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El triunfo del talle 44 sobre la pasarela

 


Renn (23 años y 1,79 de altura; talle de sostén: 90, cintura: 76 centímetros, cadera: 106 centímetros, pelo y ojos marrones) usa talle 44.

Cuando se encontró con Crystal Renn por primera vez, en septiembre último, en un almuerzo en el Royalton de Manhattan, Stephen Gan, el influyente director creativo de revistas de moda como Harper´s Bazaar y Visionaire , tuvo la misma reacción que prácticamente todos los que se encuentran cara a cara con la modelo que es la reina de los talles grandes (plus size , en idioma inglés) de la industria.

"No eres grande", dijo Gan.

Renn (23 años y 1,79 de altura; talle de sostén: 90, cintura: 76 centímetros, cadera: 106 centímetros, pelo y ojos marrones) usa talle 44. Gan casi esperaba encontrarse con una Mae West.

Las fotografías en las ediciones internacionales de Bazaar y de Vogue habían enfatizado tanto las curvas naturales de Renn y, en algunos casos, las habían exagerado utilizando la iluminación y la manipulación digital, que él la imaginó mucho más grande, con la personalidad de una arpía, y no la impresionante joven mujer normal que había ido a contarle su historia.

Renn ya había escuchado eso antes. A las famosas modelos plus-size constantemente los editores y diseñadores les dicen que no se ven gordas, lo cual tiene la intención de ser un halago, dijo Renn en libro: "Hungry" (Hambrienta), recientemente publicado.

No obstante, eso se torna tedioso para una modelo que aspira a arrancar contratos de fragancias y de productos de belleza a las mujeres que tiene talle 34 o menos, dijo ella. "Es simplemente bizarro que ´normal´ es el nuevo sobrepeso", escribió la modelo.

"Hemos visto que mujeres súper escuálidas pueden ser tan infelices como la chica más gorda. Sabemos cuán horrible es obsesionarse con cada caloría. Hemos optado simplemente por no volvernos locas".

Tres años después de que las protestas relacionadas con las modelos alarmantemente delgadas llevaron a que la industria lo reconociera, las revistas están haciendo un esfuerzo por incluir más diversos tipos de cuerpo, especialmente los de talle grande.

De manera que no ha pasado desapercibido para Renn y para la industria de la moda que la reacción en contra de las modelos escuálidas ha, en efecto, dado un gran impulso a su carrera.

Desde el punto de vista de la alta costura, ella es, lejos, la modelo más exitosa de la división plus-size de Ford Models, dijo su representante, Gary Dakin.

En la edición del mes de febrero de Glamour, Renn aparece en un artículo sobre moda, de ocho páginas, vestida con ropa transparente. Para la edición de marzo de Vanity Fair, en Italia, Renn fue fotografiada por Ruven Afanador con una peluca rubia, personificando a Anna Nicole Smith.

Y Gan la describió como la inspiración para hacer la nueva edición previa primavera de V Magazine, una filial de Visionaire, que él también edita (una "edición grande", que incluye varios portfolios protagonizados por modelos de talle grande).

"Va a ser algo difícil, visto con los ojos de muchos que están en el ámbito de la moda", dijo Gan durante una entrevista que se llevó a cabo esta semana en las oficinas de Visionaire , ubicadas en el barrio Soho. "Se habló de tratar un tema que en mi mundo es tabú. En la moda, aumentar 1 kilo es tabú".

La edición, cuyas imágenes circularon por internet hace quince días, antes de su aparición en los kioscos esta semana, ha provocado infinitas discusiones relacionadas con ampliar el plantel de modelos en los artículos editoriales de las revistas, en desfiles y en campañas publicitarias.

Uno de los portfolios de V muestra imágenes de Renn y Jacquelyn Jablonski, talle 34, una al lado de la otra, vistiendo prendas de talle único de Versace, Proenza Schouler y Dolce & Gabbana.

Alguien que subió sus comentarios a internet dijo que estaban contentos de ver modelos con cuerpos con los cuales más mujeres se pueden identificar.

Pero otros se quejaron de que las imágenes eran explotadoras, que glorificaban la obesidad o que eran un ardid publicitario.

Muchos lectores consideraron que era condescendiente mostrar a Renn como un ejemplo de cuerpo plus-size, dado que una mujer estadounidense promedio tiene un talle 46.

El viernes último, Renn llegó para una entrevista vestida con un traje al estilo "Gatúbela", con un brillo cósmico, de la Maison Martin Margiela, un cardigan sin mangas de Preen, botas blandas de Rick Owen y lo que parecía un candado de bicicleta en el cuello.

A pesar de toda la apariencia de éxito, ella ha tenido días más oscuros, como se documenta en su libro, en el cual describe que se moría de hambre para ser una modelo de "talle straight", el término que usa la industria para las chicas que alcanzan el estándar de belleza predominante, lo cual significa extremadamente flaca.

No fue sino hasta que Renn reconoció que padecía un problema con la alimentación, hace seis años, y comenzó a comer normalmente, que su carrera despegó como modelo plus-size.

Mientras que ella adopta ese rótulo, también lo ve como un medio para cambiar las expectativas entre los diseñadores y las revistas (e incluso entre el público) de que las modelos deben verse de determinada manera.

Renn nació en Miami. Su madre, que en ese momento era adolescente, la dejó bajo la crianza de su abuela, Kathy Renn, una exitosa vendedora de cosméticos Mary Kay, que tenía un Cadillac rosa.

Renn llegó a llamar "mami" a su abuela, mientras que su madre, de nombre Lana en el libro, estuvo bastante desaparecida de su vida hasta que ella fue adolescente.

Cuando tenía 12 años, Renn y su abuela se mudaron por un tiempo con Lana, en Clinton, Miss., pero su relación finalizó con un violento enfrentamiento.

Ella nunca conoció a su padre. "No tengo ni una foto", dijo Renn. "Ni siquiera tengo un nombre".

Cuando un buscador de modelos le dijo que podría trabajar siempre que bajara de peso y que redujera su cadera de 109 centímetros a 86, Renn vio una manera de escapar de la vida de pueblo que llevaba en Clinton.

Se sometió a un régimen con Coca-Cola Diet y Jell-O sin azúcar. Al principio, bajó 12 kilos en tres meses. Para el año 2002, cuando se mudó a Nueva York con 15 años, pesaba 43 kilos y había perdido más del 42 por ciento de su peso. En su primer día en la ciudad, se lanzó hacia Seventeen.

Kathy Renn, que ahora vive en Riverside, California, donde es la directora ejecutiva de un grupo sin fines de lucro, llamado Fuel Relief Fund, dijo que ella siempre pensó que su nieta tenía control sobre su dieta y sobre su peso.

"Una cosa que tiene Crystal", agregó, "es que se enfoca mucho en su objetivo. Cuando se propuso ser modelo, eso es lo que hizo". A pesar de que acompañó a su nieta a Nueva York durante varios meses, la señora Renn no tuvo pleno conocimiento de los desórdenes alimentarios de Cristal, hasta que leyó el libro.

"Afectó al hogar y al corazón", dijo. "Básicamente, cuando fue demasiado, ella literalmente cambió su vida".

Cuando se publicó el libro, el otoño (boreal) último, Crystal Renn dijo que sintió que podía cerrar la puerta a un período de su vida definido por el odio hacia su cuerpo.

Ford la describe como la modelo plus-size mejor paga, aunque Dakin no reveló cuánto gana ella en una publicidad para negocios como Bloomingdale´s , Saks Fifth Avenue y su cliente más importante: Evans , un minorista de moda plus-size en el Reino Unido. (Se estima que sus ganancias anuales totales son de elevadas seis cifras).

"Siempre me he sentido, de alguna manera, como una forastera", dijo Renn, quien ahora pesa alrededor de 75 kilos. "Pero esa es la industria de la moda. Sabes cómo es. El creativo en la escuela, el forastero, el burdo o el muchacho gay; lo que sea, siempre se divierten con eso. Siento que todos se unieron y se mudaron a la ciudad de Nueva York y crearon la industria de la moda".

"Y aquí estoy", agregó. "Me siento como en casa, muy aceptada y muy feliz".

Es un tema menor en el escándalo de las modelos escuálidas que el mínimo cambio en una revista o en un desfile (la llegada de Lara Stone, una modelo con pechos prominentes, por ejemplo) pueda ser visto como emblemático de un nuevo estándar de moral digno de un aplauso.

Cuando Glamour publicó una fotografía en una sola página de la voluptuosa modelo Lizzie Miller, sin ropa, en su edición del mes de septiembre, la revista se inundó de respuestas positivas de los lectores.

"Fue un recordatorio de cuánto se han acostumbrado nuestros ojos a un estándar particular", señaló Cindi Leive, la editora, en una entrevista que se le hizo en ese momento. "Hubo muchos lectores que dijeron literalmente que ya no sabían cómo era un cuerpo normal".

El problema es que muchas modelos de talle grande se quejan de que su imagen con frecuencia se retoca de manera rutinaria tanto como las tapas donde aparecen las estrellas (sólo para hacerlas ver más grandes).

Renn afirmó que había visto imágenes en las cuales se le había agregado peso para hacerla parecer de talle 52, con el fin de que resultara más atractiva para los clientes más grandes. Jennie Runk, otra modelo de talle 44, admitió a Glamour que algunas veces ella usa rellenos para las sesiones de fotos.

Para hacer más provocativo el tema del talle de Renn, Gan afirmó que le dijo: "Me gustaría que alardearas con esto. Quiero aumentar el volumen, por decirlo de alguna manera".

Cuando se le preguntó sobre esto, Renn dijo que entendió la tendencia a enfocarse en su forma.

"Como soy una modelo plus-size, ellos quieren hacer un ejemplo", dijo. "Ven un rollo y dicen: ´¡Uy! ¡Un rollo!´ Y se concentran en eso".

En su libro, ella lo describe como la "fetichización" de la gordura.

"Cuando diseñadores y editores eligen a una chica gorda para babearse y deleitarse con su peso, no estoy segura de cuánto hacen para que avance la causa de usar chicas de todas los talles en una revista", escribió.

Lo que a ella le gustaría ver, por el bien de la imparcialidad, es que esos fotógrafos y revistas no muestren la imagen de una modelo a la que se le vean las costillas.

"Estoy peleando por algo", dijo Renn. "Creo que la moda puede ser un lugar donde exista la diversidad. Esto no va a suceder de la noche a la mañana, pero ¿tú lo deseas?"  


Créditos:

  • Por Eric Wilson, Diario The New York Times. Publicado en el Diario La Nación (20/01/10)
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