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Siete mil europeos apadrinan a chicos pobres argentinos
 


El apadrinamiento a distancia es un sistema muy difundido en Europa.

"Apadrina a un niño de Argentina. En Argentina diariamente mueren 100 niños de hambre y de enfermedades evitables. Todavía estás a tiempo de ayudarlos". Este aviso se publicó, entre fines de 2002 y febrero de 2003, en "El País", el diario más importante de España.

La crisis, al sacar a la superficie dramas que se venían incubando desde hacía años, puso al país en la lista de los que estaban en emergencia. Hubo un llamado internacional. Y hubo respuesta.

El apadrinamiento a distancia es un sistema muy difundido en Europa. Desde hace décadas, diferentes entidades solidarias hacen circular, por ejemplo, fotos de nenes africanos, en su mayoría con visible desnutrición, para convocar padrinos de países desarrollados. La novedad, desde 2002, es que se sumó Argentina.

En España, a la cabeza del sistema está la organización no gubernamental Comparte. Es la misma que publicó los avisos en "El País" y que, en octubre pasado, montó una carpa blanca en pleno centro de Barcelona para difundir su búsqueda de padrinos para chicos argentinos. Consiguió 1.500.

La movida también se siente fuerte en Italia, donde se aprobó una ley para regular el padrinazgo a distancia. Allí, la Asociación de Voluntarios para el Servicio Internacional (AVSI) y la organización Italia Solidaria reunieron 4.000 padrinos para Argentina. En tanto, la entidad internacional Aldeas Infantiles SOS sumó 1.800 interesados en Alemania, Noruega, Dinamarca y Holanda.

Entre todas estas asociaciones nuclean a 7.300 ciudadanos europeos que "adoptaron" chicos argentinos pobres, que viven o reciben asistencia en hogares o centros comunitarios.

El sistema de padrinazgo es simple. Los padrinos aportan una suma fija de dinero por mes o por año —según la institución— y periódicamente reciben información, fotos y cartas de su ahijado.

Es una forma de apoyar económicamente a los hogares, pero a través de una carita concreta, una sonrisa, una historia personal y un vínculo que es posible seguir en el tiempo.

Las reglas son claras para evitar situaciones riesgosas para los menores: siempre hay una institución intermediaria, los chicos sólo son contactados por carta, no pueden recibir dinero y, en la mayoría de los casos, no se permite que sean invitados a viajar. La forma de conocerse es mediante una visita del padrino.

"Empezamos a trabajar en 1998 con Honduras, Chile y Ecuador. Y en noviembre de 2002 decidimos incorporar a la Argentina por la crisis. Los españoles tienen muy buenos lazos con América Latina y compartir el idioma facilita el diálogo por carta. En España, apadrinar es habitual, lo novedoso es que sea a argentinos", relata a Clarín Marcelo Alvarez, de Comparte.

En la AVSI italiana, el sistema se llama "sostén a distancia". Una de las responsables del proyecto en Argentina es Antonella de Giorgi. Su trabajo en el país empezó en 1999, en Santa Fe, Córdoba y Bahía Blanca. Y en octubre de 2002 se contactaron con la obra del padre Mario Pantaleo, en La Matanza, para apadrinar chicos de ese hogar y crear un proyecto socioeducativo.

"Subrayamos la relación humana, porque la idea es acompañar al chico en todos los aspectos, más allá del apoyo económico. Hemos apadrinado a chicos africanos hasta la universidad. Esto les fortalece la autoestima", describe De Giorgi, de AVSI.

La asociación Italia Solidaria trabaja con menores del Gran Buenos Aires y Catamarca. "No buscamos únicamente juntar fondos sino que todos se involucren en la relación con el bambino", explica Daniela Fortini, miembro de esta organización.

Los padrinos españoles de Comparte tienen sus ahijados en dos hogares y en seis centros comunitarios, todos de la asociación El Arca, de Moreno. "Trabajamos con chicos que vivían en la calle", cuenta Betina Perona, presidenta de la entidad, abogada, embarazada y dedicada tiempo completo a este trabajo social desde hace 17 años.

Lo que hace El Arca para Comparte es enviar la base de datos de chicos que necesitan ser apadrinados. En este caso, los padrinos aportan 18 euros por mes y tres veces por año, como mínimo, reciben noticias del ahijado. "Parte de la cuota es para que Comparte siga trabajando, y el resto es para mantener nuestra institución y los programas en los que están los chicos", cuenta Juan Penen, psicólogo y responsable de apadrinamiento.

"El año pasado vinieron 24 padrinos españoles a conocer a los chicos personalmente. Es muy fuerte. Algunos viajan sólo para eso. Y se les parte la cabeza al ver tanta pobreza", reflexiona Perona. Según aclara, "si bien no buscamos lo afectivo, a veces se da".

Los chicos apadrinados lo entienden, agradecen y valoran. El padrinazgo a distancia funciona como una suerte de confirmación: son parte de este mundo y hay personas que se interesan por ellos, aunque vivan lejos, a miles de kilómetros.  


Estracta: De Yanina Kinigsberg (yaninak@clarin.com) para Diario Clarín. (31/01/04)

 



   
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