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Colaboraciones - Laerte A. Massari

Los fármacos y la rutina laboral
 


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Uno de los métodos más comunes que se utilizan para determinar la existencia de una lesión neurotóxica es la realización de pruebas en animales de laboratorio. Este es un trabajo interdisciplinario con participación de alumnos de las cátedras de Toxicología Laboral de la Licenciatura en Higiene y Seguridad en el Trabajo, perteneciente a la Facultad de Ingeniería, y de Toxicología de Fármacos de la Escuela de Farmacia correspondiente a la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de la Patagonia San Juan Bosco, a cargo del Prof. Dr. Laerte A. Massari.

El trabajo de seguimiento que se está realizando tiene el objeto de estudiar cómo las substancias tóxicas pueden afectar la conducta o el comportamiento de las personas encargadas de efectuar tareas de riesgo o que importen una mayor responsabilidad.

Esto es competencia de la novísima rama de la Toxicología, que es la Toxicología Compartamental, así llamada porque indaga los efectos de los tóxicos sobre el comportamiento humano y sobre la conducta de los operarios, lo que puede dar lugar a un accidente de trabajo. Igualmente interesa a la Neurotoxicología por la acción deletérea de los tóxicos sobre el Sistema Nervioso.

Es de amplio conocimiento que el número de agentes con riesgo toxicológico para la salud humana aumenta continuamente, abarcando desde las toxinas de origen biológico, venenos orgánicos y metales pesados hasta una variedad siempre creciente de substancias industriales y productos farmacéuticos.

Además de los efectos fisiológicos y patológicos ya conocidos, producidos por estos agentes, las consideraciones acerca de la sanidad ambiental, hacen que sea necesario incluir las consecuencias neurológicas y psicológicas desencadenadas por los mismos y que interfieren en la ejecución de labores o afectan al conocimiento y aprendizaje, produciendo cambios importantes en la conducta y comportamiento de los individuos.

La exposición de los seres humanos en forma repetida a niveles subletales de substancias extrañas al organismo, puede crear situaciones de riesgo, aún cuando los efectos sobre el Sistema nervioso Central (SNC) no sean evidentes.

El SNC no sólo genera potenciales de acción, libera neurotransmisores y controla funciones importantes, sino que además actúa sobre el comportamiento.

Para obtener algún tipo de medida de este último, se deben conocer los efectos de los agentes químicos sobre las funciones del SNC a través de estudios neurológicos, neuroquímicos y toxicológicos, que contribuirán a conocer las causas y mecanismos de los disturbios funcionales.

Por otra parte, la conducta y el comportamiento pueden ser influenciados por el funcionamiento de otros órganos y sistemas, como el hepático, renal, endocrino, etc. y las alteraciones inducidas por los tóxicos en estos órganos reflejan cambios y modificaciones en los patrones de conducta.

Una explicación de las alteraciones de la personalidad por acción de las drogas y fármacos, podría ser que la mente contiene varios sistemas de ideas que por lo general están integrados, pero que se disocian por efecto de los agentes químicos, como ocurriría con las substancias alucinógenas, incluso cuando se inhalan hidrocarburos o solventes clorados.

Los inhaladores de solventes, sobre todo personas jóvenes cuando llegan a una industria por la facilidad de acceso a muchos productos industriales que contienen solventes, siguen utilizando este hábito, creando situaciones de peligro, porque un inhalador crónico va perdiendo interés en sus actividades regulares, lo que genera descuidos en el manejo de maquinarias o en tareas que implican mayor responsabilidad.  


Operatoria

Uno de los métodos más comunes que se utilizan para determinar la existencia de una lesión neurotóxica es la realización de pruebas en animales de laboratorio, que incluye la observación y descripción de las posturas del animal, sacudidas de cabeza, dificultades para caminar, sentarse, a pararse o acostarse.

Se describen movimientos involuntarios o movimientos de boca y mandíbula, temblores de las extremidades, cabeza o cuerpo, convulsiones, erección del pelo, caminar hacia atrás, elevar la cola y mantenerla erecta en forma de S, como ocurre con la rata cuando se le inyecta morfina. Este mismo animal expuesto al herbicida diclorofenoxiacético disminuye la locomoción hasta inmovilizarse.

Estos efectos pueden hacer variar los ritmos biológicos, los ciclos de luz-oscuridad, como sucede con los plaguicidas a base de tetraclorobifenilos en ratas.

Otro indicador es la presencia de nerviosidad o irritabilidad, tanto en animales como también en seres humanos, en contacto con substancias como el benceno, plaguicidas órganofosforados u organoclorados, otros como los bifenilos polibromados producen somnolencia y letargía.

Las modificaciones en la excitabilidad del SNC se mide a través de cambios en la sensibilidad a los estímulos ambientales.

Otra estrategia es el empleo de psicofármacos por ejemplo la anfetamina inyectada vía intraperitoneal a ratas previamente expuestas a raticidas como el ya citado diclorfenoxiacético desencadena la liberación de neurotransmisores como la serotonina que da lugar a fenómenos extraños como: cola rígida, piloerección, temblores de cabeza, etc.

De esta manera el empleo de pruebas en las que intervienen fármacos permiten poner de manifiesto daños en el SNG que de otra manera no podrían evidenciarse por encontrarse enmascaradas.

De modo que por este método, el riesgo químico se basa en la comprobación de los efectos adversos en estudios realizados en animales. Se supone que los seres humanos serán similarmente susceptibles a estos mismos compueatos.

Pero no siempre sucede así; pueden haber sensibles diferencias tanto en la calidad como en la intensidad de los efectos en el hombre respecto a los animales de experimentación, de manera que estas extrapolaciones deben ser efectuadas con cautela y prudencia y siempre tratando de comparar los hechos observados con el estudio de casos de intoxicación humana por los mismos productos.

Los datos que se recogen procedentes de intoxicados son muy valiosos para ser aplicados en casos futuros. Por otra parte y trabajando sólo con animales, es difícil saber los efectos sobre la memoria, aprendizaje o trastornos psicológicos causados por la exposición de plaguicidas, por dar un ejemplo.

No se puede lograr de un animal de prueba la clase de información que se puede obtener de las personas. Por esa razón, una cuestión importante es el estudio neurotoxicológico que permita desarrollar modelos adecuados que faculten extrapolar los efectos encontrados en los animales a aquellos desarrollados en el hombre.

Utiles en este sentido son las pruebas asociativas -reflejo condicionado, asociando un estímulo (sonido - olor) con otro (alimento, choque eléctrico), la respuesta al primer estímulo, por su reiterada relación con la presentación de la comida se denomina respuesta condicionada y se manifiesta con la secreción de saliva.

Estas técnicas son útiles de acuerdo a la capacidad del animal para discriminar y asociar y también depende de factores de regulación interna como las hormonas o de agentes externos, como drogas, contaminantes ambientales, etc.

También se experimenta con la memoria, que es la adquisición de información a través de cierto estímulo o experiencia, retenerla y recuperarla en el momento preciso.

La memoria reciente o de corto plazo, que nos capacita para recordar un número de teléfono, por ejemplo, es la que puede ser afectada por drogas de abuso como la morfina, cocaína, alcohol, benaodiazepina, y esto ocurre en el período de consolidación de la memoria.

El Plomo actúa por inhición de los receptores para la consolidación de la memoria, que a más de la irritabilidad que produce, hace difícil la relación laboral del individuo.

El monóxido de carbono ocasiona una amnesia irreversible importante con inestabilidad del carácter que puede llegar al deterioro mental, por lo que dicho monóxido debe ser controlado en los lugares de trabajo donde se producen combustiones. También puede ocurrir con el dióxido de carbono.

Como se sabe, todos los fármacos, incluso los que se denominan de venta libre pueden producir efectos tóxicos que se manifiestan en la esfera psíquica, por lo que es importante desarrollar metodologías que permitan estimar la capacidad de esos fármacos de pasar de la sangre al cerebro, o sea lo que llamamos la barrera hematoencefálica.

Investigaciones recientes han demostrado que muchos accidentes ocurridos y decisiones desacertadas en los ambientes de trabajo están íntimamente relacionados con los llamados "estados mentales pasajeros".

Substancias gaseosas o volátiles con gran movilidad y plaguicidas clorados (tipo DDT) de gran fugacidad, penetran en el organismo y por su capacidad de solubilizarse en los lípidos del SNC llegan al cerebro produciendo esos estados.

Esos tóxicos penetran con el aire inhalado o con alimentos contaminados. Igualmente algunos miorelajantes (ciclobenzaprina) pueden disminuir la capacidad mental requerida para realizar tareas riesgosas, operar maquinarias o conducir vehículos, ocasionando confusión temporal, alucinaciones visuales y agitación.

Para profundizar los estudios que posibilitan conocer los efectos de las substancias industriales y farmacológicas que se incorporan continuamente, es preciso desarrollar nuevas técnicas através de métodos apropiados, empíricos y teóricos y modelos computacionales para establecer la relación estructura molecular del agente químico con su actividad biológica.

 



 
Colaboradores
L. Massari
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