La noticia dice que el intendente de un pueblo bonaerense cercano a Olavarría, apellido de origen vasco, autorizo a vender leche suelta a los efectos de morigerar el estado de necesidad y desnutrición de su población. La leche cruda, como sale del tambo, se vende al doble de lo que recibe el tambero pero el publico la paga a un tercio de lo que vale en un supermercado.

La medida del intendente tiene una alta cuota de realidad pero da lugar a esta historia...pero mucho mas a la reflexión:

Recuerdo en mi niñez, en mi Lanús natal, hace más de 40 años, al viejo vasco que con su jardinera ( carrito de dos ruedas con llanta de goma, fileteado artísticamente y en general muy limpio) entregaba la leche suelta casa por casa con su tarro al hombro que tenía una tapa que al girarla en 180 grados y llenarla era justo la medida de un litro. La gente dejaba la lechera de aluminio primero y de acero inoxidable después cerca de la puerta con algunas monedas, no recuerdo cuanto, e inmediatamente que llegaba se debía hervir y poner en la heladera.

El rumor del barrio era que, había días que era más aguada que otros o que se había cortado y que obligaba, vaya a saber como, a las madres a hacer ricota... en fin la eterna disputa entre productor y consumidor o proveedor y proveído.

A los pocos años comenzó a comercializarse una leche de más calidad , venía envasada en botellas de vidrio en cuyo cuello se acumulaba una crema que las abuelas reservaban para los nietos más flacos, la famosa nata.

Por supuesto se comercializaba con nombres de origen vasco: La Martona y La Vascongada. Se había evolucionado y los vascos ahora agrupados en usinas lácteas ofrecían más calidad y obtenían mejor precio, se estaba produciendo el proceso de acumulación de capital como nos explicaba el profesor de economía en el secundario.

En esa época aparecieron unos yogures de vainilla, toda una revolución aunque eran caros y no para todos los días. Definitivamente no había plata o no existía la onda light.

Después vino la facultad y al estudiar administración comencé a admirar a Don Pascual Mastellone, el creador de La Serenísima, un descendiente de italianos, como yo, que comenzó vendiendo queso tipo muzzarella en la avenida Corrientes para las pizzerías.

Viajaba de General Rodríguez a Once en tren, después el subte y a entregar. Que tesón, habilidad y creatividad introdujo en el mercado el saché, el yogur de distintas formas y gustos, impulsando a sus competidores a crecer, creando una industria.

Los argumentos de pasteurizar la leche, la cadena de frío, el control de calidad, la eliminación de bacterias etc, eran incontrastables y la realidad desplazó al vasco y luego los supermercados reemplazaron a los vendedores domiciliarios y ahí la historia de nuestros días.

No quiero aburrir pero se acuerdan del botellero que pedía o compraba trapos viejos, botellas, diarios y revistas y ¿que tal?.. la costurera que arreglaba cuellos y puños de camisas que quedaban como nuevas y los que arreglaban televisores y radios..¿volverán?...todo vuelve, y desgraciadamente mas rápido de lo pensado.

Ojo no soy quien para despreciar aquellos oficios u ocupaciones pero duele la involución y genera impotencia, ¿en que fallamos?, ¿qué hicimos? o ¿qué nos hicieron? ¿ donde esta la realidad? ¿ todo aquello era mejor o peor?... seguro que distinto y ahora retornamos al pasado 30 ó 40 años después... vuelve el vasco, se equivocó Don Pascual y sus convocatorias, se produjo un exceso en los supermercados, repito ¿dónde esta el error?...

El error esta en la dirigencia pública, en la privada, en los peronistas, en los radicales o en los militares, quizás el FMI, o la mala suerte... qué se yo, no importa pero es la cruda realidad un país condenado al éxito como dice el Presidente, muestra un terrible fracaso, la desnutrición infantil y las medidas heroicas de un intendente bonaerense.

El no crecimiento, el mirar hacia adentro, la apertura ilógica de los mercados, el esperar las recetas mágicas, el romper el sistema financiero, la corrupción nos llevó a este descalabro.

Donde quedó la cultura europea del esfuerzo, mi hijo el Doctor, tener la casa, tener ahorros por las dudas, estudiar, ser decente, respetar a la autoridad en fin el ABC de los argentinos de bien.

Difícil de responder, difícil de creer, difícil de explicar, fácil de ver, fácil de sufrir...cruda realidad.  

Crédito:

Por Osvaldo Ventura para el Newsletter www.urgente24.tv. (12/08/02)