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Estancia

 


Captura de video. Parte del casco de la Estancia Monte León -Santa Cruz-.

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"Casas de la estancia" -P. N. Monte León 2013-.

Se denomina estancia a los grandes establecimientos rurales del Cono Sur, especialmente a los destinados a la cría extensiva de hacienda vacuna o lanar.

Suelen caracterizar a las estancias la existencia de «cascos», es decir un centro edilicio que incluye viviendas, silos, establos, caballerizas o haras, bodegas, etc. En este aspecto la estancia del Cono Sur es muy semejante a la hacienda mexicana, a la «fazenda» brasileña y al «rancho» del oeste estadounidense.

Durante la colonización española, se denominó inicialmente «estancia» al lugar que servía de asentamiento -por ejemplo campamento- para los conquistadores.

Desde la llegada de los exploradores europeos, estos fueron recompensados con encomienda de indios y mercedes de tierras. Con ellas fueron agraciados tanto los acompañantes de Juan Núñez de Prado en su entrada al Tucumán que tuvo por corolario la fundación de Santiago del Estero, como los de don Pedro de Mendoza tras la fundación de la Asunción, como así también quienes acompañaron a Juan de Garay en las sucesivas fundaciones a lo largo de los ríos de la cuenca del Plata, y quienes protagonizaron fundaciones a todo lo largo y ancho del dilatado noroeste argentino, región que en aquellos tiempos era conocida como el Tucumán.

Las mercedes de tierras eran de variada naturaleza y se denominaban suertes. Así, existieron suertes de chácaras, luego llamadas chacras, y suertes de estancias. Estas suertes eran concesiones reales, pues la tierra de los Reinos de Indias se reputaban realengas, conforme habían sido adjudicadas al rey de Castilla -aunque no al Reino de Castilla- por las bulas alejandrinas. Los conquistadores y colonizadores las reputaron como premio o pago, y de allí proviene el término «pagos», que luego dará nombre a la región en la que se asientan las dichas mercedes de tierras.

La suertes de chacras se destinaban a la agricultura, mientras que las suertes de estancias se destinaban a la ganadería, razón por la cual siempre se procuraba que unas y otras estuviesen divididas por cursos de agua que la hacienda difícilmente pudiese trasponer, y en consecuencia no pisoteasen lo sembradíos.

Esas estancias de grandes dimensiones transmitida su propiedad de generación en generación han dado origen en el noroeste argentino a la conformación de una aristocracia criolla terrateniente, tal el caso de las familias santiagueñas de la llamada «nobleza choyana» nucleadas en San Pedro de Choya, como los Espeche y los Gómez. También en el litoral se constituyeron esos núcleos terratenientes, como en el caso de Santa Fe, integrado por unas pocas familias, los Echagüe y Andía, los Fernández Montiel, los Arias Montiel, los Vera Mujica, los Maciel.

En la hoy Provincia de Buenos Aires las estancias se mantuvieron concentradas sobre la ribera de los ríos Paraná y de la Plata. Como la gobernación de la Nueva Andalucía adjudicada a don Pedro de Mendoza se extendía desde el océano Pacífico al Atlántico pero hacia el Sur concluía en el paralelo 35°S, las suertes de estancias adjudicadas a los primeros pobladores de Buenos Aires no transgredieron ese límite.

Al sur de ese límite habitaban las tribus tehuelches o patagones y la gobernación de esas tierras, también de océano a océano, en las que se situaba la Trapalanda y la Ciudad de los Césares, fueron adjudicadas al noble gallego-portugués Simón de Alcazaba y Sotomayor.

Sin embargo, el avance de tribus mapuches o araucanas sobre territorio tehuelche pone en contacto a castellanos y mapuches, y ese contacto no será pacífico. Las autoridades virreinales disponen la creación de una línea defensiva de fortines y hacia 1779 se funda el Fuerte de Chascomús, origen de Chascomús (Buenos Aires), ya al sur del paralelo de 35°S, y donde ya se encontraban establecidas estancias pioneras que constituían núcleos de población sedentaria en medio de la inmensidad de la Pampa, como La Alameda, de la familia Girado, precisamente en la costa de la misma laguna de Chascomús. Otro caso paradigmático, algo posterior, es la estancia Miraflores fundada por Francisco Hermógenes Ramos Mejía, aún más hacia el sur, en la laguna Kakel Huincul.

Es en esta región sudoriental de la Provincia de Buenos Aires donde cobrará ímpetu la explotación ganadera y de allí surgirá la burguesía terrateniente en Argentina y sus emblemáticas estancias argentinas, muchas de las cuales surgirán de la Ley de Enfiteusis durante la presidencia de Bernardino Rivadavia, tales como la Estancia San Juan, establecida sobre una enfiteusis que en origen se extendía sobre una superficie de 250.000 hectáreas.

Luego ha pasado a designar a un establecimiento rural de hacendados y a la finca o "casco" de tal establecimiento.

En el siglo XVII el vocablo estancia señalaba importantes extensiones de tierras concedidas en propiedad a un sujeto, una familia o una orden religiosa. Durante el siglo XIX algunas empresas también comenzaron a ser poseedoras de estancias. De este modo, estancia pasó a ser casi sinónimo de latifundio en Argentina.

En el siglo XXI, la estancia, si bien todavía conserva su tradicional significado de gran extensión de tierra -en la mayoría de los estblecimientos reducida debido principalmente a las leyes de herencia (que es el más importante factor "democratizante" de la tierra)- se la vincula a las mejores producciones agrícologanaderas aunada a las mejores tradiciones camperas.

En Argentina, el Turismo Rural de Estancias se inicia en el verano de 1967/68, en el Valle de Cholila, provincia del Chubut, Patagonia argentina. Dentro de este tipo de turismo pueden encontrarse establecimientos de distintas categorías que ofrecen, junto con el alojamiento, escuela o practica de Polo, caza, pesca, Fiesta Gaucha (Día de Campo con show folclórico y carreras de cuadreras, etc).  


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