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Educación

Cinco chicos de un pueblito patagónico ganaron las Olimpíadas de Internet
 


Jóvenes ganadores de Governador Gregores en Capital Federal.

Las historias de la Patagonia profunda marcan a fuego la vida de sus habitantes.

Por eso, un grupo de chicos de Santa Cruz eligió contarlas al resto del mundo.
Los testimonios, todos reales, quedaron plasmados en un trabajo denominado "Relatos de la Patagonia Austral: cuando la realidad supera a la ficción".

La investigación ganó el primer premio de las Olimpíadas Nacionales de Internet del año 2000, organizadas por el Instituto de Educación Tecnológica, del Ministerio de Educación y el portal educativo Educ.ar.

El certamen, del que participaron más de 570 trabajos de escuelas de todo el país, consistía en investigar sobre un tema y con él, armar una página web.

Los ganadores nacieron y se criaron en un pueblito de menos de 3.000 habitantes, Gobernador Gregores, a 450 kilómetros de Río Gallegos.
Y son alumnos de 4° y 5° año de la escuela (pública) N° 21 "José Font", la única secundaria del pueblo.

Paola Barrientos (17), Valeria Mendoza (16), las mellizas Alejandra y Viviana Askenazi (18) y Jorge Arias (17) trabajaron durante 4 meses recopilando testimonios entre los pobladores de la zona y consultando libros y documentos en las bibliotecas del pueblo y en el Archivo Histórico de Río Gallegos.

Uno de los profesores del colegio, Daniel Soutullo, fue el coordinador.
El premio que recibirán es un viaje al lugar del país que ellos elijan.

"Queríamos hablar de los temas que están vinculados con nuestra región", cuenta Viviana.

Los últimos tehuelches; los viajeros, como Antoine de Saint-Exupéry, que se aventuraron en la Patagonia hace décadas; los bandidos, como Butch Cassidy, que se refugiaron en la meseta infinita, y los pioneros que poblaron la región cuando allí no había nada, son los protagonistas de la investigación.

"El pueblo se involucró con nuestro trabajo y nos aportó cosas muy interesantes", cuenta Alejandra.

Recuerdan el caso de un vecino que hizo sonar en su vieja victrola discos de pasta de la década del 40, que sirvieron para el audio de la página.

Los chicos aprovecharon un temporal, que cubrió la calle con 60 centímetros de nieve y obligó a suspender las clases por una semana, para instalarse en la casa del coordinador y trabajar casi sin descanso.

Después de la recopilación, tipearon y procesaron todos los textos.
Finalmente les dieron forma y les agregaron la animación que tienen las páginas de Internet.

Curiosamente, para ellos acceder a Internet es casi imposible.

A pesar de contar con computadoras en sus casas y en la escuela, sólo pueden conectarse a la red mediante un servidor ubicado a 200 kilómetros del pueblo.

Por eso, cada llamado telefónico es de larga distancia y cada hora de conexión les cuesta entre 9 y 15 pesos, según el momento del día.

"Además, bajar cada página resulta 6 veces más lento que en Buenos Aires", cuentan.
Por eso, los chicos grabaron su trabajo en un CD —que se instala en la computadora— para que la gente de su pueblo lo pudiera conocer.

El aislamiento no es sólo virtual: la única posibilidad de salir del Gregores es una camioneta que una vez por día recorre los 450 kilómetros —la mitad, por el ripio— hasta Río Gallegos, desde donde pueden viajar en micro o en avión a otros lugares.

En uno de los capítulos del trabajo de los chicos aparecen las tolderías de los indios tehuelches, que eran parte del paisaje hasta la década del 50.

"En esa época ya eran pocos.
La llegada de las grandes compañías inglesas a principios de siglo XX comenzó a diezmarlos.
Y hoy sólo quedan unos 600 descendientes de tehuelches puros en toda la Patagonia", contó Soutullo.

"Algunos datos parecen de ficción.
Por ejemplo, los tehuelches no hablaban directamente con sus suegras.
Se dirigían a ellas sólo a través de sus esposas.
Y consideraban herederos de sus pertenencias a sus perros", relataron las chicas.

Aunque el tránsito y el ruido de Buenos Aires les resulta insoportable, aprovecharon los tres días en la ciudad para pasear, comprar algunas cosas y conectarse a Internet.

"Ah, y fuimos al cine", recuerda Viviana, un lujo que no se dan muy seguido porque el más cercano —el único que hay en Santa Cruz— está en Río Gallegos.

Orgullosos de su trabajo y de su tierra, afirman: "El trabajo de investigación abarcó desde el siglo XVII hasta hoy.
Y todos sus datos confirman que la Patagonia es un lugar único en el mundo".

Estracta: Información y fotos:
Diario Clarín

 



 
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