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La otra ruta del vino: el gran crecimiento de las bodegas neuquinas
 


Leonardo Puppato, enólogo de la Bodega Familia Schroeder.
Cabe destacar que antes del comienzo del milenio Neuquén no formaba parte del mapa vitivinícola argentino, y hoy, no solo es la provincia productora más importante de la Patagonia (con lo que ello implica), sino que además ya ocupa el sexto lugar entre las dieciocho provincias productoras de vino con 1766 hectáreas, casi la misma cantidad que las demás provincias de Patagonia juntas (Río Negro, La Pampa y Chubut).

La gran diversidad que ostenta el vino argentino, siendo uno de sus principales atractivos y ventajas diferenciales, frente a los vinos de otros países y a las demás bebidas alcohólicas, se confirma año tras año con cada vendimia. Porque a los vinos de las provincias productoras tradicionales se le van sumando exponentes provenientes de nuevas regiones.
La superficie cultivada de uvas en 2021, según el Observatorio Vitivinícola Argentino, superó apenas las 211.000 hectáreas,representando el 99,42%:

  • Mendoza (70,58%).
  • San Juan (20,65%).
  • La Rioja (3,57%).
  • Salta (1,71%).
  • Catamarca (1,34%).
  • Neuquén (0,84%).
  • Río Negro (0,73%).
 


El resto se reparte entre La Pampa, Córdoba, Buenos Aires, Tucumán, San Luis, Chubut, Entre Ríos, Jujuy, Misiones, Santiago del Estero y Santa Fe.
Patagonia concentra alrededor de 3.650 hectáreas de viñedos cultivados y es la región más austral del planeta para el desarrollo de la industria vitivinícola. Y Neuquén, en solo 20 años, se ha convertido en el mayor productor de la Patagonia, una región con marca propia y de gran reconocimiento internacional por sus paisajes y recursos naturales.

Esto significa un gran potencial, ya que no solo el terruño y el clima son ideales para desarrollar uvas de gran calidad enológica, sino que el entorno ya goza de reconocimiento.
Y se sabe que uno de los mayores atributos de un buen vino es su sentido de lugar, y que pueda transmitir un paisaje (su origen único) a través de las copas.
De la mano del Pinot Noir, Neuquén se ha consolidado como el mayor polo vitícola de la Patagonia. Y así como Mendoza logró un posicionamiento internacional con el Malbec, la provincia ostenta varios exponentes de Pinot Noir que empiezan a ser reconocidos en el mundo por su carácter.
 


Los protagonistas del vino neuquino

En la actualidad hay muchas regiones y sub-regiones que se destacan y que vienen haciendo un trabajo fuerte en materia de conocimiento del terruño. Y sin dudas, a pesar de su joven historia, San Patricio del Chañar es una de ellas.
Ubicada a 48 km de la ciudad de Neuquén, concentra a las bodegas más importantes de la zona: Del Fin del Mundo, Familia Schroeder, Malma y Secreto Patagónico, entre otras.

Hoy no se pueden generalizar los vinos patagónicos porque la diversidad que ofrecen abarca distintos paisajes, estilos, cepajes y climas, dando como resultado una nueva generación de vinos.
Hasta hace poco tiempo, en Patagonia solo había viñedos y bodegas en la zona del Alto y Medio Valle de Río Negro, con Humberto Canale como faro histórico, más allá de otros establecimientos regionales.
Esto, sumado a un puñado de viticultores tradicionales, forjó la imagen de los vinos patagónicos, incluso elevando al nivel de emblemáticas a variedades como Semillón, Pinot Noir, Merlot, Chardonnay y Sauvignon Blanc, con apenas muy pocos referentes.
Pero con la llegada del nuevo milenio irrumpió San Patricio del Chañar (Neuquén) en la escena, con viñedos nuevos, con riego por goteo y modernas bodegas.

Así, rápidamente se introdujo en el mapa vitícola nacional con todo el potencial de una nueva zona, justo al lado de Vaca Muerta, uno de los yacimientos de petróleo y gas no convencional más importantes del mundo.
Neuquén entró por la puerta de la novedad al mundo enológico, pero hace rato dejaron de ser un gran potencial para convertirse en una gran realidad.

Es cierto que una de las palabras claves a la hora de hablar de sus vinos es “frescura” (dada por la acidez). Pero esto, más allá de las condiciones climáticas naturales, depende mucho del momento de cosecha.
Esta es la nueva etapa en la que están todos los vinos argentinos que buscan consagrarse, y los de San Patricio del Chañar no son la excepción. Todavía queda un largo camino por recorrer, pero los resultados son muy promisorios y su potencial tan inmenso como la Patagonia.

Juliana Del Águlia Eurnekian, desde Bodega Del Fin del Mundo, está sacudiendo el tablero. Apostando por vinos expresivos y frescos para todo tipo de paladar, poniendo el foco en las variedades “más patagónicas” como el Pinot Noir y el Semillon, pero también en el Syrah; el secreto mejor guardado de su familia.
Junto al enólogo Ricardo Galante, está encontrando la manera de resaltar el carácter de cada parcela para lograr sus nuevos vinos de alta gama. Por su parte, el joven enólogo busca resaltar una mayor frescura en sus vinos, y para ello adelantó todos los puntos de cosecha.
“La idea es forjar una identidad que represente a la familia Eurnekian, definiendo un nuevo estilo en cada una de las líneas de vinos, respetando sus atributos naturales”, explicó.

Del Fin del Mundo fue la primera bodega de San Patricio del Chañar, con plantaciones de vid desde el año 1999, y sigue siendo hoy la de mayor producción.
“Patagonia es una región mágica, con diferentes paisajes y culturas, un terreno ventoso y soleado con una impactante amplitud térmica. Y la vendimia es, para nosotros, una nueva oportunidad. Cada año, con cada nueva cosecha comienza una historia, la naturaleza nos exige escucharla e ir acompañándola día a día en el desarrollo de las nuevas uvas que darán el vino pensado y soñado desde el viñedo.
Cada año es un desafío nuevo y estamos felices de ser parte de La Vendimia Neuquina, porque esperamos así dar a conocer íntimamente nuestra amada Patagonia, tierra de nuestros vinos”, destacó Juliana del Águila Eurnekian.

Otra de las referentes de la zona es Bodega Familia Schroeder que se sigue consolidando como especialista en Pinot Noir, ofreciendo diez etiquetas diferentes. Esto no es casualidad sino fruto del trabajo de varios años a cargo del enólogo Leonardo Puppato, quien contó con el asesoramiento de Paul Hobbs durante muchos años.
Dentro de la bodega, hay una bodega especialmente diseñada para la elaboración de este cepaje. La reciente historia de la bodega comenzó en 2001 cuando Herman Heinz Teodoro Schroeder, hijo de inmigrantes alemanes pioneros en la Patagonia, decidió invertir junto a sus hijos en viñedos en San Patricio del Chañar, transformando un desierto en verdes viñedos y en una zona productiva.

Actualmente posee 160 hectáreas y han adquirido otras 60 en producción y otro viñedo abandonado (120 ha.) que se proponen ir recuperando de a diez hectáreas por año. Producen más de dos millones de litros, y sus vinos son reconocidos por la alta calidad y el dinosaurio de su etiqueta, inspirado en el hallazgo de restos fósiles durante la construcción de la bodega.
“Para nosotros la vendimia es el momento en que comenzamos a vislumbrar cómo serán nuestros vinos, el resultado de todo un año de tareas culturales en el viñedo para obtener la mejor uva y así lograr los mejores vinos posibles”, manifestó Roberto Schroeder. La bodega cuenta además con el restaurante Saurus, uno de los puntos enoturístico más concurridos de la zona.

Bodega Malma, perteneciente a la familia Viola, pioneros en el desarrollo del polo vitivinícola de San Patricio del Chañar, elabora sus vinos a partir de viñedos propios desde 2004. Esta empresa familiar también es protagonista de La Vendimia Neuquina. Trabajan constantemente en la búsqueda de la mejor expresión del terruño, cuidando y respetando su entorno.
La bodega tiene, además de las instalaciones para elaborar los vinos y recibir visitantes, un restaurante en el que se elaboran platos de gastronomía regional con productos locales y de estación, buscando ofrecer una cocina que se identifique con los vinos y la Patagonia.

Asesorando en los nuevos vinos de Malma está Hans Vinding-Diers, uno de los winemakers más prestigiosos de la Patagonia y del país.
“Patagonia produce vinos de excelente calidad porque es la expresión de muchas cosas: trabajo, tierra, cultura y clima”, definió Ana Viola.
Para la bodeguera La Vendimia Neuquina es un evento que los entusiasma y que saben deben comunicar porque Patagonia es una región muy grande en cuanto a superficie, pero en la realidad sus valles productivos son pequeños y se dan en microclimas particulares.

Los vinos de Secreto Patagónico de la familia Groppo Parisi también formarán parte de las actividades. Enamorados de la Patagonia, iniciaron su sueño en el año 2000, con la premisa de elaborar ediciones limitadas de vinos de alta gama.
Ellos tienen un gran respeto por la Patagonia y lo traducen en cada uno de sus vinos, genuinamente cuidados en expresar la pureza del terroir en cada botella. También son eternamente conscientes de las características únicas de la región; una zona silenciosa y misteriosa que logran expresar a través de sus vinos.
 


Una zona en continuo crecimiento

El Grupo Peñaflor adquirió hace un par de años la Bodega Patritti para sumar a su amplio y variado portfolio, vinos patagónicos. Pero Rubén Patritti, el exdueño de dicha bodega, ha decidido quedarse en la industria, aunque esta vez será con un pequeño emprendimiento familiar.
Similar al caso de la flamante Bodega Acardi, que también está en construcción. Pero la mayor apuesta en la región es la de Familia Schroeder que planea construir una nueva bodega, quizás bajo el nombre de Alpataco, una de sus líneas de exportación más exitosas.
Y también, en sus ambiciosos planes, está la idea de recuperar no solo los viñedos abandonados sino también el edificio y el hotel que fueran parte de la bodega Valle Perdido. Algo que le vendrá muy bien al desarrollo turístico de la zona.

Este nuevo emprendimiento comandado por la familia Schroeder se denomina Patagonia Estate y prevé una inversión que rondará los 8 millones de dólares para la construcción del hotel, apartamentos, lotes y hasta una cancha de polo.
Esto forma parte de una serie de inversiones que comenzó en 2021 por más de 15 millones de dólares en la región, todos movilizados por la oportunidad en el sector inmobiliario. Y así como Mendoza tuvo y tiene sus desarrollos inmobiliarios en viñedos, Neuquén busca emular ese modelo exitoso.

Además, hoy cuenta con una gran ventaja, porque San Patricio del Chañar se encuentra dentro del área de Vaca Muerta, y eso hace que el negocio inmobiliario sea una gran oportunidad desde la perspectiva turística.
El profesor Leandro Bertoya, intendente de San Patricio, es el mismo que hace 22 años impulsó la plantación de los viñedos y la construcción de las bodegas, por eso está convencido en embarcar a su municipio en el desafío de crear una oferta turística y de hospedajes para la industria energética.
Fiel a su estilo innovador, acaba de crear un instituto tecnológico destinado a la vitivinicultura como así también a la energía, principal industria de la provincia.

 


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