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La vida sin DNI, un drama para miles de argentinos
 


Luciana Del Vecchio nunca fue inscripta en el registro de las personas y no tiene documento. Foto: Gustavo Castaing.

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  • Luciana Del Vecchio (21) le venía insistiendo desde chica a su mamá para que le tramitara su DNI. “Notaba que mis compañeros del colegio lo tenían y yo no, y eso no me gustaba. Finalmente, me dio un número de documento que ahora entiendo que ella inventó”, confía la joven a este diario. Ella es una de los miles de argentinos –se estima que rondan el medio millón– que viven como “NN” en el país. Como otros tantos, no tiene derechos porque no figura en ningún lado y para la ley es invisible: no puede votar, casarse, recibir asistencia médica, acceder a un plan social, abrir una cuenta bancaria o trabajar en blanco.

    “Para el Estado yo no existo. Por la falta de papeles, me llevaron detenido varias veces y me rechazaron en muchos empleos”, cuenta Brian Lombardo (20), otro damnificado. Desde tres ONGs que abordan la problemática (El Trapito, Iadepp y Microjusticia Argentina) ya tiene listo un proyecto de ley para facilitar la inscripción de los indocumentados. Además, con la intención de visibilizar el tema, realizan por las redes la campaña #IndocumentadxsCERO.

    La ley 26.413 insta a inscribir a los recién nacidos en un plazo de 40 días. A partir de 2009, a través del decreto 90 que desde entonces se renueva todos los años, con un trámite administrativo es posible anotar a la persona hasta los 12 años presentando dos testigos y sin mayores complicaciones. “Superada esta edad, se debe iniciar un juicio que tarda entre tres y cinco años”, precisa Martín Scotto, abogado de la Asociación El Trapito, quien explica que la mayoría de los indocumentados pertenecen a sectores vulnerables y que su dificultad para costear el proceso hace que, muchas veces, no lleguen a iniciarlo o se queden a mitad de camino.

    Desde el Ministerio del Interior confirmaron a Clarín que no existen cifras oficiales de los que nunca tuvieron ni partida de nacimiento ni documento, justamente porque no están ni estuvieron registrados. Sin embargo, Scotto estima que “son entre 400 y 600 mil los argentinos en esa situación”. Según explica, hay indocumentados de todas las edad y, en gran medida, son adultos. “Nos consultan abuelos que no pueden jubilarse ni recibir atención médica”, agregó.

    Jorge Alvarez, director de programas de Iadepp (Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudio de Políticas Públicas), cuenta que en 2011, ya con el decreto 90 en vigencia,sólo entre los menores de 17 años todavía había 168 mil menores de 17 años sin DNI. “En el mismo relevamiento se concluyó que viene creciendo el subregistro de nacimientos. En otras palabras, que está aumentando la cantidad de personas que no completan el trámite de inscripción a tiempo”.

    Cada persona tiene una explicación diferente sobre por qué no los anotaron: a Luciana, que nació en San Martín, su mamá le dijo que quiso esperar a que su padre volviera de viaje para definir si le ponían doble apellido y que, cuando regresó, tuvo vergüenza de acercarse al registro por la demora. Esa decisión la complicó en adelante, entre otras cosas, con la asistencia médica. “Por suerte, hay un hospital en Vicente López donde me atienden. Figuro registrada desde siempre con el DNI inventado. Pero no puedo ir a otro”, cuenta Luciana que, el año pasado, producto de un cuadro grave de anemia debió atenderse de urgencia en el Fernández y la pasó mal. “En vez de estar preocupada por cómo me sentía, mi angustia pasaba por que me pidieran el documento”, recuerda Del Vecchio que hace siete meses inició el juicio de inscripción tardía.

    En el caso de Brian, que nació en La Matanza, fue el trastorno mental de su madre, que sufre esquizofrenia lo que lo dejó sin documento. Ella nunca lo registró, por lo que a los 18 él inició el trámite. Según asegura, una de las cosas que le gustaría hacer cuando consiga su DNI es votar. “También quiero inscribirme en el colegio para terminar los estudios”, remarca.
    Nadia Martínez (20) tampoco tiene DNI. Según dice, su mamá inició el proceso hace 7 años pero está parado. La mayor dificultad para esta mujer, que nació en Isidro Casanova, tiene que ver con su inserción laboral. “En mi CV pongo que tengo el DNI en trámite y cuando me encuentro con el empleador le explico. El problema es que no puedo estar en blanco y siempre termino en trabajos precarios”, sostiene.

    En tiempo, Anahí Fernández (20) la supera. Ella lleva 10 años esperando el documento. Al parecer, está cerca de conseguirlo, ya que obtuvo una sentencia judicial favorable, paso previo a la entrega. Esta joven tiene tres hijos y asegura que, una de las cosas que más impotencia le genera de no tener papeles es no figurar como su mamá. “Aparece como si sólo tuvieran padre”, expresa Anahí, que igualmente está contenta por “no repetir la historia con ellos y, por lo menos, haberlos podido anotar”. Aunque tiene claro que ni bien reciba el DNI va a modificar las partidas de sus hijos. También sueña con casarse y, sin dudarlo, finaliza: “Esa es otra cuenta pendiente”.
     


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