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Salud

Abel Albino
 


Abel Albino, médico mendocino.

Hace diez años, todo el mundo le preguntaba al médico mendocino Abel Albino, una y otra vez: “¿Dónde están los desnutridos?”.

Albino, que entonces buscaba apoyo para la creación de la Cooperadora para la Nutrición Infantil (Conin), no se cansaba de repetir: “Hay que meterse en los ranchos para verlos”, y contaba una anécdota de dos chiquitos durmiendo abrazados a un perro para procurarse calor. Ya no necesita rememorar la imagen que lo impactó cuando empezó a caminar los barrios pobres de Mendoza.

La televisión se ocupa de mostrar condiciones más terribles, en Tucumán, en Misiones, en todos los rincones del país: chicos que no pueden mantener su propio peso, que sobre los huesos tienen sólo piel. “Me sorprendió que fuera el tema nacional, cuando nosotros lo venimos denunciando desde hace diez años.

Pero somos argentinos, es parte de nuestro desorden”, dijo el médico a Veintitrés.
–¿Vio televisión estos días?
–Sí, vi cómo pusieron sobre la mesa el tema como si fuese un cataclismo inesperado. ¡Hace tantos años que veo desnutridos! No hay que tener miedo al diagnóstico porque permite salir del problema.

Nuestro país está lleno de pobres, y donde hay pobreza y desempleo hay desnutrición. ¿Qué pretenden estos tipos?
–¿A qué tipos se refiere?
–A los políticos. Ahora resulta que nadie fue, pero alguien se comió la galleta. Hay que asumir responsabilidades y ser idóneo para los cargos, ya lo decían los griegos.
–¿Qué le parece que Chiche Duhalde viajara a Tucumán?
–Yo lo llamo “el operativo vergüenza”. Por lo menos, les da vergüenza. Me parece fantástico siempre que no sea la pasión de un fósforo y se apague pronto. Cuando veo la cantidad de analfabetos que hay en mi provincia, pienso: “¿Estamos en el primer mundo?”. Me agota explicar lo obvio.

Pero no quiero llegar a un enfrentamiento. Por mi tarea, debo ser un punto de encuentro y no de confrontación.

En buena hora que se acepte esta realidad y se obre en consecuencia. Es una vergüenza que existan débiles mentales por desnutrición, una enfermedad creada por el hombre.

La secuela fundamental de la desnutrición es la debilidad mental y no se puede revertir. En los primeros 18 meses de vida, explica Albino, “cada neurona emite cinco mil cablecitos que se interconectan con otros.

De esa conexión dependen la rapidez mental, la memoria, la capacidad de asociación que tendrá el individuo. Si no se produce en ese momento, nunca más”.
–¿Qué otras secuelas deja la desnutrición?
–No están establecidas, pero le pedí a una jueza amiga que estudiara la relación entre criminalidad y desnutrición. Resultó que el 80 por ciento de los grandes criminales de Mendoza habían sido desnutridos.
–¿Cuál es el futuro del país con esa realidad?
–Con chicos desnutridos no hay futuro. La principal riqueza de un país es el capital humano y si está dañado, no tiene futuro.

Conin nació como espejo de los 30 años de experiencia chilena, donde el médico Fernando Monckeberg desarrolló centros de tratamiento.

Albino fue más allá y sumó un centro de prevención, único en el mundo por sus características.

Experiencia hasta ahora localizada en Mendoza, avanza a nivel nacional: ya funciona en Rosario y está por empezar en Tucumán, Misiones, Chaco y Mar del Plata.

“Sólo saldremos de esta situación si trabajamos en conjunto el Estado, los profesionales y la comunidad”, dice Albino.
–¿Cuáles son los chicos en mayor riesgo social de desnutrirse?
–Los que están bajo la órbita de un juez de menores y viven en algún instituto de menores o colonia. Son los desnutridos afectivos, chicos que se curan con una cucharadita de leche y un beso.

Hace unos años, Monckeberg notó que en su hospital había una sala donde no morían chicos y le preguntó por qué a la enfermera, una matrona muy alegre. “Doctor, usted no sabe de medicina.

Viene a la mañana, les saca sangre para el recuento de glóbulos rojos y les pone sondas en todos los agujeros.

Cuando usted se va, yo les saco todo, les canto, les bailo, los beso y los hago jugar”.

Monckeberg se dió cuenta de que esa mujer les daba motivos para vivir y pasó toda la noche elaborando un plan. Al día siguiente, despeinado y ojeroso, anunció: “La consigna es echar a perder a la guagua”, es decir, mimar y hasta malcriar a los chicos.

–¿Usted vivió algo similar?
–En la fiesta que le hicimos a una de nuestras madres cuando terminó sexto grado, ella se paró y dijo: “Cuentan que en la India, cuando se cae un libro, la gente lo levanta y lo besa por lo que significa un libro para el hombre.

Ahora, cuando aquí se caiga un libro, haremos lo mismo. Por primera vez en nuestras vidas sabemos lo que significa un libro”.
–También tendrá recuerdos dramáticos...
–El mayor drama en realidad no lo viví, me lo contó una mamá. Uno de sus hijos le pidió de comer al mediodía y ella le dijo que no había nada.

A la noche, el chico volvió a pedir comida, y ella volvió a contestar que no había. Angustiada, se quedó sentada en un banquito y a las dos de la mañana vio que el nene se levantaba, iba hasta la lata donde solía haber pan, metía la mano y hacía los gestos de tomar algo y comer. Esa noche, la mujer pensó en matarlos y matarse, pero no pudo y se puso a rezar.

“Al Operativo Rescate, yo lo llamo Operativo Vergüenza. Por lo menos les da vergüenza lo que pasa y se ocupan. Aunque según los políticos pareciera que nadie tiene la culpa. Entonces, ¿quién se comió la galleta?”

Cuando Albino comenzó a trabajar en Conin, el 69 por ciento de las madres que acudían eran analfabetas. El médico da esa cifra porque considera que en la sociedad argentina “hay cuestiones folklóricas”: “Creemos que un pobre es vago, pero es triste.

Pensamos que es igual a nosotros pero sin plata, no es así: es pobre en educación, estímulos, entusiasmo, amigos, sueños, introspección, retrospección, experiencia adquirida, historia, y encima no tiene plata.

A cada rato decimos: ‘Pero esa madre, qué hace’. Los padres también son débiles mentales por desnutrición, no desplegaron su potencial genético.

La clave es la educación, por eso se ahogan en un vaso de agua y hay que ayudarlos en lo más elemental”.

–¿Por qué un centro especializado? ¿Por qué no hacerlo desde el hospital público?
–Porque en los hospitales generales los desnutridos se infectan y mueren, pero no inmediatamente, de a poco: caen una y otra vez con diversas enfermedades. Es una larga agonía. Hay estadísticas indudables.
–¿Cuáles son las medidas preventivas para evitar la desnutrición?
–Primero creamos un centro de lectoescritura y bajamos a cero el analfabetismo. Tenemos una escuela para padres y a aquellos que demostraron interés y trajeron a sus chicos, les damos un bolsón de comida; no somos partidarios de los comedores infantiles porque es sacar patente de pobre y se tiende a desmembrar la familia.

Y hacemos hincapié en la documentación y legalización de la familia para que asuman la responsabilidad. Además, implementamos educación nutricional, agraria y para la salud junto a la lactancia materna.
–¿Los chicos conocen la palabra desnutrición? ¿Cómo se refieren a su situación?
–Atendemos a chicos pequeños, porque la desnutrición ataca a los menores de seis años, que dependen de terceros para alimentarse. Esos chicos casi no hablan, están acostumbrados a sufrir hambre y no son demandantes. Llegan sin vocabulario porque vienen de un ambiente de miseria, donde su mamá maneja 180 palabras, de las 10 a 15 mil que se usan normalmente. El pibe manejará 40.
–¿Y qué dicen los padres, cuando llegan al hospital?
–En general, nosotros los vamos a buscar. Pero pasa lo mismo. En la extrema pobreza no tienen conciencia de la desnutrición, no advierten los riesgos. He visto a los chicos desnutridos adentro de un cajón de manzanas y escuchado a la madre decirme: “Ese me nació enfermito, doctor”.

Hace diez años, Albino encontró a aquellos hermanitos durmiendo sobre la tierra y abrazados a un perro para protegerse del frío, y prometió que iba a luchar para terminar con la desnutrición.

Abandonó una carrera promisoria en Biología Molecular, con el apoyo de su esposa y sus cinco hijas.
–¿Alguna vez dice: “Si hubiera seguido...”?
–La biología molecular es una especialidad del futuro y yo me di cuenta de que soy hijo de un país que no tiene solucionado su pasado. Este país nos dio todo, tenés que querer estas piedras y estos sauces.

Con esas palabras me crió mi papá y hoy están enterrados aquí mi padre y mi mujer. Mi esposa murió de un derrame cerebral.

Después del primer episodio me pidió que no dejara lo que estaba haciendo. Le prometí que iba a seguir sin saber que era la última conversación, así que no puedo andar llorando en los rincones.

Esa es la misión que tengo en los años que me queden de vida. Si no, ¿qué hago? ¿Me compro otro auto, un departamento por si alguna de mis hijas se casa con alguien que no la pueda mantener, me voy a Europa?.

Soy médico de niños y debo estar al lado de los chicos que me necesitan, de lo contrario no merezco ese título.

Soy médico de niños, es decir, su abogado defensor.

 


Estracta: Por Raquel Roberti para Revista XXIII. (03/12/02)

 



 


Médico argentino galardonado
 


"Dejé de ganar dinero, pero gané amigos y felicidad haciendo una de las cosas más nobles que la gente puede hacer en nuestra sociedad: ayudar a los débiles." Abel Albino

Cardinal Health patrocinará el primer premio anual "Cuidado de la Salud Infantil" por U$S 100.000, el cual reconoce a individuos que han hecho una contribución signinficativa a lo largo de su vida, a la salud y bienestar de los niños.

El pasado 3 de octubre, Muhammad Ali (presidente honorario), anunció entre estos seis nominados el nombre del médico mendocino Abel Albino.

La labor de Albino está inspirada en el modelo de servicio al prójimo practicado por la Madre Teresa, dedicando su vida a solucionar las serias cuestiones de la malnutrición en Argentina; creó la Cooperativa para la Nutrición Infantil (CONIN). Esta asociación sin fines de lucro ayuda a encarar la prevención y tratamiento de la desnutrición y sus consecuencias; haciéndolo un progrma único en Argentina.

A través de los centros, asisten al niño y a su familia en áreas como la educación para la salud, escolaridad, guarderías maternales, prevención del alcoholismo, escuela para padres y programas de alfabetización.

Aunque Albino es el único argentino nominado, junto a dos esadounidenses, otros tres científicos también recibieron sus nominaciones para el premio en el área de dessarrollo infantil. Todos fueron seleccionados de un grupo de 161 nominados de 27 países.

Este premio ha sido creado en honor a dos legendarios filántropos que han mantenido un compromiso constante con los niños: Hannah Neil, un nativo de Columbus, Ohio, quien dedicó su vida a cuidar las mujeres y miños pobres que quedaron sin hogar a finales de los 1800; y W.K. Kellogg, un exitoso hombre de negocios quien hoy provee programas en los campos de la salud, la educación y la agricultura.  


Estracta: Por Raquel Roberti para Revista XXIII. (03/12/02)

 



 


Reconocen a un médico por su obra en favor de la infancia
 


Mendoza. El médico mendocino Abel Albino es uno de los tres nominados con el Premio Childrens Care (Cuidado Infantil) por su incesante labor en procura de combatir el flagelo de la desnutrición infantil.

Se trata de un galardón internacional de enorme trascendencia, y en esta edición Albino comparte la nominación con dos médicos estadounidenses.

El anuncio oficial se realizó ayer en la ciudad de Columbus (Ohio, Estados Unidos) y estuvo a cargo del presidente honorario de World of Children Awards, el ex campeón mundial de boxeo de peso pesado, Muhamad Alí.

En su quinto aniversario, el programa se ha expandido para incluir dos premios separados de 100 mil dólares. La empresa auspiciante y fundadora Kellogg Company presentará el premio Child Development (Desarrollo Infantil) de Kellogg, que reconoce a una persona que haya iluminado el futuro de niños, mejorando sus oportunidades de aprender y desarrollarse. Cardinal Health, Inc. presentará el Premio Children's Care (Cuidado Infantil) de Cardinal Health, que reconoce a la persona que haya contribuido en forma significativa durante su vida a la salud y bienestar de los niños.

 


Una historia de amor

En 1992, Albino se fue a España a estudiar biología molecular y terminó volviendo a la Argentina a trabajar en la desnutrición. Un artículo viejo tirado en uno de los callejones de la Universidad a la que iba le marcó el camino.

Lo levantó del piso, se fue a un café y comenzó a hojearlo. Entre tantas noticias encontró un artículo en el que la Madre Teresa de Calcuta hablaba acerca de la paz en el mundo. La reflexión de la religiosa le abrió el corazón y la mente.

“El fruto del silencio es la oración, el fruto de la oración es la fe, el fruto de la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz”.

Estas fueron las palabras que hicieron que Abel Albino se convirtiera en un incansable custodio de los niños desnutridos de la provincia.

El encuentro con la cultura europea lo había golpeado: ¿cómo países que eran tan pequeñitos podían ser tan poderosos? El suyo, en cambio, era tan grande, tan rico y estaba tan quebrado. “Mi conclusión fue: tengo que servir”, recordó. Entonces volvió a Mendoza y el 4 de setiembre de 1993 creó la Fundación Conin (Cooperadora para la Nutrición Infantil), en el Algarrobal, Las Heras.

Después de nueve años de lucha, hace 15 días recibió un llamado desde Ohio, Estados Unidos. Alguien de la organización Hannah Neil World of Children Awards le comunicó con alegría y énfasis que era uno de los tres nominados al premio en el rubro de Cuidado Infantil. Antes, muchos lo habían tratado de “loco” en el país por intentar abrir el debate alrededor del tema de la desnutrición.

Aunque Albino no se considere del todo merecedor de este reconocimiento, es el único argentino nominado, junto a dos estadounidenses. Otros tres científicos también recibieron sus nominaciones para el premio en el área de Desarrollo Infantil. Todos fueron seleccionados de un grupo de 161 nominados de 27 países.

 


El modelo de Madre Teresa

La labor de Albino está inspirada en el modelo de servicio al prójimo practicado por la Madre Teresa. Hace algunos años, Albino se decidió a mandarle una carta. En ella le decía: “Usted es la culpable de que yo esté en esto”. Y ella, inmediatamente, le envió una tarjeta con otro mensaje dedicado y firmado para él.

Una tarjeta similar le llegó a su amigo y colega Fernando Monckeberg, uno de los especialistas que más entienden de desnutrición. Fue su idea la que trasladó a la provincia de Mendoza. Sólo que, además, incluyó los 14 centros de prevención que marcaron la diferencia haciendo de la Fundación Conin la única en el país.

Esta asociación sin fines de lucro ayuda a encarar la prevención y tratamiento de la desnutrición y sus consecuencias. A través de los centros, asisten al niño y a su familia en áreas como la educación para la salud, escolaridad, guarderías maternales, prevención del alcoholismo, escuela para padres y programas de alfabetización. “De nada sirve a un chico si a los 15 días lo tenés de vuelta en las mismas condiciones”, afirma.

 


Estracta: www.lavozdelinterior.com.ar . (23/06/02)

 



   
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