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Salud

Las grasas aliadas de la salud
 


Pero no solamente en el pescado hay ácidos grasos esenciales para la salud.

La cadena de Omega 3, 6 y 9 tiene una acción clave contra el colesterol, la hipertensión, los trastornos coronarios y la depresión.

Cuando comenzaba la década del ’70, a un grupo de investigadores daneses le llamó la atención el promedio de vida de los esquimales. Ellos no solo vivían muchos más años sino que raramente sus muertes se producían por cáncer o infarto cardíaco.

Sin embargo, si cambiaban de residencia, ese promedio de longevidad caía en picada.

Por supuesto, comenzaron a buscar la punta del ovillo de tal fuente de juventud y la encontraron en la dieta a base de pescados de mar frío y en este alimento descubrieron grasas de las que por primera vez en el lenguaje de la salud se podía hablar bien.

Así comenzó la fama actualmente protagónica de los ácidos grasos esenciales, hoy conocidos como cadena de grasas Omega 3, Omega 6 y Omega 9.

En realidad, todas las grasas son formaciones en cadena de átomos, la diferencia radica en que las saturadas (las nocivas) tienen un miembro libre, en cambio las insaturadas se enganchan de a pares.

Entre ellas, también existen las monoinsaturadas (con una única pareja de dobles) y las poliinsaturadas (con más de una dupla). Las grasas insaturadas tienen acción en la prevención y tratamiento de enfermedades serias pero el organismo humano no las produce y debe recibirlas de la dieta.

Por eso, poblaciones como la esquimal y la oriental se llevaron los laureles en cuanto a los bajísimos porcentajes de incidencia en esas y otras enfermedades.

Por ejemplo, la grasa de ciertos pescados contiene ácidos grasos Omega 3 y dentro de esa cadena, dos tipos de grasas poliinsaturadas que el organismo no sintetiza: EPA o ácido graso eicosapentanoico y DHA o ácido graso docosahexanoico.

Estas dos sustancias, de acuerdo a las investigaciones, están relacionadas con la prevención o tratamiento de enfermedades como el cáncer, la diabetes, la insuficiencia coronaria, la hipertensión arterial y el estímulo autoinmune.

Pero como también estos ácidos grasos integran partes del organismo como el cerebro, su acción se extiende más. La ciencia ha descubierto que las grasas Omega 3 tiene acción específica sobre: El músculo cardíaco al que ayuda a latir uniformemente y previene el infarto aún con insuficiencia coronaria.

Las membranas nerviosas, a las cuales protege y flexibiliza, previniendo la depresión, la ansiedad y cambios abruptos de estados de ánimo, además de mejorar la capacidad intelectual y la agudeza visual del bebé durante la gestación.

El dolor, ya que al accionar sobre los neurotrasmisores, mejora la respuesta frente a dolores menstruales, de artritis, reumáticos o calambres, ayudando a mejorar la inflamación. El cáncer, pues los estudios constataron que previene el desarrollo del de mama y colon.

Tal vez a la luz de estos datos, pueda entenderse más racionalmente por qué una sociedad como la japonesa, que consume 72 kilos anuales de pescado por persona o los españoles que le siguen con 22 kilos per cápita anuales estén más protegidos contra estas enfermedades que los argentinos, que consumen 4 kilos de pescado, por persona, al año.

Mas beneficios en cadena

Pero no solamente en el pescado hay ácidos grasos esenciales para la salud. También tienen de las mejores grasas algunos aceites, las frutas secas y los vegetales.

En el caso de la cadena Omega 6 – ácidos grasos que se encuentran generalmente en los aceites de semillas. Lo cierto es que la dieta ideal es la que iguale el consumo de Omega 3 y Omega 6 para poder equilibrar valores específicos como los del colesterol o la presión arterial. La recomendación actual es consumir hasta 6 gramos diarios de Omega 6 y como mínimo 0,5 gramos de Omega 3.

El aporte esencial de las grasas Omega 6 está en controlar que el colesterol malo no se dispare a las nubes mientras que el bueno mantenga sus niveles estándares, pero si su incorporación al organismo no está en sintonía con el de Omega 3, se produce una interferencia capaz de descontrolar esta acción.

De cualquier modo, la cadena Omega 6 resulta de especial interés porque suma ácido alfa-linoléico, de especial acción sobre los lípidos en la prevención de enfermedades similares a las que frena el Omega 3.

En cuanto a los ácidos grasos de la cadena Omega 9, también están relacionados con la prevención de ciertos tipos de cáncer como el de mama y el colesterol, pero su mayor beneficio se da en cuanto a la presión arterial.

Según algunos estudios, ellos se encargan de mantener las arterias libres de plaquetas y elastizadas como para permitir el libre flujo sanguíneo. Así mantienen a raya a la hipertensión.

Por eso, el aceite de oliva, el de colza, las frutas secas y el maní se han convertido en los últimos tiempos en parte sustancial de la dieta de los cardíacos y las personas con riesgo frente a este tipo de enfermedades.

El cambio inteligente

Con la irrupción de las buenas grasas, comer inteligentemente significa en la actualidad reducir a casi cero el consumo de grasas de carnes rojas, subir considerablemente el de pescado, cambiar para siempre el aceite que se usa en la cocina, sumar a todos los platos las ahora apreciadas frutas secas y modificar apenas algunas tradiciones de consumo típicas de población de país ganadero a la las culturas vecinas al mar.

El futuro está en las manos de cada persona. Cambiar ya mismo grasas insalubres por grasas saludables es simplemente una cuestión de cambio de góndola: pasar cada vez menos por la carnicería y optar para el futuro por el consejo del pescadero.

Créditos:
Extracta de la Revista Luna

 



   
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