Caleta Olivia - Santa Cruz - Argentina
"Portal a los Hielos Eternos"

Historia

A 30 años de una obra que hubiera cambiado el futuro de un pueblo
 


Titular en un diario de la región el día de su inauguración.

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  • El aeropuerto de Caleta Olivia, fue una de esas obras paradigmáticas que nacen del corazón de los pueblos, como aquellos monumentos a héroes populares que se impulsan por el amor y el reconocimiento de la gente y las manos solidarias que los levantan son tantas que no se puede hablar de autores, sino de amores, todos alineados detrás de un proyecto común.
    Así lo sienten y los expresaron dos de aquellos hombres que hicieron posible aquel sueño que luego se vio trunco por la mala voluntad política de quienes administraron los recursos del Estado.

    Néstor Deocarets y Daniel Herlein, decidieron ponerle nombre a este sueño y en virtud de ello se expresaron al respecto, hoy sábado 20 de noviembre de 2021.
    El 20 de Noviembre, pero de hace 30 años atrás, los que formamos parte de aquel magnifico proyecto del aeropuerto de Caleta Olivia, pusimos la piedra fundamental y lo entregamos inaugurado y habilitado.
    Hoy 20 de noviembre, aniversario número 30 de aquella inauguración, estamos aquí para pedir sobre lo que queda y si es necesario sobre las piedras, que el Aeropuerto Municipal Ciudad de Caleta Olivia se llame, Intendente Miguel Benitez.

    Al cabo de tantos años y tanto esfuerzo de aquellos pioneros de esta obra comunitaria, no vemos avance y progreso sino todo lo contrario y los firmantes podemos demostrar en primer a persona la inoperancia, la indiferencia y la falta de consideración que la clase política del municipio y la provincia, tuvieron con la obra en si y con quienes la proyectaron y la consolidaron solo con fines sociales y hasta podríamos pensar que tal vez por ello, paradójicamente, nunca haya prosperado.

    Faltándole totalmente el respeto a un gobierno municipal como el de Miguel Benítez que prácticamente lo hizo sin costo para el Estado, los políticos que sucesivamente han ocupado un cargo municipal en Caleta y en la provincia, también se han olvidado de los vecinos y empresarios que se sumaron en la ayuda final para concluir la magna obra.
    Es cierto que lo que se destruye, en algún momento se puede reconstruir, pero lo que se olvida y abandona, no se recupera, porque lo que se ha robado fue el tiempo y la ilusión; y éste es el caso.

    Los que fuimos parte de aquella gesta fundadora del primer aeropuerto de Caleta Olivia, estamos seguros que a partir de hoy, nadie ya va a ser indiferente a este lugar, porque el bautismo que le damos hoy con el nombre de Miguel Benítez, este gran hombre y amigo, no se los va a permitir.
    Recuperemos la historia, porque mientras haya memoria, nada está perdido. Lo pedimos en nombre de nuestro amigo y todo el pueblo de Caleta Olivia que colaboró con el proyecto de nuestro primer y gran aeropuerto comunitario que algunos han tratado de postergar, pero ninguno ha logrado matar su recuerdo y muchos menos la memoria de su creador.
     


    La historia de la historia

    El 16 de diciembre del año 2020, OPI publicó una nota titulada “Aeropuerto de Caleta Olivia: perdió las alas y la desidia oficial lo dejó en caída libre”. Allí, en un informe que rescata el valor de la historia y condena la desidia oficial, se expone concretamente cuál fue la motivación que tuvieron hombres y mujeres de Caleta Olivia para generar un proyecto del cual, el principal beneficiario era el propio pueblo.

    Miguel Benítez, quien había sucedido al primer intendente de la democracia de Caleta, Dr Emilio Papousek, en su campaña política en el año 1987 ya ofrecía en su plataforma electoral, la construcción de un aeropuerto en la ciudad. Cuando asumió lo hizo realidad con la colaboración y voluntad de los ciudadanos y empresarios de buena madera que proyectaban un futuro promisorio y esperanzador. Después vinieron los otros. Por este motivo, a que aeropuerto ahora lleva el nombre de Miguel Benítez, un hombre que luego de dejar de ser intendente volvió a arreglar heladeras y lavarropas, hasta cumplir el tiempo mínimo para jubilarse.  


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