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Vehículos de hidrógeno: cómo funcionan, pros y contras
 


El coche de hidrógeno es un tipo de vehículo considerado de cero emisiones.

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  • El coche de hidrógeno es un tipo de vehículo considerado de cero emisiones, que funciona mediante una pila de combustible en la que el hidrógeno se oxida para producir la electricidad que le mueve. En el proceso sólo se libera vapor de agua.
    Dependiendo del modelo, existen uno o más motores eléctricos que se encargan del movimiento del coche. A él se unirán tanto la batería como la pila de combustible. Este apartado lo completaría el tanque, donde se almacena el hidrógeno.
    Una vez que el conductor pone el coche en marcha, lo primero que hará el vehículo es abastecer de hidrógeno la pila de combustible. Allí, este se mezcla con el oxígeno que un compresor ha extraído, filtrado y comprimido del exterior. Con esta unión se genera electricidad y agua.

    Es importante destacar que la electricidad se traslada a la batería para su almacenamiento. No va directamente al motor. El proceso se realiza de esta manera para asegurar que siempre haya electricidad cuando el conductor la necesite y para que tampoco se produzcan incómodos tirones.
    Hasta aquí, el funcionamiento de un vehículo de estas características, que ganará cada vez más adeptos en el futuro cercano. La industria prevé que haya 140.000 coches de hidrógeno circulando en España dentro de 11 años, según estimaciones de la Asociación del Hidrógeno de España (AeH2).
    Pero ahora es el turno de hablar de los pros y las contras de tener uno. A continuación, estos son sus principales beneficios y desventajas:
     


    Ventajas de un vehículo de hidrógeno

    1- No emite ninguna sustancia nociva
    Como hemos explicado anteriormente, los coches de hidrógeno solo liberan vapor de agua. Este tipo de vehículos, denominado en inglés Hydrogen Fuel Cell Electric Vehicle (FCEV), funciona en muchos aspectos como un coche eléctrico. De hecho, lo es. Al no emitir sustancias nocivas, contribuirás al cuidado del medio ambiente y a reducir los altos niveles de contaminación causados por el transporte convencional.

    2- Solo tardarás entre 3 y 5 minutos en repostar
    Repostar un automóvil de hidrógeno solo lleva entre 3 y 5 minutos, un tiempo similar al que demanda uno de gasolina o de diésel. En este aspecto, los eléctricos quedan relegados, ya que precisan como mínimo de 30 minutos para el repostaje. Asimismo, según AeH2, el gasto de repostaje promedio de un coche de hidrógeno es de 8,5 euros cada 100 kilómetros, cifra similar a la que gasta un conductor de un vehículo diésel o gasolina.

    3- Cumplirás con los objetivos de reducción de emisiones de la UE
    Si tienes un coche de hidrógeno, te estarás adelantando (y adecuando) a los objetivos de reducción de emisiones que fijó la Unión Europea para 2030. Para ese año, los vehículos nuevos tendrán que emitir un 35% menos de gases contaminantes que en 2021.

    4- El mantenimiento de su motor es mínimo
    Si se les compara con los vehículos con motores de combustión, el mantenimiento del motor de estos coches es mínimo, y mucho más sencillo. El hidrógeno es limpio tanto al fabricarse como al usarse. Por ello se convierten en una alternativa real, que impulsan los países más avanzados del mundo. No es casual que Alemania, por ejemplo, ya destine 140 millones de euros al año para desarrollar esta energía.

    5- Son igual de silenciosos que los eléctricos, pero tienen mayor autonomía
    Los coches de hidrógeno resultan igual de silenciosos y con producción cero de contaminación que los eléctricos convencionales. Pero les superan en otro aspecto muy importante: la autonomía. Mientras que estos últimos ofrecen una media de 300 kilómetros con una sola carga, los de hidrógeno pueden alcanzar más del doble.

    6- Con la pegatina ‘Cero Emisiones’ podrás aparcar sin pagar
    Al ser considerados coches limpios, los vehículos de hidrógeno también lucen la pegatina ‘Cero Emisiones’ de la DGT, como ocurre con los eléctricos. Esto conlleva idénticos beneficios que disfrutan sus ‘hermanos’ (sobre todo, en determinadas ciudades). Entre otras, no tienen restricciones a la hora de circular, pueden aparcar en la zona SER sin pagar, y desplazarse aun cuando se activen –en situaciones concretas- los protocolos anticontaminación que establecen grandes ciudades, como Madrid y Barcelona.

    7- Más preparados para temperaturas extremas
    Otra ventaja de este tipo de vehículos es que, a diferencia de los coches 100 % eléctricos, soportan mejor las temperaturas extremas. Apenas se notan cambios en las prestaciones del coche, y tampoco hay un cambio importante en su autonomía, como sí ocurre con los eléctricos.
     


    Desventajas de un vehículo de hidrógeno

    1- El precio de compra es elevado
    Quienes fabrican coches de hidrógeno se esfuerzan en que baje su precio, pero sigue siendo más elevado que el de los eléctricos. Claro que esto depende de cada fabricante y de cada modelo. Así y todo, las marcas que han comenzado a apostar por esta opción aseguran que dentro de unos años los vehículos de hidrógeno serán mucho más asequibles. Por ahora, es una cuenta pendiente. Las características de la pila de combustible, y los tanques de hidrógeno que deben soportar una presión muy alta, son los principales responsables de su alto coste de fabricación.

    2- Hay muy pocas ‘hidrogeneras’ para repostar
    Hasta ahora, la red de estaciones para repostar hidrógeno es prácticamente irrisoria. En España, las ‘hidrogeneras’ (como se les conoce coloquialmente) pueden contarse con los dedos de las manos. Según el Centro Nacional del Hidrógeno, en la actualidad sólo existen seis disponibles. Están situadas en Sevilla, Puertollano, Albacete, Zaragoza, Huesca y Barbastro. Otros países han empezado a apostar de forma decidida por esta alternativa. En Alemania, por ejemplo, se han marcado el objetivo de alcanzar las 500 ‘hidrogeneras’ para abastecer a 50.000 vehículos de este tipo en la próxima década.

    3- Por ahora existe muy poca variedad de modelos
    No hay demasiadas opciones a la hora de elegir modelos de coches de hidrógeno. El problema que tiene actualmente esta tecnología es que los fabricantes no se atreven a producir modelos a gran escala. En esto tiene peso decisivo la antes mencionada e ínfima red de ‘hidrogeneras’. Inevitablemente, se produce un efecto en cadena. Como las estaciones para repostar son pocas, y los precios de los coches son muy elevados, la demanda aún es demasiado baja. Todo lleva a que los fabricantes no se atrevan a entrar de lleno en el negocio de distribución.

    4- Olvídate de tener coches pequeños
    Un coche eléctrico de pila de combustible posee una complejidad técnica considerable. Todos los componentes incluidos en el vehículo (motor, unidad de control y conversor, transmisión, pila de combustible), y en particular el espacio que ocupan los tanques de hidrógeno, hacen que los modelos fabricados hasta la fecha sean bastante grandes, en la mayoría de los casos. Por tanto, si tu deseo es conducir vehículos de dimensiones muy pequeñas, olvídate (todavía) de esta posibilidad.

    5- El maletero suele carecer de espacio
    Suena a contradictorio, pero es la realidad. Si bien estos coches son generalmente voluminosos, el espacio necesario para todos los componentes se ‘come’ parte del maletero. Suele ser más reducido que el de coches similares eléctricos.

    6- El hidrógeno es muy volátil e inflamable
    Aunque los fabricantes diseñan y construyen los tanques de acumulación de hidrógeno para que sean muy resistentes, y se incluyen diferentes sistemas de seguridad para detectar fugas de hidrógeno, para ciertos conductores puede pesar en contra de este tipo de coches que el hidrógeno sea muy inflamable.

    7- La vida útil es más limitada
    Las pilas de combustible y los depósitos de alta presión de este tipo de coches, tienen una vida útil limitada. Respecto a los tanques de hidrógeno, por cuestiones normativas y de seguridad, ese límite está fijado en 15 años. Respecto a la pila de combustible, viene mejorando gradualmente y ya no es tan limitante como hace unos años, pero los fabricantes deben mejorar mucho en este ítem. Por ejemplo, en marcas como Hyundai, la pila de combustible se estima que reduce la potencia un 15% después de unos 225.000 kilómetros de uso.

     


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