Comodoro Rivadavia - Chubut Argentina
"Capital del Viento"

Geografía

Seis meses en la Antártida
 


Magdalena Oldendorff.

Después de seis meses, el buque alemán oceanográfico Magdalena Oldendorff logró liberarse del hielo en la Antártida.

En agosto, el rompehielos argentino Almirante Irízar llegó hasta el buque alemán con la misión de remolcarlo, pero ante las adversidades climáticas el capitán del Magdalena Oldendorff, Ivan Diiky, decidió invernar en la Antártida.

A bordo del Irízar estaba el Teniente de Navío de la Armada Argentina Juan Carlos Campana quien desde esa fecha se unió como médico a la tripulación del Magdalena Oldendorff.

BBC Mundo conversó con el Teniente de Navío Campana mientras el Oldendendorff efectuaba sus primeras maniobras después de seis meses para proseguir viaje hacia Ciudad del Cabo, en Sudáfrica.  


¿Cómo se siente ahora después de estar seis meses atrapado en el hielo?

Ya pasó lo peor del invierno. Ahora la temperatura esta en -2ºC nada más y además estamos muchos más seguros y contentos porque durante todo el invierno se logró mantener el buque en condiciones de navegar.

Cuando ya veíamos que el hielo empezaba a amainar, a ceder, se festejo haber podido mantener el buque en condiciones para poder empezar a movernos. Realmente fue muy emotivo.

El capitán agradeció la colaboración de todos teniendo en cuanta la sobrevivencia en unas circunstancias tan complicadas.

¿Cómo ha sido el clima durante este tiempo?

Hubo temperaturas de -20ºC, -22ºC, pero con vientos de 100 a 120 kilómetros por hora, que hacen que la sensación térmica sea aún muy baja.

Se pasaron tiempos complicados pero el capitán y la tripulación han sido muy profesionales.

¿Cuántos son abordo?

Conmigo 17. Yo soy el único argentino, pero dentro de la tripulación hay rusos, polacos, ucranianos, filipinos, maldivos, un ganes.

Todos somos de nacionalidades diferentes pero el idioma común que tratamos de aplicar es el inglés.

Por ahí uno menciona una palabra en su idioma y todos tratamos de traducir lo que se quiere decir y se va dando un especie de "diga con mímica". Siempre nos llegábamos a entender.

Es muy importante destacar eso, como se creen lazos en esas circunstancias.

¿Siendo médico del Irízar como fue se decidiste quedarte?

Cuando se hicieron los requerimientos preguntaron si se podía quedar un médico. A bordo del Irízar van siempre un cirujano y un anestesiólogo.

Yo soy anestesiólogo y yo había invernado durante un año en una base antártica.

Teniendo en cuenta mi experiencia y habiendo sido operado de apéndice, me preguntaron si me quería quedar.

Accedí porque sino esta gente se iba a quedar sola y para mi es verdaderamente un gusto poder practicar la solidaridad que debiera tener mi profesión como médico.

La verdad agradezco a toda la gente del Magdalena Olendorff, al capitán por haber permitido comunicarme con mi casa durante todo este tiempo.

Realmente todos son muy profesionales. Imagínate que yo me pase del Irízar acá sin conocer a absolutamente a nadie.

¿Cómo es estar ahí en medio del hielo?

Uno empieza a valorar muchas otras cosas, teniendo en cuenta que en todo este tiempo uno no maneja dinero por ejemplo. Se manejan otras cosas, se priorizan las personas, se priorizan los sentimientos.

Se priorizan realmente las cosas importantes como por ejemplo conservar el calor, algo que uno ni piensa cuando está en otro lugar.

A mi la Antártida me gusta mucho ya que exalta lo mejor y lo peor de cada uno. Uno aprende a conocerse a sí mismo y a conocer a las otras personas. Hay además pequeñas cosas que realmente uno disfruta. Me acuerdo por ejemplo, la vez que pasé un año en la Antártida y fue muy raro brindar por Navidad y Año Nuevo con el sol arriba.

Y ahora durante el invierno hubo días en que todo el día era de noche sin ver el sol. Ahora era todo el día de día. Nosotros veíamos el sol girando alrededor del Magadalena. Son pequeñas cosas que uno realmente las disfruta.

¿Qué se escucha cuando uno esta en la Antártida?

Si no hay pingüinos o lobos marinos cerca, no se escucha nada. Se escucha el viento, el ruido de los generadores y si uno va afuera, le guste o no le guste se escucha a uno mismo.

Es lo más difícil y no lo hacemos habitualmente. Eso de pararse a escucharse a uno mismo. Acá se experimenta y se aprende a escuchar a uno mismo y aceptar lo que se escucha, a tomarlo bien. Para mi personalmente es una sensación de paz que no se puede explicar mucho.

No sé como explicarlo pero si todo el mundo en algún momento pasara algo así, te puedo asegurar que no habría (...) tantas diferencias raciales ni culturales cuando la sobrevivencia pende.

Nunca hubo un problema, al contrario nos enseñábamos de lo que uno creía y de lo que no creía. La Antártida siempre saca lo mejor y lo peor de cada uno.

 


Créditos:

BBC Mundo (13/12/02)

 



 
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