"Capital del Viento" |
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Actualizado al: 19 de Septiembre de 2023 - Próxima Actualización: 27 de Septiembre de 2023
Es decir, por la naturaleza de la región y los hechos históricos que potenciaron su fundación, Ushuaia es la única ciudad emplazada al otro lado de los Andes. Por lo tanto, quienes deseen visitarla y viajan por tierra, deberán transitar la Ruta Nacional 3, cruzar un sector de la Cordillera de los Andes y descender por una de sus laderas rumbo al Canal de Beagle.
Ushuaia, a diferencia de otras ciudades de Tierra del Fuego, es la única de la provincia y del país que se fundó al oeste de la Cordillera de los Andes, el 12 de octubre de 1884.
Debido a su posición en el mapa, quienes viajan por tierra a Ushuaia, deberán incluir un cruce de los Andes en su travesía, ya que es la única alternativa posible para llegar al centro de la ciudad.
La famosa carretera, que comienza en Buenos Aires, a más de 3.000 kilómetros de la única ciudad trasandina de Argentina, circula por las laderas de las montañas hasta llegar a su punto más alto: el Paso Garibaldi, emplazado a 450 m.s.n.m.
Además de ser la única ciudad trasandina de Argentina, Ushuaia también es famosa en el planeta por ser la “ciudad del fin del mundo” (aunque este término conduce a un profundo debate sin resolver) y también por sus múltiples atractivos turísticos.
Hoy, ante las advertencias naturales que está dando el cerro Chenque, no queremos dejar de recordar que aún desde afuera del Estado municipal y provincial, todos advertíamos y sabíamos lo que iba a suceder y posiblemente lo que sucederá, si no se toman medidas preventivas, serias, basadas en cuestiones técnico-científicas y se aplican soluciones que operen sobre la raíz del problema, aunque las mismas sean altamente costosas, difíciles de implementar y económicamente imposibles de enfrentar en estas circunstancias. Desde mucho antes, venimos informando sobre este fenómeno natural, pero en el mes de abril del año 2017 publicamos una nota titulada Comodoro: zona de desastre y el cerro Chenque, otro desastre, luego de la inundación producida por el deslave del Chenque, sobre parte de la población, las calles cubiertas de lodo y la ruta nacional Nº 3, cortada por el barro, dejando más de 3.000 evacuados y hasta 1,5 mts. de agua y barro dentro de las casas en Comodoro Rivadavia. Allí decíamos “Digamos, sintéticamente, que Comodoro Rivadavia está anclada al pie de un cordón constituidos por los cerros Viteau, Hermitte y el Chenque. La elevación de 212 metros, corresponde a la formación “meseta patagónica” y su constitución morfológica está constituida por arenas volátiles, de hecho el particular panorama de Comodoro los días de viento fuerte, se muestra como una ciudad tapada de tierra que baja desde la ladera de los cerros adyacentes que parten la ciudad en dos” y a partir de allí analizamos las circunstancias que han llevado a que el cerro sea un verdadero peligro para la ciudad, pero en todos los casos aparecen los sucesivos gobiernos municipales y provinciales como responsables de no haber planificado ni invertido para corregir y prevenir estos desastres. Pero siete años antes, en el 2010, en uno de los aludes del cerro, rescatábamos parte de los gastos que había hecho el gobierno en una nota titulada “En Comodoro gastaron 50 mil pesos en servicio gastronómico durante los aludes del Chenque”, donde claramente, el Estado provincial no había tomado verdadera conciencia del peligro que se cernía sobre la población.
El 23 de septiembre del año 2022 fuimos más específicos y preguntamos “¿Está cerca el colapso del Cerro Chenque?. Una advertencia subevaluada y una amenaza latente” pues veíamos que año tras año, las grietas, los deslaves, los derrumbes y las inundaciones eran cada vez mayores y más graves.
Esta es la zona donde se producen desplazamientos del cerro que en 1962 y 1995 cortaron la comunicaciones entre el casco céntrico y la zona norte. Febrero 2008. Comodoro Rivadavia, Chubut, Argentina.
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Dedicaré este espacio para explayarme en algunas de las virtudes del hombre, sin olvidar- parafraseando a Terencio- que nada de lo humano le era ajeno. Manuel Belgrano, rescató los valores del Libertador en varias de sus cartas, en una del 25 de diciembre de 1813 sostuvo: “estoy firmemente persuadido que con Usted se salvará la Patria.” La integridad de San Martin se hacía carne en hechos concretos en los que demostró la austeridad en tiempos de crisis, su generosidad y sacrificio para lograr la independencia de los pueblos americanos. Sirvan de ejemplo pequeños – grandes actos como cuando nombrado gobernador de Cuyo, en 1814, renunció a la mitad de su sueldo, o cuando después de la victoria de Chacabuco el Cabildo de Chile lo recompensó con 10.000 pesos que él agradeció pero dispuso que se los destinara a la formación de la Biblioteca Nacional, o cuando recibió en su residencia en Santiago una vajilla de plata y la devolvió con las siguientes palabras “no estamos en tiempo de tanto lujo, el Estado se halla en necesidad y es necesario que todos contribuyamos a remediarla” y en el mismo acto rechazó “el sueldo que se me tiene señalado por este Estado.” Y cuando el mismo Cabildo le donó una chacra, asignó la tercera parte al Hospital de Mujeres y dotó un vacunador para frenar la expansión de la viruela. No le importó sacrificarse en pos de sus objetivos. Así lo expresó en varias oportunidades a su amigo Tomás Godoy Cruz, como cuando en 1815 le escribió: “todo es necesario que sufra el hombre público para que esta nave llegue a puerto”, refiriéndose a la libertad de América, o cuando en otra carta le recalcó: “si queremos salvarnos es preciso grandes sacrificios.” Su modestia quedó registrada en letras de molde en el periódico El Independiente del Sur cuando, luego de la victoria de Maipú, volvió a Buenos Aires el día antes de lo previsto, de noche y de incógnito, para que su llegada pasara desapercibida. Su posición ante la ambición la dejó por escrita en varias ocasiones, así le manifestó a 0’ Higgins: “No me cabe en mi imaginación cómo hay hombres que, por ambición o pasiones personales, quieran sacrificar la causa de América.”
No quiso participar en guerras civiles ni en enfrentamientos que consideraba estériles y así lo expuso en varios papeles como en la carta al entonces gobernador de Santa Fe, Estanislao López: “Unámonos, paisano mío, para combatir a los maturrangos que nos amenazan divididos seremos esclavos…depongamos resentimientos particulares, y concluyamos nuestra obra con honor... Mi sable jamás saldrá de la vaina por opiniones políticas...”
Cuando en 1822 abandonó definitivamente el suelo peruano recalcó: “Mis promesas para con los pueblos en que he hecho la guerra están cumplidas; hacer su independencia y dejar a su voluntad la elección de sus gobiernos” … ”En cuanto a mi conducta pública – mis compatriotas- como en lo general de las cosas- dividirán sus opiniones, los hijos de éstos darán el verdadero fallo.”
En tiempos de pandemia, que azota al mundo entero, es cuando aparecen las peores miserias, pero también las mayores virtudes del ser humano y es oportuno recordar algunos aspectos de un gran hombre: integro, austero, generoso, sacrificado y modesto. Que a la luz del ejemplo sanmartiniano surjan en cada uno de nosotros los valores tan necesarios en estos días.
El desembarco se produjo en el golfo Nuevo (en la zona de Puerto Madryn) y debido a la falta de agua, la colonia se fundó 50 kilómetros al sur, junto al Valle inferior del río Chubut dando origen a los primeros poblados de dicha provincia (Trelew, Rawson, Gaiman, etc.).
La conversión del Mimosa para transporte de pasajeros costó £2.500. El precio del viaje desde Liverpool a la Patagonia fue de £12 por cada adulto y £6 por cada niño, aunque se tuvo en cuenta la capacidad de pago de cada pasajero. Algunos de los pasajeros llevaban ya cerca de un mes en Liverpool, ya que el plan original había sido zarpar a bordo del "Halton Castle" el 25 de abril pero, llegada la fecha, el barco aún no había vuelto de un viaje anterior y no podría zarpar hacia la Patagonia. Al conocer la noticia, muchos pasajeros desecharon la idea. Aquellos que decidieron esperar, no podían permitirse la estancia en Liverpool, por lo que tuvieron que pedir dinero a Michael D. Jones y a su esposa, Anne, para poder pagar la comida y el alojamiento. Durante este tiempo, la Comisión de Emigración consiguió fletar el "Mimosa", un pequeño velero que solía transportar té. El 24 de mayo de 1865, los pasajeros recibieron permiso para embarcar. Muchos de ellos provenían de las zonas industriales de Mountain Ash y Aberdare, mientras que sólo una pequeña parte era de origen campesino. Además de mineros y canteros, en el primer grupo también había un maestro de escuela, predicadores, un constructor y un médico. Antes de partir, decidieron elegir un Consejo, "Cyngor y Wladychfa", formado por doce miembros, un presidente, un tesorero, un secretario y un auditor, que serían los responsables del gobierno de la nueva comunidad. El 25 de mayo, el capitán del "Mimosa", George Pepperrell, un joven de 25 años, anunció que estaba listo para levar el ancla. Cientos de personas, entre los que se encontraba el reverendo Michael D. Jones y su mujer Anne, se congregaron en los muelles para despedir a los pasajeros. Se izó la bandera galesa y los pasajeros cantaron un himno compuesto para la ocasión con la música del "Dios salve a la reina". Tras zarpar, el "Mimosa" se vio obligado a permanecer en el río Mersey varado durante tres días, a la espera de vientos favorables. Por fin, a las cuatro de la tarde del 28 de mayo, volvieron a levar anclas y el "Mimosa " comenzó su largo viaje hacia la Patagonia. EL inicio de la travesía estuvo plagado de incidentes: poco después de abandonar el río Mersey, el barco se vio golpeado por fuertes vientos y enormes olas. El tiempo se mantuvo relativamente en calma mientras atravesaron el Océano Atlántico y hasta que alcanzaron las costas de Brasil, donde el barco se topó con otra tormenta. Además del mal tiempo, los pasajeros tuvieron que aprender a convivir con la monotonía de la vida a bordo, así como con la escasa calidad de la comida y el alojamiento. En una ocasión, el capitán ordenó que todas las mujeres se lavaran el pelo y se afeitasen la cabeza, lo que motivó un importante conflicto. Poco se sabe sobre las condiciones del barco, pero varios pasajeros cayeron enfermos y cuatro niños murieron antes de llegar a la Patagonia.
Así como hubo malos momentos, en el "Mimosa" también hubo ocasión de celebrar otros buenos, como el nacimiento de dos bebés: Mary y John Jones, de Mountain Ash, tuvieron un hijo, John, el 11 de junio; Aaron y Rachel Jenkins, también de Mountain Ash, tuvieron una hija, Rachel, el 15 de junio, apenas dos días después de la muerte de James, su hijo de dos años. Incluso se celebró la boda de William y Anne Lewis de Abergynolwyn en una ceremonia oficiada por el reverendo Lewis Humphreys. El 26 de julio, después de casi dos meses en el mar, un miembro de la tripulación anunció que había tierra a la vista. El barco arribó a New Bay (Golfo Nuevo) aquella noche y por la mañana, los pasajeros subieron a cubierta para echar un vistazo a tierra. Al día siguiente, se avistó otro barco en las cercanías, el "Juno", y el capitán y Watkin P. Williams cogieron un pequeño bote para acercarse. No tardaron en regresar al "Mimosa" con Lewis Jones a bordo, quien seguidamente fue convocado para dirigirse a los pasajeros, que se mostraban felices. A continuación, Jones regresó a su barco y el "Mimosa" siguió su rumbo antes de echar el ancla en la bahía. Una pequeña tripulación se acercó a tierra aquella noche, pero el resto de los pasajeros tuvo que esperar un día más antes de poder pisar la Patagonia. Finalmente, llegó a las costas del Golfo Nuevo, el 28 de julio de 1865. Tal como estaba previsto dos de los delegados estaban esperando la llegada, sobre la playa habían construido algunas chozas, se veían algunos animales, vacas y ovejas que les habían dado para una subsistencia primaria. Pero, al no encontrar una fuente de agua dulce permanente, la colonia se fundó más al sur, en las costas del río chubut, donde luego fundarían varias ciudades. Los colonos galeses buscan liberarse de la opresión británica, ya que se les impedían hablar su lengua y practicar sus tradiciones. Los organizadores de la partida obtuvieron del gobierno argentino la concesión de tierras a orillas del río Chubut para que se afinquen allí las familias de colonos, y ellos trajeron la esperanza de poder practicar allí con libertad sus costumbres, sus creencias religiosas y su idioma. El Mimosa estuvo involucrado en las cuatro actividades comerciales marítimas más importantes del siglo XIX: el comercio de té, de azúcar, de algodón y de aceite de palma. Realizó veintisiete viajes cruzando los océanos a lugares paradisíacos y también a lugares desolados. Formó parte de una aventura a un desconocido lugar del mundo que, a pesar de todos los inconvenientes e increíbles sufrimientos y dificultades, logró, sobrevivir y prosperar. Se han escrito poemas y canciones de alabanza en su honor. Es mencionado en todas las historias relacionadas con la Colonia Galesa en la Patagonia y en 1965, Argentina emitió una estampilla especial en conmemoración del viaje que cambió la historia de dicho país. En el marco del sesquicentenario de la colonia galesa, a finales de mayo de 2015 en Liverpool se celebraron los 150 años de la partida del velero Mimosa con una serie de eventos. Entre el 29 y 31 de mayo se llevó a cabo en la ciudad el Festival Mimosa, organizado por la Asociación de Patrimonio de los Galeses del Merseyside. El 28 de mayo se inauguró un monumento recordatorio en el puerto de la ciudad en el extremo oeste del río Mersey conmemorando la partida del Mimosa. El monumento está en galés e inglés, con el texto:
«Esta placa registra la salida de Liverpool del velero Mimosa el 28 de mayo de 1865, con 162 galeses (recordando también a los tres que salieron delante de ellos).
Inmediatamente el gobierno realizó oportunas reformas al caserón de los Laguna. Se amplió el salón destinado a las sesiones (demoliendo el tabique que separaba el comedor de la sala principal), se repararon los techos del salón ampliado y se construyeron letrinas. Los muros se pintaron de blanco y las puertas y ventanas de color azul para que la casa tuviera los colores de la patria. El gobierno mandó fabricar las mesas, sillas, candelabros y todo lo necesario para el funcionamiento del Congreso. Mientras tanto el gobernador Aráoz y algo más de 12.000 tucumanos esperarían la llegada de los congresistas. Pero además el encuentro independentista contaría con una enorme cobertura periodística: «El redactor de la Asamblea», «El independiente», «El censor», «La prensa argentina», «El redactor del Congreso Nacional», «El observador americano», «La crónica argentina», «El español patriota en Buenos Aires», «El independiente del sud», «El abogado nacional» y «El americano», obraron como multiplicadores de las posiciones ideológicas, componiendo verdaderas tribunas que estimulaban las ideas revolucionarias. Fue entonces que la natal tierra tucumana de los indios calchaquíes, Monteagudo, Lamadrid, Avellaneda, Roca, Alberdi, Alvarez Condarco, Benjamín Matienzo, Lola Mora, Ricardo Rojas, y más recientemente en el tiempo, de Mercedes Sosa, Palito Ortega, Tomás Eloy Martínez, García Hamilton, Miguel Ángel Estrella y el arquitecto Pelli, se convertiría en el centro de atención del antiguo virreinato, ante la atenta mirada del mundo político americano y europeo. Así pues, restablecido en el trono español Fernando VII, derrotado Napoleón, formalizada la restauradora «Santa Alianza» de tronos europeos, afianzados los portugueses en Brasil, sofocados todos los proyectos independentistas americanos surgidos de las luchas libertarias, como el movimiento de Hidalgo y Morelos en México y el de José Artigas en la Banda Oriental, más el rotundo fracaso de las campañas libertadoras al Alto Perú, pintaban un oscuro panorama.
Además, derrotadas la insurrecciones americanistas en Cartagena, Bogotá, Nueva Granada, Santiago y consolidada la elite aristocrática españolista en Lima, hacían de Buenos Aires en ese 1816, la única ciudad capital de América que resista al absolutismo, y de nuestra provincia de MENDOZA, embrión de la campaña libertadora sanmartiniana, la última esperanza para concretar la anhelada emancipación, de la mano de la gesta que diagramaba el general oriundo de Yapeyú, mientras soñaba morir en el Este mendocino. En el plano interno la situación no estaba mejor. Consideremos que lo qué se intentaba establecer era un modelo de Estado identificado, no con una persona (príncipe o rey), sino con instituciones sujetas a factores representativos para poder establecer una nación. Entonces el primer paso lógico era, imprescindiblemente, ser independiente. Y como sostendrá el General San Martín desde Mendoza en correspondencia con el congresal cuyano Tomás Godoy Cruz: «es ridículo acuñar moneda, tener pabellón nacional y hacer la guerra al soberano del cual dependemos. ¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia!». Contemplemos también que todos los actos de gobierno en las «Provincias Unidas» de esos años (desde 1810) se hicieron invocando al rey español, sin dar el paso definitivo que nos libere del yugo imperial. Aunque tan complejo como lo anterior, en el ámbito «doméstico» (muy propio de nosotros) empezaban a subyacer dos posturas que surcarán el derrotero de gran parte de la historia nacional. A las “mal intencionadas” dudas que generaba San Martín en el “establishment» porteño (con la cantidad de enemigos «que supo conseguir» por su intransigencia y convicción) se sumaba claramente en el Congreso, el divorcio entre dos grupos bien diferenciados: 1) El grupo porteño; sostenedores de una doctrina liberal, y cuyo principal objetivo político y económico era la hegemonía de Buenos Aires.Los dos grupos coincidirán en cuanto al ideal emancipatorio, pero eran irreconciliables en el campo de las realizaciones institucionales. Además entre el litoral y Buenos Aires, el añejo pleito por la aduana y el régimen comercial de los ríos, generaban heridas que demoraban en cicatrizar. Revisemos que para los sectores terratenientes concentrados en la pampa húmeda la situación fue mucho más cómoda que para las pocas economías regionales (de características pre–industriales) que emergían y daban trabajo a la gente de las provincias. Por el contrario, los terratenientes bonaerenses cobraban sus exportaciones de cueros o lanas en oro o libras y les pagaban a sus peones en la devaluada moneda nacional, lo cual establecía una brecha muy amplia entre un grupo y otro. En consecuencia, para que las provincias pudieran eludir la dominación porteña, necesitaban cierto grado de autonomía económica y fiscal y limitar los poderes del gobierno central.
Mientras tanto, también cuestiones ideológicas separarán al «interior profundo» (las provincias) de Buenos Aires y su puerto – centrismo económico y cultural. La fuerte inclinación porteña a costumbres «modernas» y europeizantes, nada tenían que ver con el tradicionalismo provinciano. En síntesis, el grupo de Buenos Aires procurará una nación bajo un régimen centralizado como única forma de garantizar su existencia constituyente, generando una fuerte reacción en el interior, que manifestaba su sentimiento patriótico bajo la forma de un ferviente localismo. Conviven concepciones monárquicas, republicanas, partidarios de un protectorado inglés, y hasta el sueño de un emperador inca como modo de «americanizar» el nuevo Estado y lograr el apoyo de la población nativa (posición de Manuel Belgrano). La idea de democracia tal cual la concebimos hoy, todavía necesitará un largo tiempo para madurar. El texto definitivo del acta del Congreso, decía: «nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli, y de toda dominación extranjera», generando el consenso para restablecer un Estado, recomponiendo la autoridad moral de un gobierno revolucionario que se debatía entre la dependencia y la anarquía. La Independencia implicará también, la institucionalización del orden, lo que permitiría el reconocimiento externo de las Provincias Unidas, pese a que el debate por la Constitución quedaba pendiente. En 1817 el Congreso se trasladará a Buenos Aires, y las provincias se verían seriamente afectadas en su calidad soberana. Mientras tanto, y en paralelo, durante ese 1817, San Martín desde Mendoza seguirá siendo la alternativa emancipadora de América. Y así Mendoza, como presagió de su «Canto a la Vendimia», será la provincia «que acunó la libertad». Los años trascurridos entre 1810 y 1816 fueron de búsqueda y controversias respecto de la oportunidad por declarar formalmente rotos los lazos con España. Vínculos que habían comenzado a romperse en 1810 cuando el proceso revolucionario empieza a construir un nuevo orden político y una nueva legitimidad después del deterioro de la corona y las organizaciones absolutistas, en pos de pensar nuevas formas de hacer y pensar la política. Entonces, la Declaración era una urgencia, pues el proceso emancipador iniciado en mayo de 1810 demandaba una forma republicana. Durante ese tiempo, la ambigüedad fue una de las características que distinguió los primeros años de ese proceso (1810 – 1816), donde todos los actos públicos (aquí la contradicción) se hicieron en nombre de Fernando VII. Y si bien todos sabían que estaban sumergidos en un proceso de trasformación (muchos revolucionarios mostraron una pragmática capacidad de adaptación), habían determinaciones que no podían esperar más. Tucumán; el Congreso de 1816 fue el reflejo de todo lo opuesto. Ninguna ambigüedad mostró la Declaración de la Independencia, y en forma unánime todos los Congresales manifestaron su voluntad de romper definitivamente los vínculos con España y toda nación extranjera, lo que permitió decidir sobre el sistema político propio, las relaciones internacionales y el sistema económico. En ese sentido, el Congreso de Tucumán, junto a la «Declaración de la Independencia» permitió el reconocimiento externo de las Provincias Unidas, herramienta imprescindible para que el General San Martín pudiera movilizar su ejército fuera de las fronteras de nuestro país. Pero además aprobó el referencial “Manifiesto a los Pueblos» (1 de agosto de 1816) que entre algunos párrafos expresaba:
«Que renazca la unión y se restablezca el orden, y veréis renacer el espíritu patriótico...».
"Es bueno hablar de soberanía e incluir al litio porque a veces se habla mucho y no se entiende exactamente qué significa soberanía", agregó. Desde este aspecto, el integrante de la CIC precisó y diferenció: "El litio es un elemento químico, no es un mineral, está mal dicho mineral, es un elemento químico. En la tabla de elementos químicos existe el oxígeno, el hierro, el cobre y son elementos químicos, no son minerales, minerales se los considera cuando están en montaña y en nuestro caso lo tenemos en un salar, así que es una sal".
En esta misma línea, el investigador del Centro Tecnológico Aeroespacial de la facultad de Ingeniería de la UNLP explicó: En consonancia, el entrevistado detalló que el litio "también se utiliza en los vidrios, en el aluminio, en los filtros de aire para los aviones y las naves espaciales y, fundamentalmente, el impacto más grande que tiene es en los reactores nucleares que se vienen, que son de fusión, esos que funcionan como el sol que rompen el átomo por calor, donde el litio convertido en un elemento que se llama un isótopo de litio -un átomo de litio al que le faltan neutrones- es el combustible para esos futuros reactores nucleares que no contaminan prácticamente".
En este sentido, Garaventta contó:
"El proceso del litio en la Argentina es a través de salmueras, es decir, hay grandes cuencas cerradas, montañas que rodean una planicie, donde por debajo de esas planicies de entre 80 y 400 metros hay determinadas napas de sales en las cuales se encuentra este apreciado litio", consideró el especialista. Seguidamente, detalló: "Se van echando aditivos en las piletas para que descarten como las piletas de nuestras casas a las que le tiramos aditivos para que lo verde se vaya al fondo. Bueno, tiramos aditivos para que las cosas que no nos sirven, queden en el fondo y lo que queda en solución sea el litio y así vamos pasando a distintas piletas por rebalse hasta llegar a un porcentaje de concentración de litio que sirva para entrar a una planta que ya genera lo que se llama el carbonato de litio, que es como el bicarbonato de sodio, un polvo blanco, que es el que entra directamente a la construcción de las pilas en los electrodos".
A su vez, advirtió:
Sobre la posibilidad de la federalización de este tipo de recurso que hoy es propio de las provincias, Garaventta fue tajante:
En este contexto, el científico insistió:
Finalmente, el experto comentó:
"La nación lo que tiene que hacer es nacionalizar y dejar que las provincias ganen lo que tienen que ganar, proteger a esas provincias con esa nacionalización y no quitarle el poder expresando que cobra la nación y te da lo que corresponde en función de lo que piensa el gobernante de turno porque eso es lo que viene pasando de 1800 a la fecha, donde 200 km2 definen la historia de un país", concluyó.
Se trata de un paño de raso blanco en cuyo centro el prócer hizo pintar las armas de la Soberana Asamblea del Año XIII y que tremoló por primera vez en el cielo de Jujuy el 25 de mayo de 1813, con motivo de los actos organizados por el Cabildo para celebrar el tercer aniversario de la Revolución de Mayo.
La propia pluma del general patriota nos cuenta lo que ocurrió aquel día memorable y por qué hizo el gran obsequio: “Acostumbrados estos pueblos a estandarte, deseó este Cabildo sacar una bandera, y le franqueé la del Ejercito para la víspera y fiesta, y habiendo preparado una blanca en que mandé pintar las Armas de la Soberana Asamblea General Constituyente que usa en su sello, después de haberla hecho bendecir, concluido el Tedeum, se la entregué al expresado cuerpo para que la conservara con el honor y el valor que habían manifestado los dignos hijos de esta ciudad y su jurisdicción que habían servido en mi compañía en las acciones del 24 de septiembre y 20 de febrero último...”.No se trataba de un hecho protocolar más, sino de una expresión de soberanía, ya que la bandera blanca y celeste del Ejército y la recién creada Bandera Nacional de la Libertad Civil flamearon entonces juntas por primera vez, reemplazando al antiguo pendón real que se acostumbraba pasear en las fiestas de la colonia. Y el pueblo fue protagonista de este hecho, como lo narra el teniente gobernador de Jujuy, Francisco Pico, cuando da cuenta de la ceremonia al Gobierno de Buenos Aires: “Enarbolada ésta, estuvo a la expectación pública todo el día en la galería del Cabildo: vítores y aclamaciones solo han resonado en este pueblo, en vista de tan majestuoso respetable acto; la alegría y contento se veía renacer en los semblantes de estos beneméritos vecinos recordando en unión el memorable día de nuestra libertad política...”.Los cabildantes jujeños también quisieron dejar constancia del hecho y en un acta del 29 de mayo de 1813, expresaron: “Los Señores de este Ilustre Cabildo, hallándose congregados a toque de campana, en esta su Sala de sus Acuerdos, [...] dijeron todos: que para perpetuar la plausible memoria a los buenos hijos de la Patria y ciudadanos de este pueblo se asiente en este Libro de Acuerdos una constancia de la generosidad con que los días 24 y 25 del corriente se digna el Señor General en Jefe del Ejército Auxiliador Don Manuel Belgrano ceder y poner en manos de este Ayuntamiento la Bandera Nacional (de nuestra Libertad Civil) con el importantísimo y laudable objeto de que se eternice tal digna memoria e igualmente sea reconocido tan digno Jefe por un héroe que le bendecirá la posteridad y dando por concluida esta constancia la firmamos por ante nos, a falta de Escribano.”.Venerada a lo largo de dos siglos, la bandera se conservó primero en el viejo Cabildo de la ciudad, luego pasó a la Catedral y de ahí a la primera Casa de Gobierno. Desde el año 1927, se guarda en el Salón de la Bandera, que se hizo construir especialmente para rendirle homenaje. Se puede decir que es una “bandera viajera” ya que fue exhibida en grandes celebraciones patrias realizadas en Rosario, Tucumán y Salta, hasta que en 1920 se dictó una ley que prohibió sacarla de la provincia. El vexilólogo Miguel Carrillo Bascary, autor de una exhaustiva investigación sobre el tema, relevó la abundante documentación referida a la Bandera Nacional de la Libertad Civil en relación a su origen y a su evolución como símbolo patrio a lo largo de doscientos años y concluyó que se trata de una bandera nacional, ya que ese carácter le dio el propio general Manuel Belgrano, quien ostentaba entonces el cargo de capitán general, con facultades militares y políticas conferidas por el Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Según este autor, también se trata de una “Bandera del Pueblo”, pues valora, jerarquiza y enaltece la acción invisible de miles de personas anónimas que posibilitaron grandes hechos de nuestra nacionalidad, con la sumatoria de sus esfuerzos y sacrificios. “Las vidas de estos ignotos ciudadanos, jóvenes y viejos; pobres y ricos; cultos e iletrados; hombres y mujeres; poseen un heroísmo comparable al desplegado en el campo de batalla por los combatientes, sin los ribetes espectaculares de las campañas militares pero con similares merecimientos correspondientes al triunfo constante sobre las miserias de la condición humana. Estos lauros también se escriben, tanto con la sangre de la vida oblada en el silencio de lo cotidiano, como con la vertida armas en mano. Este fue el merecimiento de aquellos bravos jujeños de 1812 y 1813, en las gloriosas jornadas del Éxodo, Tucumán y Salta”.El valor de esta insignia, además de todo lo señalado, radica en que es la única bandera material creada por el general Manuel Belgrano que ha sobrevivido hasta nuestros días, y de lo que se tienen incuestionables pruebas documentales, a diferencia de otras banderas históricas cuyo origen es incierto y controversial. Existe, además, otra razón para apreciarla: cuando Belgrano la concibió, consciente plenamente de la trascendencia de sus actos, es claro que le interesó algo más que complacer a esos hombres y mujeres con los que había vivido las horas más dramáticas de la lucha revolucionaria, al tener que dejarlo todo por las urgencias de la Patria en lo que fue el Éxodo Jujeño. La libertad -quiere decir entonces- es un bien supremo que nuestro país no consiguió sino con grandes sacrificios y esfuerzos que nunca, jamás, deben ser olvidados.
Por Ley 5772 la Legislatura de la Provincia reconoce como Bandera Oficial de la Provincia de Jujuy a la Bandera Nacional de la Libertad Civil, creada por el General Manuel Belgrano.
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