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Empresarios anticapitalistas
 


Fundacion Atlas para una Sociedad Libre.

Nuevamente se comienzan a escuchar reclamos de algunos empresarios a favor de la implementación de un seguro de cambio para que el Estado se haga cargo de parte de las deudas privadas.

En el Precoloquio de IDEA en la ciudad de Mendoza el señor Pescarmona afirmó, según el sitio de noticias Infobae, "no estar de acuerdo con un seguro de cambio para salvar a las empresas argentinas endeudadas en dólares, pero aclaro que si existiera la necesidad de utilizarlo, estaría de acuerdo".

El empresario justificó esta medida pues de no llevarse a cabo, el 80% de las empresas desaparecerán o pasarán a manos de sus acreedores.

Para deslindar de responsabilidades al sector empresario, Pescarmona remató diciendo que la devaluación del peso (que afecta obviamente a aquellos que tienen pasivos en moneda extranjera mientras que sus activos e ingresos están en pesos) era responsabilidad de "unos tipos que no sabían lo que hacían" y que por lo tanto, "es un acto del príncipe y como tal, lo debe pagar el príncipe".

En buen romance, esto significa lisa y llanamente que este señor quiere que la mayoría de los conciudadanos argentinos se hagan cargo de los pasivos que un grupo (minoritario) de otros ciudadanos argentinos contrajeron a lo largo de los diez años en que el tipo de cambio estuvo fijo a una relación establecida por el Banco Central.

Varias cuestiones se le pueden responder a este tipo de intenciones:

  1. Que nadie obligó a los empresarios a contraer deudas con el exterior y en moneda extranjera.

  2. Que en un sistema capitalista las ganancias obtenidas por las empresas son propiedad de los accionistas, así como también que las pérdidas deben ser afrontadas por ellos mismos. O sea, los beneficios como las pérdidas deben internalizarse y no compartirse con terceros. Porque es muy fácil privatizar las ganancias en épocas de "vacas gordas" y querer transferirle las pérdidas a personas ajenas a la empresa cuando las "papas queman".

  3. Si los empresarios argentinos no pueden renegociar sus deudas con los acreedores extranjeros entonces deberán liquidarse las empresas o los activos pasarán a manos de los acreedores, tal como afirmó Pescarmona. En cualquiera de las dos alternativas, los activos no desaparecen, solamente se transfieren hacia aquellos que posiblemente harán un mejor uso de dichos recursos productivos.

  4. Con empresarios así, es comprensible que gran parte de los habitantes de Argentina observen que el capitalismo es un sistema injusto, empobrecedor, inequitativo e inmoral.

  5. El Estado en un sistema capitalista debe garantizar los derechos de los ciudadanos, aplicando el Estado de Derecho y protegiendo la propiedad privada de los ataques de terceros. Y esto que intenta sugerir Pescarmona es un ataque directo a los ingresos y patrimonios de los habitantes del país y también de aquellos que todavía no nacieron. O sea, una nueva violación de los derechos de propiedad que tanto decimos defender.

  6. La devaluación no fue realizada por un grupo minúsculo de chiflados. La responsabilidad es compartida:

    1. De la dirigencia política porque no entendió que el buen funcionamiento de la economía depende del orden de las cuentas públicas, de un sistema tributario simple, pagable y equitativo para todos.

    2. De la dirigencia empresaria, porque no se preocupó cuando el régimen de convertibilidad presumía de buena salud entre 1991 y 1995 y al mismo tiempo estaba creando el "pecado original" con la explosión del gasto público, luego el hiperendeudamiento y el incremento de la presión tributaria.

    3. Por gran parte (la mayoría) de la ciudadanía que tampoco se quejaba en los "buenos tiempos" y refrendaba electoralmente este disparate macroeconómico que fue creándose y terminó por estallar a fines de 2001.

Por todo esto, no sería una buena señal para el capitalismo argentino (o lo que queda de él) que nuevamente un grupo de la población quiera transferirle los costos de sus negocios al resto.

Si esto sucediera, nos estaríamos alejando del mundo civilizado y esta vez no por defaultear la deuda pública o pelearnos con los organismos internacionales.  


Crédito:

Por Pablo Guido, es Economista Jefe de la Fundación Atlas para una Sociedad (www.atlas.org.ar). (26/09/02)
 



 
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