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Alba Farías, mujer petrolera

 


Alba Farías, empleada de una empresa de servicios petroleros.

"Cuando decía que venía de Turmenistán, en las aduanas no tenían idea donde quedaba y me dejaban pasar". Así Alba Farías, empleada de una empresa de servicios petroleros, iniciaba su charla con Crónica al referirse a uno de los tantos lugares que la llevó la actividad petrolera.

Algo que sin dudas despierta curiosidad, porque no es -o era- habitual encontrar mujeres dentro de este sector. Hoy presta servicios en un yacimiento, y asegura que cada viaje a la mañana, es como "beber la Patagonia".
 


-¿Tuvo la oportunidad de estar fuera del país por su trabajo?

-Si, en Turmenistán, un lugar que está cerca de Irán y que linda con el Mar Caspio. Fue en el año 94, estuve en una ciudad que tenía un régimen socialista, que en ese momento ya era "independiente". Estuve en la capital que era Asjabad.

Fue una experiencia única, es un lugar donde las familias se identifican por clanes y por colores. Se dedican principalmente a tejer, a hacer alfombras, que son una forma de identificarse.

En ese lugar podés comprar todo lo que te ofrecen, pero cuando querés salir del país, no te dejan sacar nada… fue algo muy particular. Ya nos habían avisado, pero una se tienta cuando ve cosas tan bonitas.

-¿Cómo llegó hasta ese lugar?

-Mi trayectoria en el ámbito del petróleo comienza en el año 71, cuando me inicié en una empresa que se llamaba Cactus Drilling Corporation, de origen norteamericano, a través de un amigo como don Ilio Corali.

A los ocho meses que estaba allí compra la compañía el grupo Bulgeroni y a partir de allí pasó a llamarse Bridas-Cactus. Trabajé en la parte de proveedores acá en Comodoro, en depósito, en yacimientos, hacía muchos viajes a Santa Cruz, y en el año 78 me dieron un pase a Buenos Aires, porque quería estudiar.

Estuve allí 23 años. En el año 1993 me convocan para ir a Turmenistán, porque había un proyecto muy lindo de petróleo y gas, y como a mi gusta viajar y la aventura, me prendí de inmediato.

-Allí empezó una nueva etapa…

-Me fui en el año 94, viajé para ver como era, a ver la casa. Me encontré que no había casas, que eran todos departamentos iguales, todas las viviendas eran iguales, excepto la del Presidente, que era una casa. De todas maneras Bridas había construido un campamento en donde vivíamos y donde teníamos todas las comodidades.

-¿Que función tenía?

-Trabajaba en la parte de costos. Toda la información que salía de la empresa se hacía en ruso, inglés y español. Se trabajó mucho para hacer los programas de contabilidad, que era muy problemático.

Los tumerinos eran muy problemáticos, se ofendían por cualquier cosa. Tuvimos que hacer un curso para saber como tratarlos, y todo se arreglaba con regalos, con bombones. Es gente muy susceptible.

-¿Había muchas mujeres en ese tiempo?

-Viajé con una contadora, que estuvo un mes. Y mujeres en general no había, salvo las esposas de los hombres que trabajaban allí. Yo estuve solo unos meses.

-¿Y luego?

-Cuando volví a la Argentina estuve en Río Grande trabajando, y en un momento hubo una reestructuración de la empresa y me quedé sin trabajo.

Me indemnizaron muy bien así que me fui a Buenos Aires y puse mi propia remisería. Fue una muy buena experiencia. Después el tiempo hizo que volviera a Comodoro y a dos semanas de llegar el destino hizo que volviera a trabajar en el petróleo.

-¿Extrañó la actividad petrolera en esos años que se dedicó a otra cosa?

-Si, y me di cuenta ahora. Yo trabajo en Incro en la parte administrativa y ahora fui trasladada a la parte operativa; estoy otra vez en el campo y vuelvo a mis orígenes, a ver como se perfora un pozo, con todos los cambios que esto significa desde aquella época a la tecnología de hoy.

Estoy muy feliz con mi nueva tarea. A algunos no les gusta este trabajo, pero creo que es porque no lo conocen, yo les digo a mis amigas que deben ponerse los botines y caminar estos lugares.

-¿Hay muchas mujeres hoy en la actividad petrolera o es igual a hace varios años atrás?

-No, ha cambiado mucho, es muy notable. En la empresa donde estoy hay varias chicas que son recorredoras, que andan en una camioneta viendo si los equipos funcionan.

Esto es muy especial, para algunas es otro mundo. A mi me gusta y creo que la mujer ocupa un lugar importante en cada yacimiento, en cada trabajo, siempre trato de que estemos al mismo nivel que el hombre.

-¿Y ahora? ¿La intención es finalizar allí la vida laboral?

-Y creo que si. Esto lo he tomado como un proyecto íntimo, lo último que voy hacer y que quiero hacer bien. Espero que me sigan otras mujeres en este trabajo. A la mañana cuando uno va a trabajar va viendo vacas, guanacos, la belleza del lugar… es como beber la Patagonia.

-¿Es compatible este tipo de trabajo en una mujer con la vida social y familiar?

-Yo lo hago, no me he privado de mi familia, mis amigos y de mis pasiones, como la fotografía. También colaboro en la vecinal de mi barrio. Los tiempos me dan y creo que no he abandonado nada por el trabajo, al contrario, creo que aporto el entusiasmo que hoy tengo.  


Crédito:

  • Publicado en el Diario Crónica. (08/03/09)
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