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El primer minuto de silencio de la historia lo pidió un periodista al terminar la primera guerra mundial

 


El ideólogo fue un viejo periodista que, en un gesto contrario a la profesión, vio en el silencio la esencia del respeto a los muertos.

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  • El primer minuto de silencio fueron en realidad dos. A las 11 de la mañana del día 11 del undécimo mes del año 1919, la Commonwealth enmudeció por los caídos en la Primera Gran Guerra.

    El ideólogo fue un viejo periodista que, en un gesto contrario a la profesión, vio en el silencio la esencia del respeto a los muertos. Edward Honey, nacido en Melbourne, había servido como soldado en el Ejército británico durante la Primera Guerra Mundial. Un año después de que el horror terminara observó con recelo y angustia como el fin de la Gran Guerra se celebraba con desfiles y festejos en las calles de Londres.

    Bajo el pseudónimo de Warren Foster, el 8 de mayo de 1919 el veterano de guerra escribió una misiva a un diario de la época, el «London Evening News», con la propuesta de un homenaje discreto: cinco minutos de silencio para honrar el sacrificio de aquellos que habían muerto por la patria.

    A las 11 horas del 11 de noviembre de 1919 la Commonwealth calló.

    Poco tiempo después, en octubre del mismo año, Sir Percy Fitzpatrick, un político y empresario sudafricano sugirió la misma idea: un tiempo de mutismo colectivo en Cape Town para honrar a los muertos en batalla, que en el caso de Sudáfrica habían sido muchos. Sir Percy hizo llegar al rey Jorge V su deseo de que este homenaje se extendiera a todas las colonias británicas en el día del Armisticio.

    La idea le gustó al Rey Jorge V, quien, según relata el portal del Ejército australiano, hizo llegar una misiva a todos los habitantes de la «Commonwealth» con el siguiente deseo: «Espero que mi gente, en todos los rincones del imperio, comparta el fervoroso deseo de recordar a aquellos que dieron sus vidas para que hoy seamos libres.

    Llamo a una suspensión completa de todas las actividades habituales durante dos minutos a la undécima hora del undécimo día del undécimo mes, para que en perfecta quietud de pensamientos, todo el mundo pueda concentrarse en el recuerdo reverencial a los difuntos».
    «En Australia la tradición es guardar dos minutos en lugar de uno»

    A las 11 horas del 11 de noviembre de 1919 la Commonwealth al completo calló. Nadie sabe por qué fueron dos minutos y no uno o cinco, ni si Sir Percy Fitzpatrick y Edward Honey llegaron a conocerse.

    Pero la mayoría de los historiadores coinciden en que los derechos de autor corresponden al periodista australiano, antes que al político sudafricano. En Australia, la traidición sigue siendo guardar dos minutos en lugar de uno, como se hace en el resto del mundo.
     


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