la mitad provenía de Italia, especialmente del sur, y una tercera parte de España.

    Luego de 1880, comenzó la segunda etapa. A partir de aquí se buscó mano de obra para una producción agrícolo–ganadera masiva, pero pocos inmigrantes lograron ser propietarios. Ante el fracaso del plan de adjudicación de tierras en propiedad, el inmigrante se transformó en arrendatario o peón y buscó asilo en los centros urbanos.

    Así, las políticas de poblamiento fracasaron. Igualmente, al ser la inmigración mayoritariamente masculina, se ocupó de actividades rurales, favoreciendo el desarrollo de una economía agrícola que permitió que el país se convirtiera en el principal exportador de trigo en el mundo cuando, hasta 1870, la Argentina lo importaba.
     


    La estructura social

    Como consecuencia del proceso inmigratorio, la estructura social argentina se volvió más compleja, a la vez que con el aumento de los sectores medios y populares, se produjeron cambios en la cultura política.

    Si bien creció el número de industriales y comerciantes, la clase alta se cerró frente al inmigrante, reteniendo la riqueza y el prestigio (basado en la "antigüedad y los antepasados") y el poder político–económico asociado a la propiedad de la tierra.

    La estructura de clases de entonces puede ser dividida en cuatro segmentos. El primero estaba representado por la clase alta o aristocrática, la cual hasta 1914 representó al uno por ciento de la población. La siguiente era la alta clase media que, aunque próspera, era dueña de escaso prestigio social.

    La baja clase media no poseía fuerza económica ni poder social, pero vislumbraba alguna posibilidad de ascenso. Finalmente, la clase baja, que representaba a los dos tercios de la población, ocupaba la base de la pirámide social.

    El tipo argentino, en tanto, fue cambiando. La clase dominante, estaba compuesta por ganaderos, estancieros, comerciantes, abogados y políticos. Las clases medias iban fraguándose con la inmigración a través de su participación en la economía y en el proceso de aculturación modernizante.

    Las clases bajas, distribuidas a lo largo y a lo ancho de todo el territorio, recordaban la dualidad del país. Para gobernar la Argentina moderna fue preciso incorporar a los inmigrantes, sin resquebrajar la integridad nacional.

    Entre 1902 y 1910, se operaron cambios en la estructura social, los que produjeron fuertes fisuras en el sistema político. La guerra en Europa alentaba la entrada de inmigrantes que buscaban nuevos lugares para su bienestar.

    La guerra del ´14 no sólo interrumpió el flujo inmigratorio, sino que también convocó a los nacionales beligerantes, lo cual explica el saldo inmigratorio negativo del período 1914–1918.

    Sin embargo, Argentina logró retener a los hijos de los extranjeros de las primeras olas, proclives tanto al ascenso social como a la participación política. Muchos de ellos habían obtenido títulos universitarios, los que sumados a la actividad de sindicalistas anarquistas, provocaron las tensiones que caracterizaron al país a principios de siglo.

    La población urbana se duplicó. Y fue la clase media el estrato con mayor desarrollo, gracias a la contribución de los extranjeros; en él, crecían los sectores dependientes (empleados, funcionarios, técnicos).

    A la vez, fue en los centros urbanos donde se acentuó el ascenso social, favoreciendo la integración de todos los estamentos en el orden social vigente.
     


    Créditos:

     



     
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