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La triste historia de la mujer exhibida por sus enormes glúteos

 


Saartjie Baartman tenía 20 años y disponía de una vida normal en su poblado.

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  • Saartjie Baartman tenía 20 años y disponía de una vida normal en su poblado. Pertenecía a la etnia africana de los Khoikhoi, gentes acostumbradas a vivir de la tierra, de sus animales y con las arraigadas costumbres de su religión. Nada sabía esta joven de lo que existía más allá de su horizonte en esa bella tierra africana, un continente largamente atacado y humillado por los europeos. Su vida cambió radicalmente el día que fue llevada por Hendrik Cezar y Alexander Dunlop, dos franceses que vieron en el cuerpo de Saartje, una particularidad que les iba a hacer ganar mucho dinero.

    Esta joven padecía lo que hoy se conoce como esteatopigia, una enfermedad muy común entre tribus africanas como bosquimanos y hotentotes, y que no es más que una acumulación anormal de grasa en los glúteos. Algo normal también en todas aquellas personas que padezcan de obesidad mórbida. Pero el caso de Saartje era por lo visto, muy llamativo, y estos dos hombres vieron en esta chica la forma de enriquecerse exhibiéndola por teatros y ferias londinenses.

    La llamaron la Venus negra o la “Venus Hotentote”, que hacía referencia al pueblo y la etnia de la que ella provenía. Sin saber muy bien cómo o por qué, Saartje se vio a sí misma en pocos días sobre los escenarios de varios teatros de Londres. El espectáculo era tan elemental como humillante. La joven debía quedarse desnuda ante el público y, sencillamente, exhibir sus formas ante todos aquellos ojos que la atendían llenos de expectación morbosa. La mayoría de ese público, como es de esperar, eran hombres. Caballeros de diferentes clases sociales que no dudaban en pagar altos precios por ver a la joven hotentote y sus grandes glúteos.

    Noche tras noche se repitió el mismo acontecimiento durante cuatro largos años, una auténtica tortura psicológica para esta mujer que sin quererlo ni desearlo, se convirtió en una atracción de feria. Los hombres que la esclavizaban se enriquecieron tan rápido que no dudaron en repetir la experiencia en otra capital. Así que, después de cuatro años se dirigieron a París. También aquí tuvo notable éxito, las miradas malvadas, curiosas y hambrientas por lo particular de la joven Saartje, pagaban espectáculos en público pero también deseaban disponer de ella para actos privados. Allí donde era mejor observada y donde sus “propietarios” recibían más dinero. Afortunadamente no tardaron en oírse las voces de los abolicionistas que vieron en aquel acto, una imperdonable humillación y un hecho depravado que debía ser prohibido de inmediato.

    Hendrik Cezar y Alexander Dunlop se defendieron ante las críticas con el comentario fácil de que Saartje, actuaba de modo voluntario porque ella lo deseaba. Y ello se demostraba con el contrato que había firmado. Pero ese documento estaba redactado en neerlandés, un idioma que nuestra joven, claro está, desconocía por completo.

    Las críticas al espectáculo de la Venus Negra se hicieron más continuados, así que los propietarios se vieron obligados a clausurarlo y a vender a Saartjie. La vendieron a un comerciante francés que quiso aprovechar la fama de la muchacha para sacar partido de ella. Pero un partido más oscuro y humillante. Organizaba espectáculos privados donde exhibirla de nuevo, en antros de las calles parisinas en las cuales se la utilizaba para prostituirla. Para que todos aquellos hombres que desearan, pudieran acostarse con la joven de grandes glúteos, con la famosa Venus Hotentote.

    Fue así como pasó varios años, hasta que poco a poco todo ese mundo de penuria e infelicidad acabó reflejándose en su salud. No queda claro cuál fue el origen de su muerte, pero tampoco hay que pensar demasiado… sífilis, tuberculosis, pulmonía y cómo no, tristeza. Una inmensa tristeza ante una vida que nunca pudo comprender.

    Puede que llegado este punto pienses que su vida llegó por fin al descanso después de su muerte. Pero no fue así, en absoluto. Tras morir, el cuerpo de Saartje fue diseccionado para ser nuevamente exhibido en el Museé de l´Homme de París. Se exhibió su cerebro, sus genitales y su esqueleto. Y ahí estuvo hasta llegados los años 70, cuando se decidió finalmente guardar aquel testimonio de la crueldad humana y todo lo que la esclavitud supuso para nuestra sociedad.

    El verdadero descanso para Saartjie Baartman llegó cuando Nelson Mandela, en 1984, pidió que los restos de esta joven volvieran a África para ser enterrados como debían. Para que por fin, encontrara el descanso y la paz que merecía en esa tierra que la había visto nacer y de la cual, nunca debió salir. La mujer de grandes glúteos, o esta Venus Negra, es un ejemplo más de esas historias que jamás deberían haber ocurrido y que, sin lugar a dudas, no deben repetirse.
     


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