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Entre tertulias y cafés nació la Revolución de Mayo
 


El historiador relata cómo se vivía en el Buenos Aires de 1810 y cuáles fueron los hechos que derivaron en el Primer Gobierno Patrio.

La vida en el Buenos Aires de 1810 era muy distinta a la actual. La "Gran Aldea" tenía alrededor de 40.000 habitantes. Hacía treinta y seis años que había dejado de ser una ciudad de provincia para convertirse en la capital de un virreinato.

Todas estas modificaciones abrieron la posibilidad de la discusión política. Y, a pesar de estar tan alejada de España, Buenos Aires tenía cada vez más importancia para la corona.

¿Cómo era vivir en ese lugar, apartado de la Metrópoli y del mundo?
La respuesta llegó de la mano del doctor César A. García Belsunce.

Abogado e historiador, García Belsunce es reconocido por sus investigaciones sobre aspectos económicos y sociales de nuestro pasado. Ocupó importantes cargos dentro del ámbito académico. Entre éstos se destacan haber sido director del Archivo General de la Nación y miembro de número del Instituto Americano de Estudios Vascos. Es, desde 1989, miembro de número de la Academia Nacional de la Historia.

-¿Cuáles fueron los antecedentes de la Revolución de Mayo?

-Podemos decir que hubo varios motivos que dejaron el camino allanado para que se diera la Primera Junta.

En 1809, se decide levantar el monopolio que España tenía sobre sus colonias. Esto trajo muchos inconvenientes para la sociedad porteña. Buenos Aires era una ciudad que vivía principalmente del comercio.

Su condición de puerto sobre el Atlántico le daba una importancia estratégica, tanto para la exportación a España, sobre todo la plata extraída de Potosí, como para la importación a todo el virreinato. Sin embargo, había otra actividad de vital importancia para la ciudad: el contrabando.

Las mismas condiciones que la transformaban en un excelente puerto comercial para España, lo convertían en un punto clave para ingresar productos "prohibidos" a las colonias americanas.

Tan importante era esta actividad ilegal, que la corona misma vendía indultos para las personas que comerciaban con mercancías ilegales.

El poder estaba dado por tener las claves del comercio. Tanto el de ultramar hacia España, como el terrestre hacia el interior y el Perú.

-¿Qué otros antecedentes se pueden citar?

-Sin lugar a dudas, las guerras napoleónicas en Europa. Francia era un histórico aliado de España, pero cuando Napoleón comienza a conquistar el Viejo Mundo, Madrid cambia de postura y establece una alianza con Inglaterra. En ese entonces, Buenos Aires tiene un virrey francés: Santiago de Liniers.

A pesar del gran prestigio que había adquirido durante la Reconquista, luego de las Invasiones Inglesas, los grupos políticos que existían en Buenos Aires se unieron para lograr la destitución de Liniers. Lo veían como una posible amenaza, capaz de vender el virreinato a Francia.

Otra de las ideas que surgieron, vino de la Metrópoli. En algunas ciudades de España se habían formado juntas de gobierno local. La pregunta que muchos de ellos se hacían era ¿si allá pueden, por qué no en Buenos Aires? Este sí fue un claro antecedente del 25 de Mayo.

Había, además, una rivalidad bastante fuerte entre españoles y criollos. La mayoría de los cargos públicos se encontraba en manos de españoles. Casos como el de Belgrano, que estuvo a cargo del consulado, eran contadas excepciones.

-¿Cuál era la importancia de la tierra?

-La tierra no tenía mayor valor. Si bien los terratenientes eran gente adinerada, no lo eran por el hecho de tener tierras, sino porque eran comerciantes. Por lo general la tierra no era trabajada. Las excepciones estaban en los campos alrededor de Buenos Aires, porque servían como abasto para la ciudad.

-¿Cómo era la vida cotidiana para los porteños?

-Buenos Aires era una ciudad portuaria, con una importante vida comercial. Tenía una gran clase media, lo que permite afirmar que la mayoría de sus habitantes poseía un buen pasar económico. Los lugares de reunión más habituales eran el mercado y los cafés, donde la gente se sentaba a discutir de temas muy variados.

-¿Cuáles eran las diversiones más habituales?

-El festejo más importante que había en la ciudad era el cumpleaños del rey -y después el 25 de Mayo-, y se festejaba con corridas de toros y fuegos artificiales. Fuera de este festejo puntual, las corridas eran una diversión corriente. La Plaza de Toros de Buenos Aires quedaba en Retiro, donde ahora está la Plaza San Martín.

Además de estas actividades públicas, los porteños solían reunirse en tertulias que se realizaban tanto en casas particulares, como en cafés.

Estas tertulias jugaron un activo papel para la gestación de la revolución. Era común que en ellas se hablara de política y de las noticias que venían de España. Los comentarios giraban en torno de la situación en Europa, si Fernando VII había sido detenido, o no; o acerca de las juntas locales que se estaban formando en la península.

-¿Cuál fue la reacción frente a la situación europea?

-Había dos sectores, los situacionalistas que eran conservadores y querían mantener el statu quo hasta que todo estuviera resuelto, y los avanzados, que esperaban que esta situación sirviera para acelerar la independencia.

-¿Qué importancia tuvo la Jabonería de Vieytes?

-Tanto la Jabonería de Vieytes, como el Café de Marco, y otros tantos lugares más, sirvieron para que un grupo reducido de personas, que pensaban de la misma manera, se pudieran reunir en privado. Si bien, en las tertulias se hablaba de política, el hecho de que fueran públicas hacía imposible planear cualquier tipo de acción.

-¿Cómo era la vida de una mujer?

-Por supuesto, dada la época, las mujeres vivían en una posición subordinada. Pero no tanto como en otros lugares. Por lo general, las costumbres en Buenos Aires eran menos rígidas que en el resto de las colonias americanas. Las mujeres tenían a cargo la administración del hogar cuando quedaban viudas o cuando su marido se ausentaba en viaje.

Si una mujer no estaba de acuerdo con el novio que habían elegido sus padres, tenía la posibilidad de iniciar un juicio de disenso. Y en muchos casos lo ganaban. También podían desarrollar algunas actividades, entre las que se contaban fabricar pan y velas.

Hubo casos de mujeres de carácter. Por ejemplo, Juana Pueyrredón en 1809 se presentó ante los oficiales que habían arrestado a su marido, Juan Martín de Pueyrredón, y les ordenó que lo liberaran, cosa que hicieron.

-¿Qué tipo de relación había con los esclavos?

-En 1810, el 24 por ciento de la población era esclava. Generalmente se trataba de esclavos domésticos, que vivían con la familia y hasta llegaban a formar parte de ella.

Se tenía un buen trato con ellos porque no estaban manejados por capataces. En las panaderías, que ya eran de tipo industrial, sí había capataces y el trato era más duro.

Usualmente el patrón autorizaba al esclavo a realizar tareas fuera del hogar. La manufactura de sombreros se constituyó en uno de los trabajos más comunes. Con lo que ganaban, los esclavos compraban su libertad. El acuerdo que generalmente realizaban consistía en que el 70 por ciento de la remuneración se la quedaban ellos y el 30 por ciento restante se lo daban al patrón. Al cabo de un tiempo, ya habían comprado su libertad.

Esto demuestra la conveniencia de ser liberto. En los Estados Unidos, los libertos se morían de hambre porque nadie les daba trabajo. En Córdoba, la diferencia racial se veía en la ropa utilizada. En Buenos Aires, luego de haber sido esclavo, se podía vivir como hombre libre.

-¿Era común que los esclavos criaran a los hijos de sus patrones?

-Sí, de hecho, había una institución denominada "amas de cría". Cuando una mujer no podía seguir amamantando a su hijo, otra mujer se encargaba de hacerlo. Por lo general el trabajo quedaba en manos de una esclava -y luego de abolida la esclavitud, una sirviente-, de la familia.

Fue así que en esta ciudad, donde las costumbres eran más relajadas y que se encontraba tan apartada de la Metrópoli, el camino para una revolución estaba cada vez más despejado.

Crédito:

Por Ricardo Quesada
Especial para LA NACION LINE
 



   
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