Comodoro Rivadavia - Chubut Argentina
"Capital del Viento"

Historia

Usina Playa Sud
 


Cabe recordar que los dos primeros motores, los Fair Morse, comenzaron a funcionar en el año 1964, y cuatro años después, en 1968, se sumó el tercer motor marca Fiat, fabricado en el país.

Hace aproximadamente dos meses comenzó un arduo trabajo en las instalaciones de la usina conocida como Central Playa Sud, una de las instalaciones de la Sociedad Cooperativa Popular Limitada -SCPL- en donde funcionaban los motores que le brindaban el servicio de electricidad a la ciudad.

Justamente el trabajo consiste en el desame de estos motores, que ya quedaron obsoletos con el paso del tiempo y cuyo costo de mantenimiento era muy superior a lo que podían generar.

Con esta premisa, desde la entidad cooperativista se decidió hace varios meses el desarme de los motores para su posterior venta.

Las tareas se iniciaron con los pasos administrativos correspondientes, como la puesta en funcionamiento de una Licitación Pública a nivel nacional para la compra de la chatarra que se produciría del desarme. Una vez concretado esto, se comenzaron las tareas en las instalaciones.

Pedro Ceragioli -gerente Técnico de la SCPL- comentó que se trata de tres motores de entre 80 y 100 toneladas cada uno de ellos. “A los mismos se le suma el desarme de los servicios auxiliares, como las cañerías y bombas” dijo.
 


Listos para el traslado

El desame de los motores no implica para Comodoro Rivadavia solo el hecho de transformarlos en chatarra y venderlos, sino dejar un pedazo de historia, por lo que esas instalaciones significaron.

Cabe recordar que los dos primeros motores, los Fair Morse, comenzaron a funcionar en el año 1964, y cuatro años después, en 1968, se sumó el tercer motor marca Fiat, fabricado en el país.

Quienes hoy tengan la oportunidad de observar el sector, podrán ver cómo se están terminando las tareas de desarme, restando solo el motor Fiat, el más chico y que está situado en el ingreso al galpón que los albergaba.

Unas cinco personas tienen a su cargo estas tareas y se estima que para el próximo mes ya estaría todo finalizado para el traslado correspondiente como chatarra.

En el patio de la usina y en el ingreso al galpón, enormes bielas y árboles de levas son “documentos” de una época que ya pasó y que da paso al futuro, hoy representado principalmente a través de los generadores eólicos.

Las últimas tuercas y bulones están siendo aflojadas, mientras desde la SCPL se analiza cual será el destino del predio que supo albergar la energía de una ciudad en crecimiento.
 


Alberto Rubén Ramos

Alberto Ramos es uno de los ex operarios de la Usina Playa Sud, y al enterarse de los trabajos de desarme que se estaban realizando no pudo resistir las ganas de darse una vuelta por el lugar que lo albergó por varios años como trabajador, y en el cual se tejieron muchas historias, una de ellas muy particular “y que nos cambió la vida”, dice.

Durante diez años, desde mediados de los setenta y hasta principios de los ochenta, Ramos controló periódicamente las máquinas que oficiaban de testigos del funcionamiento de los tres motores que alimentaban a parte de la ciudad.

“Estuve unos diez años, hasta que cuando los que trabajábamos aquí nos sacamos el premio de la Lotería Nacional de Fin de Año y varios decidimos irnos” recordó.

El 31 de diciembre de 1979 fue la fecha en que les cambio la vida. Al igual que sucede en otros sectores de trabajo de la ciudad, varios compañeros de ese entonces juntaron “unos pesitos” para comprar números del sorteo de fin de año de la Lotería, con la esperanza que les toque la suerte. En ese momento eran 18 los que cruzaron los dedos.

“Compramos un solo entero, además de otros pedazos y con el entero nos ganamos la grande” recuerda, mientras observa lo que va quedando de los motores que supo controlar.

El premio fue de 120 mil pesos, que con los descuentos correspondientes quedaron en unos 98 mil pesos, que fueron repartidos entre los 18 compañeros. “Nos quedó 5.300 pesos a cada uno” comentó.

Y ese entonces, esa suma era importante. En el caso de Ramos, cuenta que se pudo comprar una casa de 20 mil pesos -por fin dejaba de alquilar- además de una camioneta 0 Km que le costó 1.000 pesos. “Era mucho dinero en esa época, y pude comenzar a trabajar por cuenta propia”. “Estas máquinas y este lugar tiene muchos recuerdos -señala-, gracias a este trabajo viajamos en una oportunidad a Entre Ríos para retirar maquinarias, además de pasar momentos muy gratos. Hoy es un poco triste ver como se desarma, pero ya son motores viejos” se resignó.
 


Créditos:

  • Publicado en el Diario Crónica. (26/10/06).
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