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El padre Pepe di Paola, el cura villero en el que Francisco piensa al pedir salir a las periferias

 


Captura de video. Luego de participar en el el II Encuentro Regional de Pastoral de Drogadependencia el padre José María “Pepe” Di Paola -sacerdote en las villas de emergencias- brindó sus saludos a la comunidad de Cañadón Seco.

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    «Saludos del padre José María “Pepe” Di Paola a la comunidad de Cañadón Seco -2013-». . (00:41)

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  • Conocer en detalle la forma en la que el padre Pepe vivió y vive su sacerdocio ayuda a entender lo que el Papa Francisco está pidiendo a la Iglesia“, afirma la periodista argentina Silvina Premat, autora de una biografía dedicada al padre José Di Paola, más conocido como “Pepe, el cura villero”.

    La periodista de “La Nación” entrevistó dos veces al cardenal Bergoglio acerca del padre Pepe, de su trabajo en las villas pobres de Argentina… y unas semanas después el Papa Benedicto XVI renunciaba y la Iglesia elegía al Papa Francisco.
     


    “Hermano Sol, hermana Luna”… ¡una vocación!

    Lo franciscano está en el origen del cura villero. Una película que muchos consideran ñoña o adolescente, “Hermano Sol, hermana Luna”, de Zefirelli, sobre la juventud de San Francisco y Santa Clara, fue el origen de su vocación sacerdotal.

    “Aprendió el servicio y la caridad de sus padres y abuelas; se fascinó con la posibilidad de ser un misionero entregado a los más necesitados cuando tenía quince años y vio el film “Hermano sol, hermana luna”, de Zefirelli, sobre la vida de San Francisco de Asís; dudó entre su vocación al sacerdocio y su deseo de formar una familia y por eso, después de siete años de ser sacerdote, pidió licencia, se puso de novio y trabajó y a los pocos meses volvió a ejercer el ministerio“, explica su biógrafa. Premat asegura que volvió al ministerio “porque se dio cuenta que nunca había dejado de ser sacerdote”.
     


    Fervor, celo y alegría

    La periodista destaca de él características compartidas con muchos otros hombres entregados a Dios: “su fervor sacerdotal, su celo por la “casa” del Señor y la alegría, evidentemente fruto de una relación íntima con el Misterio”.

    Ella puede poner al padre Di Paola en su contexto porque ya en 2010 escribió “Curas Villeros” sobre la presencia de la Iglesia en las villas de emergencia de Buenos Aires.

    “Para ese libro entrevisté a una veintena de sacerdotes de ocho villas de emergencia porteñas y quedé fascinada con todo lo que se vivía en la parroquia Virgen de Caacupé, en la villa 21, de la que Di Paola era párroco desde 1997.

    Más allá de la gran cantidad de obras que él había generado me provocó curiosidad conocer el método con el que logró trasmitir la fe a miles de niños, jóvenes y adultos y hacer que recobren su dignidad personas que parecían derrotadas por el abandono, la miseria y la violencia.

    A fines de 2010, cuando él optó por dejar la villa que consideraba su lugar en el mundo por las nuevas amenazas que había recibido, yo me decidí y comencé a investigar sobre su vida”.
     


    El método: seguir la realidad, no ideologías

    Ella describe así ese método, al comentarlo en una entrevista publicada en LaStampa.it: “La obediencia y docilidad a la realidad y no a sus ideas o gustos; la valoración de lo mejor que cada persona pueda tener y la invitación a poner esa capacidad/habilidad o gusto al serivicio de los otros”.

    Pone un ejemplo de como intentar ayudar a una persona concreta llevaba a la creación de una institución. Encontró “durmiendo en la vereda de la iglesia a tres borrachines (hombres alcoholicos) una noche de frío y tormenta. Ese día y los sucesivos el padre Pepe permitió que los hombres durmieran dentro del templo.

    Después, rezando de rodillas frente al Sagrario preguntó al Señor qué hacer con esos hombres, dónde derivarlos o dónde alojarlos… A partir de allí se fue configurando el Hogar Casa Virgen de Itatí, dentro de la Villa 21, una de las numerosas obras del padre Pepe que hoy siguen en pie”.
     


    No al lenguaje clerical

    Como periodista, Silvina Premat tiene experiencia de quién vive pensando en la pose y en la imagen. Por eso, reconoce que del padre Di Paola le impacta “la normalidad con la que vive su humanidad y la convicción y naturalidad con la que vive su fe. No se pone en pose“.

    Y añade: Entre el centenar de personas que entrevisté para su biografía muchos me dijeron lo mismo: ´Cuando no está dando misa, Pepe no parece un sacerdote´” O, dicho de otra forma más exacta: “habla como todos, no tiene un lenguaje clerical“.

    En 2011 y 2012 se retiró a una zona rural, en parte por las amenazas insistentes que recibió, pero después volvió a una villa, La Cárcova, a unos 30 km de Buenos Aires. Vive “en una modesta casilla de madera construida hace unos pocos años por religiosos franciscanos que luego se fueron”.
     


    Contagiando el ejemplo

    Además, el padre Pepe ha creado “cantera”. “Hay muchos sacerdotes que a su lado se contagiaron de su entrega total y su forma de ser sacerdote las 24 horas del día. En el libro cuento de varios jóvenes que llegaron a la parroquia de Di Paola como voluntarios y hoy son sacerdotes, por ejemplo”, señala la periodista.
     


    Créditos:

     



     
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