Caleta Olivia - Santa Cruz - Argentina
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Médica jubilada de Caleta Olivia abandonada a su propia suerte
 


la doctora Elida Córdoba y su caniche «Toy».

Cuando en 1985 vino a Santa Cruz desde su Tucumán natal para ejercer su profesión de médica especialista en alergia e inmunología, la doctora Elida Córdoba jamás pensó que a los 71 años tendría que pedir permiso al encargado de una confitería de Caleta Olivia para poder pasar las noches dormitando en una silla, con la única compañía de su caniche «Toy».

Tampoco se imaginó que, luego de retornar de un viaje que hizo por razones de salud a su provincia de origen, la dueña de una casa de tercera categoría que alquilaba en el barrio Mar del Plata, no sólo no le permitió la entrada sino que le exigió que «saque sus porquerías de acá», en referencia a los muebles que le había acopiado en un sitio que la médica aún no puede hallar.

Ella trabajó inicialmente en el hospital público de Puerto Deseado, luego en el de Pico Truncado y finamente en el de Caleta Olivia, cuando funcionaba en el viejo edificio.

Mensualmente, Elida percibe una jubilación, aunque no es tan elevada como para afrontar los costosos alquileres que se dan en este tipo de comunidades petroleras y su edad ya no la favorece para acceder a alguno de los planes habitacionales que se construyen a través del Estado, menos para plantarse en piquete, una costumbre de los últimos años para que se reconozcan algunos derechos sociales.
 


Nadie se acuerda

De todos modos, la doctora Córdoba Grigera -tal como gusta que la llamen porque mantiene alto el orgullo de su doble apellido- buscó la ayuda del gobernador Sergio Acevedo hace pocas semanas, cuando en un acto público le hizo entrega de una carta personal, como habitualmente lo hacen muchos vecinos.

«Yo cuidaba mucho a ‘Pepito’ cuando era chiquito», comentó a este diario, en alusión a uno de los hijos del actual mandatario provincial. Fue por ello que «esperaba que el doctor Acevedo se acordara de mí».

Ella aún confía en el mandatario y también en la ministro de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, a quien le hizo llegar otra nota solicitándole que la ayude a tener un techo propio. Sin embargo, hasta ahora nadie le respondió.

Así las cosas, deambula por las calles, en la confitería y en un hotel donde le permiten guardar algunas prendas.

No es un secreto que algunos ya la juzgan como una «vieja loca», otros la ignoran y pocos denotan que aún es una persona que tiene lucidez mental, aunque social y psicológicamente está desprotegida, lo cual significa en su caso que no pasa estrictamente por la indigencia.

De hecho, no son muchos los que saben lo difícil que es trabajar en torno a la recuperación integral de la salud mental.

Claro que la doctora Córdoba, de cuyo caso también comenzó a ocuparse un programa periodístico que se emite por la FM San Jorge, no sólo concurrió a pedir ayuda a los políticos, sino también a un ser superior.

Ella misma contó que hace pocas semanas ingreso con su perrito a la nave de la Parroquia San Juan Bosco y que se arrodilló frente al altar preguntando: «Señor, ¿por qué me abandonaste?».

Entonces escuchó desde atrás una voz que le respondió: «Dios no abandona a sus hijos, los que la abandonaron a usted son los gobernantes».

Era el párroco Ricardo Llanes, quien en gesto de piedad le brindó una pequeña ayuda económica para que pudiera dormir en un hotel.  


Crédito:

  • Publicado en el Diario El Patagónico (06/11/05)
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