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Educación

Nunca utilicé el bastón blanco
 


Darío Jenkins nació hace 25 años en la localidad de Sarmiento, donde cursó la escuela primaria y secundaria.

Darío Jenkins nació hace 25 años en la localidad de Sarmiento, donde cursó la escuela primaria y secundaria. Las dificultades en la visión fueron un obstáculo a sortear hasta los 11 años, cuando las posibilidades de mejorar se esfumaron drásticamente ante el diagnóstico de glaucoma congénito.

«Nunca pude distinguir un rostro en forma nítida, pero diferenciaba los colores y tenía un poco de visión que me permitía movilizarme», evoca.

De sus días de infancia en Sarmiento recuerda que «crecí en el pueblo, pero siempre íbamos a la chacra. Pienso que mucha de mi orientación espacial lo adquirí en el campo donde anduve solo de chiquito».

Allí desarrolló la ecolocación, aunque reconoce que «hay chicos no videntes en la ciudad que también lo han desarrollado».

Su familia está integrada por los padres y un hermano mayor que lo alentaron a concretar sus proyectos. Debido a su excelente desempeño en los estudios obtuvo una beca del Concejo Deliberante de Sarmiento para estudiar en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
 


La pc, su aliada

En la escuela primaria escribía con marcadores gruesos y hacia grandes letras para poderlas distinguir. Pero en el tercer año del secundario la computadora se integró a su vida facilitándole el estudio y la presentación de los trabajos prácticos.

Las dificultades se evidenciaron en la universidad, a pesar de que «los profesores me explicaban todas las veces que lo necesitara. Tuve un grupo de estudio muy grande.

A veces nos juntábamos diez a estudiar en una casa, pero administrábamos bien el tiempo para la diversión y para el estudio».

Además de su grupo de amigos a quienes considera «determinantes» al momento de encarar los estudios, el empleo de la computadora resultó fundamental.

Darío utilizó una máquina equipada con placa de sonido y con el programa «jaws». El software le permite un encuentro con la información desde lo auditivo, ya que una voz va indicando las operaciones que realiza.

De esta manera, puede conocer todo sobre el manejo de la PC, con sus respectivas implicancias, desde el uso básico de una computadora hasta la navegación en Internet y toda aplicación de Windows.

La velocidad con la que sus dedos buscan los archivos dentro de la computadora es sorprendente, no dando tiempo a que el programa termine de pronunciar la palabra para escucharlo decir: «este archivo no es el que busco». También le posibilita reconocer por dónde se está desplazando el cursor.

Para rendir los exámenes, Darío instalaba un programa Jaws a una de las computadoras de la universidad. Esto le permitió afrontar los parciales y finales de las carreras de Analista Programador Universitario y de la Licenciatura en Informática.

El examen lo resolvía en la computadora, lo imprimía y lo entregaba al docente.

En época de clases debía cumplir con los trabajos prácticos que los profesores entregaban en fotocopias. «Mis amigos me leían las consignas y después elaborábamos la solución».

En las clases teóricas, en cambio, debía escuchar al profesor a medida que iba escribiendo en el pizarrón y explicando cómo llegar al resultado.

En las materias que se trabajan con apuntes los profesores le entregaban el disquete y cuando los archivos estaban en word le facilitaban la tarea.

«Mi gran problema era representar símbolos matemáticos en la computadora; entonces inventé mi propia simbología y de esta manera explicaba a los profesores cómo había resuelto el ejercicio. Creo que tengo muy desarrollado el pensamiento abstracto y eso es una ventaja».

No obstante, reconoce que la materia que más trabajo le demandó fue Análisis Matemático II.

«Tenía que representar gráficos en tres dimensiones y terminaba con unos dolores de cabeza terrible tratando de imaginar intercepciones de planos, integrales dobles y cómo graficarlas a través de la computadora».
 


Sin bastón

«Tengo mucha percepción con el oído y puedo detectar aproximadamente el 80 por ciento de los obstáculos; el otro veinte me salvan o me lo trago», bromea Darío.

«En la universidad me manejaba siempre con amigos, andaba solo por el sector de laboratorio de informática. Fuera de la universidad, me manejaba en remís, o nos veníamos caminando con algún amigo. Ahora estoy empezando a utilizar el colectivo. Nunca utilicé el bastón blanco, aunque debería usarlo».

«En el tiempo libre, que no es mucho, toco en un grupo folklórico de música de proyección llamado ‘Los Salamanqueros’. Somos seis en total y hace dos años que estoy en el grupo.

Toco el piano y la guitarra; todo lo aprendí solo. También me gusta mucho la lectura, bajo libros de internet o los escaneo y la máquina me los lee».
 


Su futuro en una pyme

«Hasta el año pasado trabajé en una empresa y ahora me puse una pyme con dos compañeros de Facultad. Hacemos desarrollo de sistemas, páginas web y asesorías informáticas.

Si bien tenemos clientes, estamos viendo si podemos conseguir un crédito para hacer crecer la empresa y planificar a futuro», confiesa Darío.

Para él, «uno tiene que tratar de improvisar en la vida; es decir tratar de usar la imaginación y llegar a lo mismo con diferentes medios.

El ejemplo más simple es la lectura de un libro. Yo, a diferencia de otros, lo leo con el escáner y la computadora. La idea es tratar de alcanzar el mismo objetivo con la misma eficiencia, aunque sea utilizando otras herramientas».  


Crédito:

  • Publicado en el Diario El Patagónico (04/12/05)
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