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Economía

La ley francesa que impide el despilfarro de comida como modelo a seguir en el resto de Europa
 


Francia ha aprobado esta semana una ley que impedirá que los supermercados desperdicien alimentos.

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  • Y entre noticia y noticia nos llega una de buena. Francia ha aprobado esta semana una ley que impedirá que los supermercados desperdicien alimentos. La ley, pionera en todo el mundo, se planteó ya este verano, como explicamos en su momento en este blog, cuando en el país galo se empezó a hablar de tomar medidas legales para prohibir a los supermercados tirar o destruir comida que queda sin vender.

    Con la nueva ley aprobada por el Senado las grandes cadenas de supermercados deberán, a partir del próximo miércoles, donar esta comida a organizaciones de caridad y bancos de alimentos. Una ley que parece tan lógica, tan de cajón, es la primera en el mundo que se planta ante las grandes cadenas y ha tenido que esperar hasta 2016 para ser aprobada. Según datos de la Comisión Europea cerca de 100 millones de toneladas de comida se desperdician cada año en la Unión Europea mientras que 79 millones de personas viven por debajo del umbral de pobreza y 16 dependen de la caridad. Además, alerta el ejecutivo europeo, si no se hace nada para cambiar la tendencia actual los cálculos de desperdicio de comida para 2020 ascienden hasta los 120 millones de toneladas anuales.

    Los tres países que desperdician más millones de toneladas al año son Reino Unido, Holanda y Alemania mientras que Francia es el cuarto y España el séptimo. La preocupación en Reino Unido por este tema no es nueva ya que el coste de desperdiciar comida también es muy elevado. Un estudio publicado por el Parlamento británico avisa de las implicaciones económicas, medioambientales y sociales que se derivan: una tonelada de comida desperdiciada en el sector de la industria agroalimentaria en Reino Unido tiene un valor estimado de 950 libras y con la tendencia de aumento de población en la próxima década tal derroche será incluso menos sostenible a medida que aumente también la demanda de comida, que a su vez requerirá substanciales inputs de agua, energía y pesticidas.

    En España cada día se destruyen 21.000 toneladas de comida, de las que unas 1.000 son responsabilidad del sector de la distribución comercial, según datos de FACUA-Consumidores en Acción. Esta organización encuestó en 2014 a veintiocho cadenas de supermercados e hipermercados y sólo nueve aclararon qué hacían con los alimentos que no vendían, un dato muy simbólico para hacerse una idea de cuánto trabajo queda por delante.
     


    Cambiar la ley es posible

    El paso que ha dado Francia es una buena noticia, además de por lo que supondrá, porque nos recuerda que el cambio es posible, aunque tenga que ser promovido desde la calle. La campaña multitudinaria impulsada por compradores y activistas que ha derivado ahora en una ley puede ser un ejemplo a seguir por otros países europeos o, mejor aún, por la Unión Europea. “A nivel estratégico, es una tarea de la Comisión Europea tomar medidas, trabajando con los estados miembros, pero también puede ser abordado a nivel local e incluso individual”, reza el informe de la Cámara de los Lords.

    Precisamente aprovechando el momentum actual, una petición en Change.org con una carta dirigida a diferentes representantes de la Comisión Europea, pide 1 millón de firmas -de momento ha superado ya las 750.000- para que una nueva directiva europea impida el desperdicio de comida en supermercados de los 28 países de la UE.

    Aunque la nueva ley francesa es un primer paso la batalla para poner freno al desperdicio de alimentos, es una batalla que debe implicar a todos los actores: desde los productores hasta los que la hacen llegar a nuestros supermercados y restaurantes sin olvidarnos a nosotros mismos, los consumidores.
     


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