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Historia

Ataque con misiles Exocet

 


"Batterie terrestre de missiles MM-38 Exocet, modèle ITB du capitaine Julio Pérez (Iles Malouines-12/06/1982)" - Aguada sobre papel de Daniel Bechennec (2009).
El día 4 de mayo de 1982, la Aviación Naval Argentina obtuvo una resonante victoria al destruir al HMS Sheffield, utilizando aviones Super Etendard equipados con misiles Exocet AM-39 (aire-mar).

Tras ese exitoso ataque, el Estado Mayor de la Armada Argentina analizó la posibilidad de emplear también su arsenal de misiles Exocet MM-38 (mar-mar), para detener la acción de los buques de guerra británicos, que sistemáticamente efectuaban un persistente cañoneo naval nocturno sobre las posiciones argentinas.

Cabe señalar que los modelos citados integran la familia de misiles Exocet de la empresa francesa Aérospatiale, junto con el modelo MM-40 de alta perfomance y el SM-39 que se dispara desde cápsulas lanzadas desde los tubos torpederos de los submarinos. Algunas características de esta familia de armas misilísticas pueden observarse en los esquemas incluidos en la sección Documentos de este sitio.

Si bien los misiles Exocet MM-38 están diseñados para ser lanzados desde un buque contra otro buque, a mediados de mayo se encomendó al capitán Julio M. Pérez y a un grupo de colaboradores de Puerto Belgrano, que desarrollasen los equipos que permitieran lanzar dichos misiles desde instalaciones terrestres de las Islas Malvinas.

Para llevar a cabo esta empresa, sin antecedentes en el mundo, había que vencer numerosas dificultades de todo tipo.
Los estudios determinaron que para desmontar de un buque, tanto los misiles como su compleja instalación, se necesitaría un tiempo demasiado prolongado, considerando la urgencia en detener el bombardeo naval enemigo.

Por lo tanto, debió prepararse todo un sistema nuevo que fuese transportable; compuesto por un dispositivo que simulase las señales eléctricas de control que la verdadera computadora de a bordo enviaba al misil en su montaje original, una plataforma inercial de lanzamiento terrestre, un carretón para transportar los misiles, un sistema de detección del blanco y un grupo electrógeno para proveer la alimentación eléctrica.

Esta serie de equipos debieron fabricarse velozmente, utilizando los componentes normales que pueden hallarse en un taller naval, lo que ocasionó que la instalación resultase mucho mas grande que lo técnicamente necesario.

Finalmente; tras muchas jornadas de febril trabajo; el personal técnico, los equipos descriptos y los contenedores-lanzadores de los misiles llegaron a Puerto Argentino el 31 de mayo, a bordo de aviones Hércules.

Rápidamente el Apostadero Naval Malvinas comenzó a colaborar con el proyecto. Se instalaron los equipos en la calle que se encontraba frente al mismo, disimulando su presencia con sistemas de enmascaramiento. Los componentes se dispersaron y se ubicaron lejos del lugar de lanzamiento, para que en las imágenes que tomaban los aviones y satélites no se descubriera lo que se estaba preparando. Se ordenó el mas estricto secreto sobre la operación, pues se tenía la sospecha de que los kelpers enviaban información a los británicos. Asimismo se dispuso una estricta guardia sobre los equipos, pues constituian un apetecible blanco para un ataque de comandos enemigos.

Analizada la situación, se llegó a la conclusión de que el armado de la instalación misilística debía comenzar al anochecer con el mayor sigilo posible, y que el mejor sitio para emplazar la plataforma de lanzamiento era en el camino asfaltado que atraviesa el istmo que une a la penísula del aeropuerto con el resto de la isla.

Para obtener información precisa de la ubicación de los buques a batir, se disponía de un radar antipersonal del Ejército. Los datos que brindaba el mismo debían convertirse en determinados valores de tensión, que se ajustaban mediante potenciómetros para lograr la correcta programación del misil.

Para efectuar un lanzamiento exitoso debían cumplimentarse una serie de pasos, que se describen a continuación.

En primer lugar, alrededor de las 18:30 se instalaba el radar y la plataforma inercial de lanzamiento que pesaba 6.000 kg; necesitándose casi una hora de trabajo para ubicar la plataforma en la dirección correcta de disparo, nivelarla y afirmarla con sus tacos de fijación, pues dichas maniobras se realizaban utilizando sólo la fuerza muscular de los conscriptos del Apostadero.

Luego, cerca de las 20:00 arribaba el carretón con dos contenedores de misiles, que pesaban 1.800 kg cada uno, y también llegaba una grúa autopropulsada que se usaba para levantar los contenedores y ubicarlos sobre la plataforma de lanzamiento, tras lo cual eran fijados a la misma.
Finalmente, alrededor de las 20:30 se presentaban los equipos electrónicos de control de tiro con su grupo electrógeno y se realizaba el cableado de todos los equipos.

Una vez verificada la instalación, se arrancaba el grupo electrógeno y así quedaba todo listo para el disparo de los Exocet MM-38.
A partir de entonces había que aguardar que alguno de los buques que realizaban el bombardeo nocturno, pasase por delante de la batería misilística costera. De no ser así, se desmontaba todo antes de que amaneciera.

El 1º de junio se presentó la primera oportunidad. En el primer intento falló la ignición del propulsor del misil, por causas que no pudieron determinarse. Rápidamente se preparó el disparo del segundo misil, que partió con una trayectoria incorrecta por errores originados en el apuro de efectuar el disparo antes de que el barco enemigo se alejase.

En los días siguientes se suspendieron las operaciones por falta de misiles. Recién el 5 de junio un avión Hércules transportó dos nuevos Exocet desde el continente. A partir de entonces, todas las noches se repetía la maniobra de armado de la instalación, espera de la presa y posterior desmontaje. El autor de este sitio participó de esas largas noches de tensa espera, en las cuales los barcos enemigos no se dignaban a cruzar la línea de tiro de la instalación misilística, la cual tenía una orientación fija de disparo.

Finalmente en la madrugada del 12 de junio se presentó la ocasión largamente esperada por el equipo comandado por el capitán Pérez.

Esa noche el radar detectó un buque británico que se encontraba a 29.960 metros en dirección 201º 22´, habiendo así ingresado en la zona de alcance de los misiles. Rápidamente se ejecutaron todos los pasos para el disparo del Exocet, que esta vez salió correctamente orientado e impactó en el blanco luego de algunos minutos que parecieron interminables, originando un gran resplandor que indicaba el éxito obtenido. Esta acción quedó grabada por Carlos Ríes Centeno, productor del programa de televisión "La aventura del hombre", que a la sazón operaba el radar antipersonal Rasit.

Según pudo saberse meses mas tarde de fuentes británicas, el barco alcanzado era el HMS Glamorgan y el impacto fue recibido en la popa del mismo, pues su oficial de guardia ordenó una oportuna maniobra de giro a estribor al ver la estela del misil que se acercaba, evitando así que el impacto se produjese en el centro del barco.

Según esas fuentes, en la acción murieron 13 personas y 22 resultaron heridas. El buque no se hundió pero quedó fuera de combate, por lo que no pudo volver a atacar las posiciones argentinas.

El éxito logrado tuvo una amplia repercusión en los altos mandos navales de todo el mundo. Después de la caída de Puerto Argentino, los británicos realizaron un profundo análisis de la instalación misilística que quedó en las islas, asombrándose de que con esos medios improvisados se haya logrado poner fuera de combate a un navío de guerra tan poderoso.
 


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