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La Argentina ha tenido un signo monetario mas estable que el dólar
 


Fundacion Atlas para una Sociedad Libre.

El debate sobre el futuro régimen monetario de la Argentina es importante, porque un país que no cuenta con una moneda cuya propia gente respete y acepte no tiene una moneda.

Menos aún cuando circulan, además, numerosos bonos provinciales que cumplen ciertas funciones monetarias y cuyo respaldo es tan malo o peor que el de la moneda nacional.

El debate sobre este asunto se ha centrado en sólo dos opciones: mantener y defender el peso o reemplazarlo por el dólar estadounidense.

Hay argumentos económicos de por medio y otros políticos e incluso afectivos: algunos creen que no tener moneda propia es resignar soberanía y otros que tenerla significa resignar estabilidad, ya que en la historia de su custodio, el Banco Central, hay una larga lista de catástrofes que terminaron siempre expropiando a los argentinos.

Pero no se toma en cuenta que la Argentina ya posee una moneda estable. Es más, una moneda que ha mantenido su valor por décadas: el peso argentino oro.

El gobierno argentino hizo varios intentos de contar con moneda propia en el siglo XIX, pero circulaban monedas de oro españolas, de otras repúblicas latinoamericanas, libras esterlinas o águilas estadounidenses.

La Casa de Moneda fue inaugurada en febrero de 1881. El presidente Julio A. Roca presentó una iniciativa, convertida en la ley 1130 en noviembre, que creó el peso argentino de oro de 8,064 gramos.

Esas monedas metálicas existen aún hoy a diferencia de tantos experimentos nefastos, como los pesos ley 18.188 o los australes. Muchas de ellas estaban en poder del Banco Central (un millón y medio), que las vendió hace unos cuatro años, fundiendo en lingotes el resto y vendiendo éstos por dólares.

A 120 años de ser emitidas todavía circulan algunas... y mantienen su valor. El peso argentino oro ha transitado incólume las recientes tormentas monetarias argentinas manteniendo su valor incluso luego de la desgraciada devaluación de este año.

El gobierno argentino no tiene por qué buscar una moneda porque la tiene, gracias a quienes emitieron una metálica sólida en el siglo XIX. Nada mejor para quienes se preocupan de que una moneda sea un símbolo de la soberanía y el prestigio nacional. Cualquiera podría comprar estas monedas y utilizarlas y el Estado debería aceptarlas en pago de impuestos.

El resto sería dejar a la gente en libertad de elegir la moneda en la que quiere realizar sus transacciones. Como lo muestra la historia de las últimas décadas, parece ser el dólar estadounidense, pero no sería ésta una "dolarización" como la plantea el ex presidente Menem. Sería una decisión espontánea de la gente.

El Banco Central vendería sus reservas, si fuera necesario, hasta absorber todo el circulante en pesos. El peso papel dejaría de existir, pero subsistiría el argentino oro.

Los argentinos tendrían la posibilidad de usar esa moneda, o el dólar, el euro, el yen. El peso argentino oro ha sido una moneda más estable que el mismo dólar estadounidense desde su nacimiento.

Jorge Luis Borges describió una vez una de sus decisiones políticas diciendo que "es de caballeros perseguir causas perdidas". Proponer como moneda argentina al argentino oro parece una de ellas; sin embargo, es la única moneda que ha sobrevivido el tiempo de tantas catástrofes donde las "causas perdidas" han sido las monedas manejadas por nuestro Banco Central.

En la competencia entre esas monedas y el dólar, los argentinos han elegido siempre este último. Ahora tendrían la oportunidad de elegir entre el dólar (u otras monedas papel) y la moneda metálica argentina, ciertamente una alternativa mucho más seria que las experimentadas hasta el momento.  


Crédito:

Por Martín Krause, para la Fundación Atlas para una Sociedad Libre (www.atlas.org.ar). Es rector de ESEADE. Este artículo fue originalmente publicado en el diario LA NACION de Buenos Aires el pasado Lunes 2 de Septiembre de 2002. (04/09/02)
 



 
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