Comodoro Rivadavia - Chubut Argentina
"Capital del Viento"

Artículos publicados

Del laboratorio a la gente
 


Es un mundo infinitamente pequeño, imperceptible a la vista.

Es un mundo infinitamente pequeño, imperceptible a la vista. Y, aunque muchas de sus aplicaciones todavía son futuristas, lo cierto es que varios productos obtenidos a partir de la nanotecnología ya están presentes en la vida cotidiana.

Desde lavarropas y cosméticos de lujo, hasta algo tan elemental como el detergente para lavar los platos, demuestran que lo “nano” convive cada vez más con los humanos. Sin embargo, hoy por hoy no todo se trata de aplicaciones al alcance de la mano.

En el campo de la ciencia básica, los investigadores se enfrentan al gran desafío de controlar estos materiales a escala nanométrica (un nanómetro es una millonésima parte de un milímetro).

Algunas de las investigaciones apuntan a desarrollar neuronas artificiales para reparar lesiones en el sistema nervioso, diseñar nanotubos de carbono ultrarresistentes para viajar al espacio y crear nuevas superficies experimentales más resistentes ante los explosivos.
 


Antigua

“La nanotecnología tiene que ver con el cambio que se produce en las propiedades físicas y químicas de los materiales cuando miden pocos nanómetros”, explicó Galo Soler Illia, investigador del Conicet y de la CNEA.

Así, por ejemplo, el oro puede cambiar de color dependiendo de su tamaño y, en vez de dorado, ser violeta o marrón.

“Ya usaban estas propiedades del oro ‘chiquito’ en la Edad Media para pintar vidrios de catedrales”, contó Soler Illia, justo antes de exponer una presentación en el Primer Seminario de Nanotecnología organizado esta semana por la Cámara Argentino-Alemana.

La gran diferencia, señaló, es que ahora se utiliza esta propiedad del oro, por ejemplo, en tests genéticos para colorear las hebras de ADN.
 


Moderna

En la década de 1960 los postulados teóricos de la tecnología “nano” comenzaron a surgir de pioneros como Eric Drexler y el Premio Nobel de Física Richard Feynmann.

Ellos fueron quienes avistaron todo un futuro de posibilidades a partir del control de los nanomateriales. Casi 50 años después, existen heladeras y lavarropas recubiertos por dentro con “nanoplata”, un material con propiedades desinfectantes y antibacterianas.

Y hasta cosméticos y cremas que tienen “nanocápsulas” con nutrientes y brillos para tratar la piel. Incluso existen superficies “autolimpiantes” en vidrios de autos y edificios; además del detergente y el jabón en polvo que “aprisionan” la grasa.

“Uno de los aspectos increíbles de este nuevo campo son justamente los cambios de las propiedades de los materiales cuando sólo se tiene un centenar de átomos.

Por eso, mucha gente es optimista en explorar las nuevas propiedades de materiales ya conocidos cuando éstos pasan a tener escala nanométrica”, remarcó Edward Samulki, investigador de la Universidad de North Carolina en su paso por Buenos Aires.
 


Riesgo

Entre los científicos, una materia pendiente es saber cuáles son los efectos potenciales de esta nueva tecnología en la salud humana.

“La comunidad científica está sensibilizada con esta cuestión, y eso es algo muy importante porque es la primera vez en mi experiencia como científico que las implicaciones en salud son tan estudiadas como en este caso”, concluyó Samulski.

De todos modos, por ahora la tecnología va más rápido que la ciencia.
 


La revolución de las telas

¿Telas que no necesitan colorantes? Sí, eso, y mucho más. “Para que la tela tenga un color determinado, manipulamos la forma en la cual la luz interactúa con la materia.

Así creamos desde un rojo hasta el azul”, señaló el colombiano Juan Hinestroza, que dio en Buenos Aires una conferencia en el XVIII Congreso Latinoamericano de Tecnología y Química Textil.

Hinestroza ideó varios productos con su equipo de nanotecnología de la Cornell University. “Algunas de las nanofibras tienen propiedades antibacterianas, y se pueden encapsular vitaminas dentro de las fibras. Una de las aplicaciones posibles es administrar medicamentos a través de las sábanas”, dijo.

“Otra posibilidad es usar esas fibras para diferenciar ropa, billetes y pasaportes originales de las copias.” Su equipo, además, fabrica nanomateriales extremadamente fuertes, para balística y para protección de agentes químicos.

Ahora, el desafío es tratar de controlar “una molécula a la vez, para crear fibras que sean funcionales y fáciles de producir”.  


Crédito:

  • Por Laura García Oviedo. Publicado en el Diario Perfil.com. (17/11/06)
  •  



       
    Artículos
    Página Principal