Comodoro Rivadavia - Chubut Argentina
"Capital del Viento"

Colaboraciones - Carolina Podestá

"Sin título"

 


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"Marzo 19, 2003"

Pensé en el CERCA/LEJOS cuando ayer estaba parada de un lado del puente sobre el río Zaab. Éste queda en la ciudad de Kalak, en el norte de Irak, y es el límite entre las fuerzas kurdas y los soldados de Sadam Husein.

Era casi de noche, o así parecía, porque el cielo estaba cubierto; eran minutos antes de la tormenta. Los soldados kurdos, sentados de este lado del puente, estaban cenando porotos y arroz. Ofrecieron té a los recién llegados y nos invitaron a sentarnos en unas sillas pláticas; se los veía contentos.

Nos dijeron en Kalak que el puente _que conduce a la ciudad de Mosul bajo el control de Sadam_ fue minado hace unos días por los iraquíes. La idea es incomunicar a las ciudades kurdas de la petrolífera Mosul.

En un momento sólo quise ver el otro lado del puente. Me pasa eso: si estoy en este lado del Danubio quiero ver el otro. Es como un cuento de Italo Calvino que dice que los marineros sueñan con caravanas deslizándose por el desierto dorado, mientras que los mercaderes sobre sus camellos imaginan el mar, el olor de los puertos y el sonido de las gaviotas….

Son 500 metros los que separan a kurdos de iraquíes de Sadam. Son 500 metros que parecen 300. Los pastores de Kalak me dijeron que los soldados iraquíes son chicos que tienen miedo de todo.

Los vecinos kurdos dicen que cuando los aviones norteamericanos sobrevuelan por la noche, los soldados de Sadam se gritan unos a otros: ¿y ahora qué? ¿qué pasa? ¿qué quieren éstos?

Mientras miraba los 500 metros me decía "qué bueno que no tengan televisión satelital" Qué bueno que no sepan todo lo que tienen los otros allá en Kuwait. Porque aunque sospechen que son un David sin chances, es mejor ignorar los márgenes de la diferencias entre unos y otros.

Leía que los "aliados" consumen 1.5 millón de litros de agua mineral por día en el desierto de Kuwait. Los soldados iraquíes al otro lado de Kalak, deben de arrodillarse a rezar y juntar con sus manos agua del Zaab. Tal vez recen por todo lo que no saben.

Probablemente recen para no morir por algo que no les debe importar un carajo. Porque ni siquiera, estos solados regulares que son obligados a ser soldados, tienen el consuelo de morir por la patria.

Me dicen los pastores de Kalak que a veces les piden un poco de comida. A veces piden a los pastores kurdos un cigarrillo. A veces reciben cartas que llegan con un chico motorizado. Nadie sabe en Kalak si las cartas están escritas en código, si son de amor, si mienten.

Cuando pienso en el hambre de los soldados, me acuerdo de un chico de mi ciudad, en el sur de Argentina. El chico tenía 18 y vivía en Comodoro para el año 1982. Me acuerdo que una mañana del 2 de abril tocaron el timbre en mi escuela y la directora, arriba del escenario, nos dijo que "las Malvinas eran argentinas".

Y luego se puso a explicar en dónde quedaban y alguien encontró un disco de pasta con el himno a Las Malvinas y lo escuchamos. Creo que lo recuerdo íntegramente, porque lo empezamos a oír todas las mañanas de ese año, antes de ir a clase.

Bueno lo que quiero decir, es que ese pibe se fue a la guerra (y por suerte volvió).

En ese momento había una campaña para juntar a lo largo del país comestibles y enviarlos a los soldados de Malvinas. Pero parece ser que manjares como chocolate y Mantecol no llegaban a las trincheras de los chicos de 18.

Este chico una noche en que estaba muerto de hambre entró al depósito y robó una lata de dulce de batata. Pero lo agarraron y le dieron la pena de desnudarlo y atarlo de pies y manos en el otoño de la isla. Estuvo así unos tres días.

Quedan horas para que se extinga el ultimátum de George Bush. Será a las 4 de la mañana en Irak. Alguien me dijo que yo estaba en el país de "las mil y una noches". Y ahora pienso qué cuento contaría esta noche Scherezade.


San Expédito

San Expédito de causas justas y urgentes
socorredme en esta hora de aflicción y desesperación
interceded por mi, junto a nuestro Señor Jesucristo,
Vos que sos el santo de los afligidos,
Vos que sos en el santo de los desesperados,
Vos que sos el santo de las causas urgentes,
protegedme, ayudadme, dadme fuerza, coraje y serenidad.

Atended a mi pedido: (hacer el pedido)

Ayudadme a superar estas horas difíciles
protegedme de todos los que me puedan perjudicar.
Proteged a mi familia,
Atended mi pedido con urgencia.
Devolvedme la paz y la tranquilidad.
Seré agradecido por el resto de mi vida y
llevaré tu nombre a todos para que tengan fe.

 



 
Colaboradores
C. Podestá
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