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Fray Alonso de Benavides
 


Retrato de Fray Alonso de Benavides, México. Siglo XVIII, óleo sobre tela de 135 x 103 cm.
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  • Alonso de Benavides (en portugués: Afonso de Benavides) (c.1578-1635) fue un fraile franciscano portugués, que trabajó en las misiones españolas de Nuevo México, en el primer tercio del siglo XVII. A este fraile se debe la primera referencia escrita del pueblo Navajo.
    Originario de la isla de San Miguel, en las Azores, Portugal, hijo de Pedro Alonso Nieto y Atonia Murato de Benavides. Llegó a Nueva España en 1598, y profesó en el convento franciscano de México (1603).

    Ejerció de maestro de novicios en el convento de Puebla. En 1621 se creó la 'Custodia de la Conversión de San Pablo', a la que llegó en 1622 acompañado de 26 o 27 frailes. Fue nombrado padre custodio de 1626 a 1629.
    Con el permiso del Rey de España, y ayudado por Fray Esteban de Perea, reforzó la labor misionera en la zona. Predicó a los apaches del alto Gila, lo que hoy es el suroeste de Nuevo México.

    Al poco de su llegada a Santa Fe, Benavides comenzó a edificar un convento e iglesia para la principal ciudad de la provincia.
    También creó misiones y edificaciones conventuales en al menos de diez lugares: en Picuries, entre los indios tiwas, donde los nativos no se mostraron amistosos en los comienzos; la misión de San Jerónimo en Taos, entre los indios taos. En Ácoma los indios queres aceptaron a los misioneros en 1629.

    Entre los catorce poblados pira, Benavides estableció misiones en 1626 en Pilabo, Senecú y Sevilleta; se esforzó por adoctrinar a los moquis. Cuando llegó a Senecú, convirtió a Sanaba, jefe de los apaches gila, lo que facilitó las misiones en el río.
    Entre los indios tiwa fundó el 17 de septiembre de 1629 el convento e iglesia en Santa Clara de Capoo, los límites con el territorio apache, que fue la base para adoctrinar y convertir a los belicosos apaches navajos.
    Se calcula que en las misiones de Nuevo México hubo más de 16.000 convertidos.

    En 1629 dejó el cargo de custodio y marchó a la capital, México. En 1630 viajó a España y presentó su Memorial al rey. Se entrevistó con sor María de Ágreda.
    En 1631 Benavides había escrito a los franciscanos en Nuevo México con la esperanza de volver para acabar mis días si Dios lo permite en compañía y servicio de vuestras reverencias.
    Según Figueora en su Bezerro General, Benavides regresó a México en 1632, yendo de nuevo a Nuevo México en 1633 o 1634. Fue confesor de Francisco de Melo, 1633-1635.
    Nombrado en la primavera de 1634 obispo auxiliar del arzobispo de Goa y luego arzobispo de Goa, ya estaba en España en 1635. No llegó a su nuevo destino porque parece que murió ahogado en el viaje.

    Para aumentar el interés por Nuevo México, escribió y publicó dos escritos exagerados en cuanto al número de indios, pero que son muy valiosos para el conocimiento de la etnografía y la etnología de Nuevo México. Su recuento del número de personas y pueblos puede haber sido influenciada por los datos copiados de Antonio de Espejo.
    Publicó la:
    "Relación de los grandes Tesoros espirituales y temporales descubiertos con el auxilio de Dios en el Nuevo Mexico", mejor conocidos como el:
    "Memorial que Fray Juan de Santander de la orden de San Francisco &c. presenta á la Majestad Católica del Rey" (Madrid, 1630).

    Por el Memorial, conocido después como de Benavides, se deduce que el fraile fue un celoso propagandista religioso, de personalidad entusiasta, fuerte y valeroso de espíritu.
    El título completo es:
    "Memorial que fray Iuan de Santander de la Orden de San Francisco, comissario general de Indias, presenta a la magestad catolica del rey don Felipe Quarto nuestro señor".
    Buscaba persuadir al rey para que enviara más misioneros a Nuevo México. El Memorial causó impresión en la época y fue traducido al francés, holandés, latín y alemán.

    En 1634 Benavides revisó, por petición del papa Urbano VIII, el Memorial, del que hay una copia manuscrita en los archivos de la Propaganda en Roma.
    En la revisión subraya las dificultades de las tareas y sufrimientos de los misioneros, que Benavides casi había ignorado en la primera edición.
    Es una obra interesante porque cuenta la historia de las misiones y describe el territorio por el que se extendía la obra misionera.
     


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