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Historia

Biografía de Mariano Moreno

 


Mariano Moreno.

Mariano Moreno (Buenos Aires, 23 de septiembre de 1778 - alta mar, 4 de marzo de 1811), fue un abogado, periodista y político de las Provincias Unidas del Río de la Plata, actual Argentina. Tuvo una participación importante en los hechos que condujeron a la Revolución de Mayo, y una actuación decisiva como secretario de la Primera Junta, resultante de la misma.
 


Juventud y formación intelectual

Mariano Moreno era hijo de Don Manuel Moreno y Argumosa, y de Ana María Valle, una familia humilde de catorce hijos. Cursó sus estudios secundarios en el colegio San Carlos (actual Colegio Nacional Buenos Aires), en donde finalizó sus estudios con título de honor.

Consiguió contactos dentro del ámbito literario, gracias a los cuales pudo continuar sus estudios en la Universidad de Chuquisaca, la única de tales características en Sudamérica en aquella época.

Allí leyó los libros de Montesquieu, Voltaire, Denis Diderot, Jean-Jacques Rousseau y otros pensadores europeos de la época.

Asimismo, estudió el idioma inglés y el francés para poder comprender a los autores que escribían en dichas lenguas, por lo que también ofició de traductor. Una de las obras que tradujo fue el libro "El contrato social" de Rousseau. Dedicó varios años a traducir la obra de éste, pero sólo la editó en 1810 en La Gaceta, con un prólogo de su autoría en que se lee:

«Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía».

Bajo la tutela del canónigo Terrazas, conoció los textos filosóficos de la Ilustración y fue su deseo implementar las ideas en su país.

Influenciado por personajes como el jurista español Juan de Solórzano Pereira, el más destacado publicista del derecho indiano, y Victorián de Villalva (fiscal de la Audiencia de Charcas, defensor de la causa indígena), escribió su tesis doctoral: Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios, donde puede leerse:

«Desde el descubrimiento empezó la malicia a perseguir unos hombres que no tuvieron otro delito que haber nacido en unas tierras que la naturaleza enriqueció con opulencia y que prefieren dejar sus pueblos que sujetarse a las opresiones y servicios de sus amos, jueces y curas. Se ve continuamente sacarse violentamente a estos infelices de sus hogares y patrias, para venir a ser víctimas de una disimulada inmolación. Se ven precisados a entrar por conductos estrechos y subterráneos cargando sobre sus hombros los alimentos y herramientas necesarias para su labor, a estar encerrados por muchos días, a sacar después los metales que han excavado sobre sus propias espaldas, con notoria infracción de las leyes, que prohíben que aun voluntariamente puedan llevar cargas sobre sus hombros, padecimientos que, unidos al mal trato que les es consiguiente, ocasionan que de las cuatro partes de indios que salen de la mina, rara vez regresen a sus patrias las tres enteras».

Entre 1803 y 1804 realiza sus prácticas profesionales en el estudio de Agustín Gascón, oficiando como abogado defensor de indios contra abusos de sus patrones, llegando a inculpar a poderosos personajes como al intendente de Cochabamba y el alcalde de Chayanta.

Estas actividades hicieron que su permanencia en Chuquisaca se viera complicada y junto a su reciente esposa, María Guadalupe Cuenca, de 15 años de edad, y su recién nacido hijo, se trasladasen a Buenos Aires a mediados de 1805.

Ya en Buenos Aires, fue habilitado por la Audiencia para ejercer su profesión de abogado como relator de la Audiencia y asesor del Cabildo de Buenos Aires, y uno de sus primeros casos fue la defensa del canónigo Melchor Fernández, agraviado por el obispo Benito Lué y Riega.

En otro de sus primeros pleitos fundamentó la decisión del cabildo de negar el nombramiento como alférez del joven Bernardino Rivadavia.

En 1806 tuvieron lugar las Invasiones Inglesas, durante las cuales Buenos Aires fue ocupado por una fuerza militar británica. Aunque Moreno no participó activamente de las contraofensivas militares con las cuales se los expulsó, se opuso a la presencia inglesa en Buenos Aires y durante la misma escribió un diario en donde tomaba nota de todos los acontecimientos que sucedían.

Su propósito era que sus compatriotas conocieran en el futuro por qué circunstancias tal acontecimiento había tenido lugar. Moreno afirmaba lo siguiente:

«Yo he visto llorar muchos hombres por la infamia con que se les entregaba; y yo mismo he llorado más que otro alguno, cuando a las tres de la tarde del 27 de junio de 1806, vi entrar a 1.560 hombres ingleses, que apoderados de mi Patria se alojaron en el fuerte y demás cuarteles de la ciudad».

En 1807, antes de volver a atacar a la ciudad de Buenos Aires, un nuevo conjunto de ejércitos ingleses tomó la ciudad de Montevideo.

Por entonces se comenzó a editar en dicha ciudad un periódico bilingüe, tanto en inglés como en castellano, conocido como The Southern Star o La estrella del Sur.

En él se defendía el libre comercio, una de las metas de los ingleses, y se promovía la independencia americana bajo tutela inglesa.

En Buenos Aires la Audiencia prohibió la circulación de dicho periódico, encargándole a Moreno la redacción de artículos que refutaran las afirmaciones del mismo.

Moreno se negó, ya que aunque no aceptaba la dominación inglesa sí estaba de acuerdo con algunas de las críticas que se formulaban al gobierno español.
 


Primeras actuaciones públicas

Por sus vínculos con el alcalde Álzaga, ocupó el cargo de asesor legal del Cabildo de la ciudad. En ese carácter, fue el autor de una petición al Rey de España, para que el Cabildo de Buenos Aires fuera nombrado Protector de los Cabildos del Virreinato del Río de la Plata, de modo que ningún cabildo local pudiera dirigirse al Rey o al virrey, sino a través de la capital.

Acompañó a Martín de Álzaga como uno de los organizadores de la Asonada de Álzaga, ocurrida el 1 de enero de 1809, que pretendía reemplazar al virrey Santiago de Liniers por una junta de gobierno, de la que hubiera formado parte.

Fueron derrotados por la enérgica reacción del coronel Cornelio Saavedra, al mando del Regimiento de Patricios. Moreno fue el abogado defensor de Álzaga en el juicio que se le siguió, que estaba caratulado como juicio por independencia.

Al llegar a Buenos Aires el nuevo virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros, los arrestados por dicho alzamiento fueron liberados, en virtud de un informe favorable redactado por Moreno y el síndico Julián de Leyva. Mariano Moreno fue ascendido a relator de la Real Audiencia de Buenos Aires.

Cisneros también declaró el libre comercio con Inglaterra. Hasta entonces, España mantenía el monopolio del comercio exterior de sus colonias, pero Buenos Aires solía ser relegada en el mismo.

La situación se agravó con la disminución del comercio español debido al recrudecimiento en Europa de las guerras napoleónicas, lo cual llevó a la ciudad a un fuerte déficit.

La medida fue criticada por el apoderado del Consulado de Cádiz, que aseguraba que la libre entrada de productos ingleses perjudicaría a las industrias artesanales de las ciudades del interior y la relación con España y su rey, y afectaría a la moral, las costumbres y la religión.

Un importante grupo de estancieros, que no se sentían adecuadamente representados en el Cabildo, le pidió a Moreno que defendiera la apertura económica, para lo cual publicó una Representación de los Hacendados, en que promovía el libre cambio, atacaba los privilegios de los monopolistas, y promovía el interés exportador de los ganaderos.

Es considerado el informe económico más completo de la época del virreinato. Representaba las nuevas ideas económicas que se desarrollaban en Europa, y señalaba que el monopolio comercial con España no impedía que los productos ingleses se introdujeran ilegalmente de todas formas.

Diversos autores han puesto en duda la autoría del documento por parte de Moreno, considerando que era una actualización de otro, redactado anteriormente por Manuel Belgrano, Secretario del Consulado de Comercio de Buenos Aires, para ser presentado a Liniers.

Por otro lado, el virrey ya había decidido anunciar el libre comercio, para lo cual traía instrucciones desde España. Había pedido informes a otras corporaciones, como el Consulado, el Cabildo y la Audiencia, que se habían pronunciado a favor.

Dicha presentación, así como el prestigio y la amplia cantidad de contactos de Moreno en la sociedad virreinal, le fueron útiles a Moreno para conseguir la confianza de Cisneros. Aun así, secretamente, Moreno respaldaba los movimientos que planeaban destituir al virrey.
 


La Primera Junta

Durante el año 1810, tuvo varios contactos con grupos partidarios de la Independencia, producto de su presentación en favor de los hacendados, pero no participó activamente en los sucesos de la Revolución de Mayo.

El día 25 de mayo se propuso una lista de candidatos a la Primera Junta de gobierno, formada por tres partidarios de Álzaga (Domingo Matheu y Juan Larrea y el secretario Mariano Moreno), tres miembros del grupo de Manuel Belgrano (éste mismo, Juan José Castelli y el secretario Juan José Paso), y tres moderados: el presidente Saavedra, Miguel de Azcuénaga y Manuel Alberti.

Fue el autor de la proclama del día 28 de mayo, por la que la Junta anunciaba su instalación a los pueblos del interior y a los gobiernos del mundo, y convocaba a los representantes de las demás ciudades a incorporarse a la misma.

En sólo 7 meses, su nombre quedó unido a una larga lista de realizaciones revolucionarias: estableció una oficina de censos y planificó la formación de una Biblioteca Pública Nacional; reabrió los puertos de Maldonado (Uruguay), Ensenada y Carmen de Patagones; mediante varios decretos, liberó de las antiguas restricciones el comercio y las explotaciones mineras.

Intentó regular el ejercicio del patronato sobre la Iglesia, estableció las ordenanzas militares para los oficiales y cadetes, creó nuevas compañías de voluntarios y organizó la policía municipal.

Fundó y dirigió la Gazeta de Buenos Ayres, el periódico oficial, desde el cual publicó sus ideas. Casi todas las semanas publicaba largas y detalladas notas de gobierno, que reunidas llenan cientos de páginas. Publicó un decreto de libertad de prensa según el cual se podía publicar por la prensa cualquier cosa que no ofendiera la moral pública, ni atacara a la Revolución ni al gobierno.

La política económica de la Junta fue librecambista por tres razones: se necesitaba con urgencia una cierta apertura comercial, la apertura traería un aumento de ingresos públicos (la aduana era la principal fuente con que se contaba) y también se necesitaba algún aliado frente a España, y el más poderoso era Inglaterra. Sin embargo, en una nota de La Gaceta, escribía:

"El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse. Recibámoslo en buena hora, aprendamos las mejoras de su civilización, aceptemos las obras de su industria y franqueémosle los frutos que la naturaleza nos reparte a manos llenas. Pero miremos sus consejos con la mayor reserva..."


 


Reacciones contra los movimientos realistas

Con el fin de restar influencias y poder al antiguo régimen, ordenó el destierro tanto del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, como de todos los miembros de la Real Audiencia de Buenos Aires. Tiempo después, la Junta nombró una nueva Audiencia, compuesta por criollos leales a la Revolución.

Al saberse de la Contrarrevolución de Córdoba, dirigida por el gobernador Juan Gutiérrez de la Concha y el ex virrey Santiago de Liniers, se organizó un ejército al mando del jefe del regimiento de Arribeños, Francisco Ortiz de Ocampo.

Éste llevaba la orden de fusilar a los líderes contrarevolucionarios en el momento de ser capturados, decisión que había sido tomada por la Junta en pleno, exceptuando a Manuel Alberti, que se excusó por su carácter eclesiástico.

Ocampo derrotó a las fuerzas sublevadas y, a pedido de los habitantes de Córdoba, los envió prisioneros a Buenos Aires en lugar de ejecutarlos.

La Junta se alarmó, ya que se temía que si Liniers llegaba a Buenos Aires podría ser liberado debido a su popularidad, y volviera a tomar las armas en su contra.

La respuesta de Moreno fue enviar a Castelli, Rodríguez Peña y French a interceptar el traslado de los prisioneros y fusilarlos en el acto. Moreno le ordenó a Castelli lo siguiente:

"Vaya usted y espero que no incursione en la misma debilidad que nuestro general; si todavía no se cumple la determinación tomada, irá el vocal Larrea, a quien pienso no faltará resolución, y por último iré yo mismo si fuese necesario (...)"

Los prisioneros fueron fusilados, con excepción del obispo Orellana, en respeto a su investidura religiosa.

Su gestión ayudó al Ejército Auxiliar, al mando de Ocampo y Castelli, a transformarse en el Ejército del Norte, con el cual se lanzó la primera expedición auxiliadora al Alto Perú.

Y también fue enviada otra, al mando de Belgrano, a Paraguay; ambas fracasarían algún tiempo más tarde, y la guerra de Independencia se prolongaría por quince años.
 


Plan de Operaciones

Un aspecto que genera controversias entre los historiadores es un documento atribuido a Moreno, conocido como el "Plan de operaciones".

En el mismo se detallan metas y estrategias que debería seguir la Primera Junta, y cómo tratar a los partidarios, los opositores y los neutrales. En líneas generales, se plantean cursos de acción muy duros para defender la independencia.

Lo que se encontró sobre dicho plan fue un documento manuscrito que aparentaba ser una copia del plan presentado a la junta, el cual fue hallado en el Archivo General de Indias en 1896.

Investigaciones posteriores plantearon la posibilidad de que dicho documento haya sido una falsificación literaria, preparada por un español al servicio de la Corte de Portugal, con el objetivo de desprestigiar al gobierno patrio.

Los partidarios de la veracidad del documento, por su parte, afirman que su contenido sería coherente con las acciones de gobierno llevadas a cabo por la Primera Junta.

En ese documento se plantean acciones revolucionarias de carácter jacobino, y un apoyo a la delación, al fusilamiento sistemático de opositores, y la cesión] de la Isla Martín García a la Corona Británica para la protección de la revolución contra España.
 


Moreno y Saavedra

Mariano Moreno y Cornelio Saavedra son señalados por los historiadores como los principales exponentes de las corrientes internas de la Primera Junta, diferenciadas en la forma en que interpretaban los acontecimientos de la Revolución de Mayo y cómo dirigir el gobierno.

La visión clásica supone que Mariano Moreno aspiraba a generar cambios profundos en la sociedad, mientras que Saavedra buscaba sólo la llegada de los criollos al poder pero manteniendo la continuidad del ordenamiento social del virreinato.

Existen otras visiones del conflicto, que suponen desde una cuestión personal o conflicto de autoridades entre los dos líderes, hasta la relativamente extemporánea postura de que Saavedra habría encarnado la iniciación de las posturas federales y Moreno las unitarias.

La postura más extrema en contra de Moreno la lidera el conservador Hugo Wast, en Año X, en que identifica a Moreno como un jacobino extremista, violento y anticlerical; su postura no ha tenido muchos seguidores.

En octubre se dictó un reglamento por el cual se creaba un cuerpo de oficiales de carrera y una academia militar y se creaba un nuevo Regimiento de milicias, el llamado Regimiento de la Unión o “de la Estrella”, encomendado a los morenistas Domingo French y Antonio Luis Beruti. Todo esto debilitaba a los jefes militares adictos a Saavedra.

Durante un banquete en festejo por la victoria en la batalla de Suipacha, acertó a pasar Moreno por la puerta del cuartel y pretendió ingresar al mismo, lo que fue impedido por el centinela, que no lo reconoció; el secretario lo tomó como un asunto personal. Esa misma noche, el oficial Atanasio Duarte, en estado de ebriedad, ofreció a Saavedra una corona de azúcar y brindó por él llamándolo "el primer rey y emperador de América, don Cornelio Saavedra".

Al día siguiente, cuando conoció dichos acontecimientos, Moreno lanzó el "Decreto de Supresión de Honores", por el cual se suprimía el ceremonial reservado para el presidente de la Junta y los privilegios heredados del cargo del virrey.

Duarte fue desterrado, acto justificado por Moreno afirmando que "Un habitante de Buenos Aires ni ebrio ni dormido debe tener expresiones contra la libertad de su país."

Si es verdad, como pretenden algunos historiadores, que Moreno pretendía forzar un conflicto con Saavedra, éste lo evitó, firmando sin observación alguna el decreto.

A fines de año, llegaron a la Capital los diputados de los pueblos del interior, convocados por la circular del 27 de mayo. Pero existía un conflicto entre las posibles interpretaciones de esa circular, y no había acuerdo sobre a qué cuerpo debían incorporarse: la tesis defendida por Moreno era que debían reunirse en Congreso.

Los diputados, acaudillados por el cordobés Gregorio Funes, deán de la catedral de Córdoba, observaron que eso hubiera sido lo correcto en un principio; pero que, a esa altura de los acontecimientos, una Junta puramente porteña gobernaba sobre todo el país. Moreno contestó que un ejecutivo colegiado tan grande sería inoperante.

Saavedra se unió a los diputados del interior para frenar la influencia de Moreno: el 18 de diciembre ordenó someter a votación la incorporación o no de los diputados a la Junta, en una reunión en que éstos estuvieran presentes.

Logró un voto favorable, que llevó a la conformación de la Junta Grande. Moreno, vencido por el voto de la mayoría, presentó su renuncia, que fue rechazada por la Junta. De modo que solicitó y obtuvo una misión ante las cortes del Brasil y Gran Bretaña, para gestionar el apoyo a la independencia argentina.
 


Fallecimiento

Mariano Moreno falleció en alta mar en la madrugada del 4 de marzo de 1811, a bordo de la goleta inglesa "Fame", en viaje a Gran Bretaña.

Su cuerpo fue envuelto en una bandera inglesa y arrojado al mar (28° 7’ S, a unos kilómetros de la costa de Brasil, cerca de la isla de Santa Catarina), tras unas salvas de fusilería.

Según el testimonio de su hermano Manuel Moreno y de Tomás Guido, sus secretarios y acompañantes en ese viaje, murió debido a una sobredosis de un medicamento administrado por el capitán del buque: cuando llegaron al gabinete de Moreno, el capitán sostuvo que le había suministrado cuatro gramos de un vomitivo de uso habitual en aquella época, elaborado con antimonio y tartrato de potasa.

Según comentó más adelante Manuel Moreno:

"...Si Moreno hubiese sabido que se le daba tal cantidad de esa sustancia, sin duda no la hubiese tomado pues a la vista del estrago que le causó y revelado el hecho, él mismo llegó a decir que su constitución no admitía sino una cuarta parte de gramo y que por tanto, se reportaba muerto.

Aún quedó en duda si fue mayor la cantidad de aquella droga u otra sustancia corrosiva, la que le administró, no habiendo las circunstancias permitido la autopsia cadavérica.

A ello siguió una terrible convulsión, que apenas le dio tiempo para despedirse de su patria, de su familia y de sus amigos."

Ambos testigos conjeturaron posteriormente que fue envenenado por el capitán del buque, y que la orden habría sido impartida por Saavedra.

Pero las fuentes historiográficas no confirman el hecho, y ni siquiera existe un móvil definido: para Saavedra, su adversario ya había sido derrotado, y no tenía antecedentes de hacer matar a sus enemigos.

Por otro lado, Mariano Moreno no era un enemigo de los planes británicos en el Río de la Plata, por lo que tampoco resulta plausible la idea de haber sido asesinado por orden de la diplomacia inglesa.
 


Valoración histórica de Mariano Moreno

Desde fines del siglo XIX, los historiadores clásicos lo elevaron al grado de máximo prócer civil. Eran historiadores liberales —casi todos eran abogados— y veían en él a un abogado revolucionario, patriota y liberal.

Llegaron a afirmar que era el “alma de la Revolución” y acusaron a Saavedra de contrarrevolucionario por oponérsele.

Por ejemplo, Scalabrini Ortiz lo describe de la siguiente manera:

"Con la caída de Moreno, una ruta histórica se clausura... La Nación debe constituirse entera en la concepción de Moreno... La ruta de perspectivas que abrió la clarividencia de Moreno estaba definitivamente concluída... El presintió una grandeza y una manera de lograrla precaviéndose de la artera logrería de Inglaterra. La otra ruta está encarnada en Rivadavia".

Posteriormente, algunos autores descargaron muchas acusaciones en su contra, llegando en el caso de Hugo Wast a considerarlo un demagogo, en contraposición con Saavedra:

"En el seno de la Junta, Moreno representaba la demagogia liberal contra la tradición católica y democrática que encarnaba Saavedra. Por eso, los modernos demagogos, los masones, los anticatólicos en cualquier partido en que militen (socialistas, comunistas, etc.) descubren en Moreno su primer antepasado en la historia argentina".

Por su parte, Federico Ibarguren descalificó los criterios radicales empleados en el Plan de Operaciones, viendo en ello similitudes con el marxismo:

"cincuenta años más tarde, nada menos que Karl Marx escribirá también coincidentemente este pensamiento clave del comunismo actual".

Su oposición a la incorporación de los diputados del interior es vista por algunos historiadores como uno de los primeros pasos del conflicto entre Buenos Aires y el resto de las provincias, que dominaría la política argentina durante las siguientes décadas.

En consecuencia, se lo cataloga como un precursor del Partido Unitario, mientras que otros encuentran en sus frases o acciones una mayor coherencia con el Partido Federal.

Sin embargo, los historiadores Norberto Piñeiro y Paul Groussac coinciden en considerar a dicho debate una extrapolación de contextos futuros a una época en la cual aún no tenían lugar.

Piñeiro considera un error catalogar a Moreno como unitario o como federal, afirmando que éste priorizaba la organización del estado por sobre el aspecto secundario del centralismo o federalismo; mientras que Groussac señala en forma similar que Moreno consagraba todas sus energías al problema inmediato de lograr la independencia, sin dar demasiada consideración a los posibles escenarios de largo plazo.
 


Aspecto físico

Cuadro de Moreno realizado en vida por Juan de Dios Rivera, se lo considera una representación fiel del verdadero aspecto del prócer.Existe cierta controversia entre los historiadores respecto del aspecto físico de Mariano Moreno.

Se cree que el platero peruano Juan de Dios Rivera pintó un cuadro suyo en 1808 o 1809, el cual sería en consecuencia un cuadro realizado en vida.

Con motivo del centenario de la revolución de mayo, ocurrido en 1910, el historiador Adolfo Carranza solicitó al chileno Pedro Subercaseaux Errázuriz la realización de diversos cuadros alegóricos de dicho acontecimiento.

Carranza pertenecía a la corriente de historiadores que profesaba una gran admiración por el secretario de la Primera Junta, al cual describía de la siguiente manera:

"Fue el alma del gobierno de la revolución de Mayo, su nervio, el estadista del grupo distinguido que manejando la nave arremetió contra el absolutismo y la duda, ansioso de alcanzar el objetivo de sus anhelos y de su destino.

Moreno fue la brújula y el que asió el timón también, como que era el más fuerte y el más capaz de los que iban á dirigirla."

En consecuencia, solicitó un cuadro en el cual el aspecto de Mariano Moreno fuera coherente con la imagen que se transmitía de él.

Interpretaciones posteriores de Mariano Moreno, como la de Antonio Estrada, toman como imagen canónica la realizada por Subercaseaux, y no la de Rivera.
 


Créditos:

  • Publicado en el Sitio wikipedia.org.
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