Comodoro Rivadavia - Chubut Argentina
"Capital del Viento"

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Un trotamundo del aire pasó por la tierra de los vientos
 


El aventurero suizo con su Piper Comanche 260C al iniciar su viaje el 11 de noviembre de 2006.

Mirski Wojciech es un médico anestesista que vive en la localidad suiza de La Chaux de Fonds. Tiene 57 años, dos hijos, una esposa de nacionalidad chilena y es aviador desde 1990.

Excéntrico, aventurero, amigable, pasó por Comodoro Rivadavia interesado especialmente por el histórico hangar en el que aterrizaban Antoine de Saint Exupéry y Jean Mermoz en el inicio de la era de la aviación.

En el aeródromo ‘Trece de Diciembre’ en el que hizo una escala entre la tarde del martes y el mediodía de ayer, hizo amigos y cenó en el centro de la ciudad, acompañado por una pareja comodorense que conoció en Chile durante las Pascuas, Romina Rowlands y Federico Gayoso.

Wojciech tiene una meta: hacer el viaje más largo que ha sido posible hasta ahora con una avioneta. Pilotea un Piper Comanche de un solo motor, fabricado en 1970.

El mismo define su avioneta como una «máquina vieja, pero que está en excelentes condiciones», tanto, que sólo requiere que «me enciendan la luz» para poder aterrizar.

Su primera avioneta fue una usada, de origen estadounidense «con poco rango, poca autonomía de vuelo», recordó, y con ella consiguió su primera licencia.

El suizo, que ya cuenta con una experiencia de 17 años en lo que define como su hobby, lo ve como una actividad peligrosa pero «como cualquier otra», como «el buceo» o «el paracaidismo».

«Uno se entrena para hacer esto, y uno tiene que ser muy prudente, por supuesto, y también tiene que mantener la nave en muy buenas condiciones técnicas», advirtió.

Actualmente vuela en una máquina sofisticada con un motor de rango variable, con tren de aterrizaje retráctil en las alas y lleva oxígeno a bordo.
 


Conocer gente y cocinas

Wojciech explicó que al concluir este viaje, habrá cruzado el Ecuador por sexta vez y recorrido por primera vez seis continentes con un propósito simple: «conocer gente, diferentes cocinas, porque me gusta bastante comer y tomar, como ahora que descubrí algo realmente bueno».

Su recorrido empezó el 11 de noviembre en Suiza, dividido en dos etapas. La primera terminó el 24 de diciembre en Brisbane, Australia, luego de cruzar Europa, Africa y Asia.

Volvió a su casa para Navidad y reinició la aventura el 5 de marzo en Brisbane, pasando por todas las islas del Pacífico Sur: Vanuatu, Fidji, Tonga, Samoa, Tahití y Pascua.

Después la isla de Pascua realizó un largo viaje sin escalas a Santiago de Chile, donde se encontró con su esposa y su hijos que estaban en Viña del Mar.

Luego su viaje continuó con escalas en Puerto Montt, Chiloé y Punta Arenas. «Por el camino vi el glaciar de la Laguna San Rafael y las Torres del Paine, Fitz Roy», cuenta. Desde Punta Arenas, cruzó a la Argentina hasta Río Gallegos y desde allí a Comodoro Rivadavia.

Mirski reconoce que en su paso por esta ciudad no tuvo demasiado tiempo para conocerla a fondo. De todos modos rescató: «Me recibió gente muy amigable, los pilotos del Aero Club, que guardaron mi avión en el hangar, e hicieron unas cuantas llamadas para ayudarme con la siguiente etapa en mi viaje, a Bahía Blanca. Después vi la galería del Coliseo y no mucho más», comentó.

El viaje continuará desde Bahía Blanca a Buenos Aires, donde dejará su avioneta para un service que realiza cada cien horas de vuelo y tomará un vuelo comercial a Suiza. Luego tiene pensado regresar para cumplir con el tramo final de esta segunda etapa de su viaje hasta Brasilia.

En su paso por Río Gallegos el soñador europeo vio el famoso hangar de 1920, que se construyó cuando Exupéry y Mermoz volaban desde Francia, al inicio de la era de la aviación.

«Fui a ver el hangar, para sacar algunas fotos, tomar un café y un hombre me dijo: mi papá está en Comodoro, pero no en el aeropuerto internacional, sino en el aeródromo, y me dio la latitud y longitud, y así aterricé a las siete menos cuarto, ya estaba anocheciendo, hablamos por la radio con su padre y fue fantástico», narró.

Mirski confesó que lo inspira la vida de Exupéry, el famoso autor del Principito y de Mermoz, otro piloto francés que estaba casado con una argentina y que fue el jefe de la oficina aeropostal en Buenos Aires.

Por esa razón, Mirski viajó por la costa de Africa tres veces, paró en cada lugar en el que ellos pararon y participó en la inauguración del museo de Saint Exupéry en Dahla, Marruecos, también en otra ciudad que se llama San Luis de Senegal, en Senegal.

Como la de ellos, su experiencia puede describirse como increíble. «Pero es algo que voy a hacer sólo una vez en la vida, nada más», aclara sobre el sueño que cobijaba desde su juventud y al que nunca renunció.  


Crédito:

  • Publicado en el Diario El Patagónico. (13/04/07)
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